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domingo, 19 de enero de 2014

El diccionario del diablo - D

Datario, s. Alto dignatario de la Iglesia Católica Romana, que tiene la importante función de estampar sobre las bulas papales las palabras “Datum Romae”. Goza de un sueldo principesco y de la amistad de Dios.
Deber, s. Lo que nos impulsa inflexiblemente en la dirección del lucro, por la vía del deseo.
Deber, v. t. Tener (y conservar) una deuda. Antiguamente la palabra no significaba deuda sino posesión; en la mente de muchos deudores existe todavía una gran confusión entre ambas cosas.[1]
Debilidad, s. Facultad innata de la mujer tiránica que le permite dominar al macho de la especie, sujetándolo a su voluntad y paralizando sus energías rebeldes.
Decálogo, s. Serie de diez mandamientos: número suficiente para permitir una selección inteligente de los que se quiere observar.
Decidir, v. t. Sucumbir a la preponderancia de un grupo de influencias sobre otro grupo de influencias.
Defeccionar, v. i. Cambiar bruscamente de opinión y pasarse a otro bando. La defección más notable de que haya constancia es la de Saulo de Tarso, quien ha sido severamente criticado como tránsfuga por algunos de nuestros periódicos políticos.
Degenerado, adj. Menos admirable que sus antepasados. Los contemporáneos de Homero eran notables ejemplos de degeneración; hacían falta diez de ellos para alzar una roca o promover un motín que cualquier héroe de la guerra troyana habría alzado o promovido con facilidad.
Degradación, s. Una de las etapas del progreso moral y social que lleva de la humilde condición privada al privilegio político.
Dejeuner, s. El desayuno de un norteamericano que ha estado en París. Hay varias pronunciaciones.
Delegado, s. Pariente de un funcionario. El delegado es, por lo general, un bello joven con una corbata roja y un intrincado sistema de telarañas que bajan de su nariz a su escritorio. Cuando el ordenanza lo golpea accidentalmente con la escoba, despide una nube de polvo.
Deliberación, s. Acto de examinar el propio pan para saber de qué lado tiene manteca.
Dentista, s. Prestidigitador que nos pone una clase de metal en la boca y nos saca otra clase de metal del bolsillo.
Dependiente, adj. Dícese del que confía en la generosidad de otro cuando no puede abusar de sus temores.
Derecho, s. Autoridad legítima para ser, hacer o tener; verbigracia el tener derecho a ser rey, hacer trampas al prójimo o tener el sarampión.
Desagravio, s. Reparación sin satisfacción.
Entre los anglosajones, el súbdito que se creía ofendido por el rey, y demostraba la ofensa, podía azotar una imagen de bronce del ofensor con una vara que luego era aplicada a su espalda desnuda. Este rito era oficiado por el verdugo, lo que garantizaba que el ofendido eligiese una vara de tamaño razonable.
Desgracia, s. Enfermedad que se contrae al exponerse a la prosperidad de un amigo.
Desmemoria, s. Don que otorga Dios a los deudores, para compensarlos por su falta de conciencia.
Desobedecer, s. Celebrar con una ceremonia apropiada la madurez de una orden.
Desobediencia, s. Borde plateado de una nube de servidumbre.
Desposada, s. Mujer que tiene a su espalda una brillante perspectiva de felicidad.
Desprecio, s. Sentimiento que experimenta un hombre prudente ante un enemigo demasiado temible para hacerle frente sin peligro.
Destino, s. Justificación del crimen de un tirano; pretexto del fracaso de un imbécil.
Desvencijado, adj. Perteneciente a cierto orden arquitectónico también llamado Americano Normal. La mayoría de los edificios públicos de los Estados Unidos pertenecen al Orden Desvencijado.
Los recientes agregados a la Casa Blanca de Washington pertenecen a Theodórico orden eclesiástica de los dorios... Son muy hermosos y cuestan un centenar de dólares por ladrillo.
Detener, v. t. Arrestar a alguien acusado de conducta insólita. “Dios hizo el mundo en seis días y se detuvo el séptimo” (Versión No Autorizada de la Biblia)
Devoción, s. Reverencia por el Ser Supremo basada en su presunta semejanza con el hombre.
Deuda, s. Ingenioso sustituto de la cadena y el látigo del negrero.
Día, s. Período de veinticuatro horas en su mayor parte desperdiciado.
Se divide en el día propiamente dicho y la noche o día impropiamente dicho; el primero se consagra a los pecados financieros y la segunda a los otros pecados. Estas dos clases de actividad social se complementan.
Diafragma, s. Tabique muscular que separa los trastornos del tórax de los trastornos intestinales.
Diagnóstico, s. Pronóstico de enfermedad que realiza el médico tomando el pulso y la bolsa del paciente.[2]
Diamante, s. Mineral que suele encontrarse debajo de un corset. Soluble en solicitato de oro.
Diana, s. Señal que se da a los soldados dormidos para que dejen de soñar con campos de batalla, se levanten y pongan en fila las narices para ver si falta alguna.
Diario íntimo, s. Registro cotidiano de aquellos episodios de la vida que uno puede contarse a si mismo sin sonrojo.
Diccionario, s. Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad. El presente diccionario, sin embargo, es una obra útil.
Dictador, s. Mandatario de un país que prefiere la pestilencia del despotismo a la plaga de la anarquía.
Difamar, v. t. Atribuir maliciosamente a otro vicios que no hemos tenido la oportunidad ni la tentación de practicar.
Difamar, v. t. Decir mentiras sobre otro. Decir verdades sobre otro.
Digestión, s. Conversión de vituallas en virtudes. Cuando el proceso es imperfecto, nacen vicios en lugar de virtudes. De esta circunstancia infiere maliciosamente el doctor Jeremiah Blenn que las damas son las que más sufren de dispepsia.
Diluvio, s. El primero y más notable de los experimentos de bautismo, que lavó todos los pecados (y los pecadores) del mundo.
Dinero, s. Bien que no nos sirve de nada hasta que nos separamos de él. Indicio de cultura y pasaporte para una sociedad elegante. Posesión soportable.
Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del país.
Discriminar, v. t. Señalar los aspectos en que una persona o cosa es, si cabe, más criticable que en otros.
Disculparse, v. i. Sentar las bases para una ofensa futura.
Discusión, s. Método de confirmar a los demás en sus errores.
Disimular, v. t. e i. Poner camisa limpia al carácter.
Distancia, s. Único bien que los ricos permiten conservar a los pobres.
Disuadir, v. t. Proponer a otro un error mucho más grande que el que está por cometer.
Diversión, s. Cualquier clase de entretenimiento cuyas incursiones se detienen, por simple tristeza, a corta distancia de la muerte.
Dolor, s. Estado de ánimo ingrato, que puede tener una base física, o ser puramente mental y causado por la felicidad ajena.
Doncella, s. Joven del sexo desagradable, de conducta imprevisible y opiniones que incitan al crimen. El género tiene una amplia distribución geográfica: se encuentra a la doncella dondequiera se la busque, y se la deplora dondequiera se la encuentre. No es totalmente ingrata a la vista ni (prescindiendo de su piano y de sus ideas) insoportable al oído, aunque en punto a belleza es netamente inferior al arco iris, y en lo que toca a su parte audible no admite comparación con el canario, que por añadidura es más portátil.
Dos veces, adv. Una vez de más. Dragón, s. Soldado que une el arrojo a la calma en proporciones tan iguales, que avanza a pie y huye a caballo.
Dramaturgo, s. Dícese del que adapta obras del francés.
Druidas, s. Sacerdotes de una antigua religión céltica, que no desdeñaban la humilde ofrenda del sacrificio humano. En la actualidad se sabe muy poco de los druidas y de su fe. Plinio dice que su religión, originada en las Islas Británicas, se extendió hacia el este hasta Persia.
César afirma que los que deseaban estudiar sus misterios iban a Britania.
El propio César fue a Britania, pero no parece haber obtenido una posición muy elevada en la Iglesia Druídica, a pesar de su talento en materia de sacrificios humanos.
Los druidas practicaban sus ritos en los bosques, y no sabían nada de hipotecas eclesiásticas, ni del sistema de abono pago a un reclinatorio del templo. Eran, en suma, paganos e inclusive, según un distinguido prelado de la iglesia anglicana, disidentes.
Duelo, s. Ceremonia solemne previa a la reconciliación de dos enemigos. Para cumplirla satisfactoriamente, hace falta gran habilidad; si se practica con torpeza, pueden sobrevenir las más imprevistas y deplorables consecuencias. Hace mucho tiempo, un hombre perdió la vida en un duelo.

1.007. Briece (Ambrose)


[1] En inglés “to owe” (deber, adeudar) y “to own” (poseer) se pronuncian de modo parecido.
[2] En inglés hay un juego de palabras: “the patient’s pulse and purse”.

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