Como seguidor que soy de San Francisco, no me es
lícito poseer nada valioso a mi corazón, de modo que me he desprendido de mi
más preciada tesoro y le he ofrecido a mi venerado Santo las maravillosas
flores que me regaló Benedicta. Se encuentran ya junto a la imag en que hay en la iglesia del monasterio, y
adornan el corazón sangrante que el santo carga en su pecho como símbolo de sus
padecimientos por: la humanidad.
He averiguado el nombre de la flor; debido a su colorido,
y por ser mucho más delicada que otras flores, se la llama Edelweiss, que
quiere decir «blanco noble» Crece de un modo singular sobre las rocas más altas
e inaccesibles, generalmente en los riscos, sobre precipicios de muchos
cientos de pies de altura, y en lugares donde un paso en falso sería fatal para
quien se arriesgara a cogerla flor.
Así pues, tan hermosas flores se convierten en los
verdaderos espíritus malignos de esta salvaje región, atrayendo a muchos seres
.humanos hacia una muerte terrible. Los hermanos me han explicado que no pasa
un año sin que algún cazador, algún pastor, o algún joven valiente, atraído por
tan maravillosas flores, muera en su intento por obtenerlas.
¡Que Dios se apiade de sus almas!
1.007. Briece (Ambrose)
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