I. Primera letra del alfabeto,
primera palabra del idioma, primer pensamiento de la mente, primer objeto del
afecto; en gramática inglesa, es el pronombre “yo”. Se dice que su plural es
“nosotros”, pero cómo puede existir más de un yo, es algo que resulta más claro
a los gramáticos que al autor de este incomparable diccionario. La concepción
de dos yoes es difícil, pero magnífica. El uso franco aunque elegante del “yo”
distingue a un buen escritor de uno malo; éste lo asume como un ladrón que
quiere esconder el botín bajo la capa.
Idiota, s. Miembro de una vasta y
poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre
dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial de
pensamiento o acción, sino que “satura y regula el todo”. Siempre tiene la
última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de la opinión y
el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.
Ignorante, s. Persona desprovista de
ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted
ignora.
Ilusión, s. Madre de una
respetabilísima familia, que incluye al Entusiasmo, el Afecto, la Abnegación , la Fe , la Esperanza , la Caridad y muchos otros
vástagos igualmente virtuosos.
Ilustre, adj. Favorablemente situado para
recibir las flechas de la malicia, la envidia y la calumnia.
Imaginación, s. Depósito de mercaderías que
poseen en común los poetas y los mentirosos.
Imbecilidad, s. Especie de inspiración
divina o fuego sagrado que anima a los detractores de este diccionario.
Imparcial, adj. Incapaz de percibir promesa
de ventaja personal en la adhesión a uno de los bandos de una controversia, o
en la adopción de una entre dos ideas en conflicto.
Impenitencia, s. Estado de ánimo intermedio,
en el tiempo, entre el pecado y el castigo.
Impiedad, s. Irreverencia del prójimo
hacia mis dioses.
Imposición, s. Acto de bendecir o
consagrar imponiendo las manos: ceremonia común a muchos sistemas
eclesiásticos, pero que es realizada con
máxima sinceridad por la secta de los Ladrones.
Impostor, s. Rival que también aspira a
los honores públicos.
Imprevisión, s. Satisfacción de las
necesidades de hoy con las rentas de mañana.
Impunidad, s. Riqueza.
Inadmisible, adj. Que no merece ser
considerado. Dícese de ciertos testimonios que los jurados son incapaces de
apreciar, y que en con-secuencia los jueces rechazan, aun en procedimientos de
los que son los únicos árbitros. La evidencia de oídas es inadmisible, porque
la persona a quien se cita no ha prestado juramento y no puede ser interrogada
por el tribunal; no obstante, la evidencia de oídas sirve diariamente de
fundamento a las más importantes acciones, militares, políticas, comerciales y
de cualquier otra clase.
No existe en el mundo una religión
que no se funde en la evidencia de oídas. La revelación es evidencia de oídas;
que las Escrituras sean la palabra de Dios, es cosa que sabemos solamente por
el testimonio de hombres muertos hace mucho tiempo, cuya identidad no está
claramente establecida y que no prestaron ningún tipo de juramento.
Según las reglas de la evidencia
judicial ninguna de las afirmaciones de la Biblia sería admisible ante un tribunal.
Tampoco podría probarse que la
batalla de Blenheim se libró, que existió Julio César, que hubo un imperio
asirio.
En cambio, y puesto que los
archivos judiciales constituyen evidencia admisible, puede probarse fácilmente
que han existido poderosos y perversos magos que fueron un azote para la
humanidad. La evidencia (confesiones inclusive) que sirvió para condenar y ejecutar
por hechiceras a ciertas mujeres, no tenía fallas; aun hoy es inatacable.
Las decisiones judiciales fundadas
en ella eran justas dentro de la lógica y la ley. Nada está mejor probado ante
un tribunal que los cargos de brujería que llevaron a tantos a su muerte. Si
las brujas no existieran, el testimonio humano y la razón humana carecerían
igualmente de valor.
Inauspiciosamente, adv. De manera poco promisoria,
por ser desfavorables los auspicios. Antes de emprender cualquier acción
importante, los romanos acostumbraban obtener de los augures algún dato sobre
el probable resultado; uno de los métodos de adivinación más dignos de
confianza consistía en observar el vuelo de las aves, y los pronósticos que de
ahí surgían se llamaban auspicios. Periodistas y algunos lexicógrafos dan a la
palabra el sentido de “patrocinio” o “dirección”, verbigracia: “Las
celebraciones se realizaron bajo los auspicios de la Antigua y Venerable Orden
de Ladrones de Cadáveres” o
“Los festejos fueron auspiciados
por los Caballeros del Hambre”.
Incompatibilidad, s. En el matrimonio, semejanza
de gustos, en particular el gusto por la dominación. La incompatibilidad, sin
embargo, puede asumir la forma de una pacífica madre de familia que vive a la
vuelta de la esquina. Se conocen algunas incompa-tibilidades con bigote.
Incompatible, adj. Incapaz de existir en
presencia de otra cosa.
Dos cosas son incompatibles cuando
el mundo del ser tiene espacio suficiente para una, pero no para las dos: por
ejemplo, la poesía de Walt Whitman y la misericordia de Dios con el hombre. Las
palabras “Señor, somos incompatibles” reemplazan con ventaja a la vulgar
expresión “Vaya a bañarse; si lo veo de nuevo, lo mato”.
Inconducta, s. Infracción de la ley que
posee menos dignidad que la felonía y no autoriza el ingreso en la mejor
sociedad criminal.
Incubo, s. Miembro de una raza de
demonios extraordinaria-mente impúdicos que, aunque no del todo extinguidos,
han conocido mejores noches. Para una descripción completa de los “incubi”
y los “succubi” (y también de las “incubae” y las “succubae”),
consultar el Liber Demonorum de Protassus (Paris, 1328), donde hay muchas
informaciones curiosas que estarían fuera de lugar en un diccionario destinado
a servir de texto en las escuelas públicas.
Víctor Hugo relata que en las Islas
del Canal de la Mancha ,
el propio Satanás (sin duda tentado más que en otros sitios por la belleza de
las mujeres) suele hacerse el íncubo, con gran alarma y escándalo de las buenas
señoras que, en términos generales, quieren ser fieles a sus votos
matrimoniales. Cierta dama acudió al párroco para averiguar cómo podría, en la
oscuridad, distinguir al osado intruso de su marido.
El santo varón le aconsejó tocarle
la frente para ver si llevaba cuernos; Hugo es lo bastante descortés como para insinuar
sus dudas sobre la eficacia del método.
Indice, s. Dedo que se usa
generalmente para señalar a los malechores.
Indecisión, s. Factor principal del éxito,
porque como dice Sir Thomas Brewbold, “sólo hay una manera de no hacer nada, y
muchas maneras de hacer algo, y entre estas una sola es la correcta; de ahí que
el indeciso que se queda quieto tiene menos probabilidades de equivocarse que
quien se lanza a la acción”.
-Su rápida decisión de atacar -le
dijo cierta vez el general Grant al general Gordon Granger- fue admirable. Sólo
tuvo usted cinco minutos para decidirse.
-Si, señor -respondió el victorioso
subordinado, es importante saber lo que debe hacerse en una emergencia. Cuando
no sé si atacar o retirarme, jamás vacilo: tiro al aire una moneda.
-¿Quiere decir que eso es lo que
acaba de hacer?- Si, mi general, pero le ruego no reprenderme. Desobedecí a la
moneda.
Indefenso, adj. Incapaz de atacar.
Independiente, adj. En política, enfermo de
autorespeto. Es término despectivo.
Indigestión, s. Enfermedad que el paciente
y sus amigos suelen tomar por profunda convicción religiosa e interés en la
salvación de la humanidad. Como dijo el sencillo Piel Roja del desierto: “Yo
bien no reza; gran dolor barriga, mucho Dios”.
Indiscreción, s. Culpa de las mujeres.
Indultar, v. t. Remitir una pena y devolver
al acusado a una vida criminal. Agregar a la fascinación del crimen la
tentación de la ingratitud.
Ineficaz, adj. Dícese de lo que no está
calculado para favorecer nuestros intereses.
Infiel, adj. y s. Dícese, en New York, del
que no cree en la religión cristiana; en Constantinopla, del que cree. Especie
de pillo que no reverencia adecuadamente ni mantiene a teólogos, eclesiásticos,
papas, pastores, canónigos, monjes, mollahs, vudús, hierofantes, prelados, obíes,
abates, monjas, misioneros, exhortadores, diáconos, frailes, hadjis, altos
sacerdotes, muecines, brahamanes, hechiceros, confesores, eminencias,
presbíteros, primados, preben-darios, peregrinos, profetas, imanes,
beneficiarios, clérigos, vicarios, arzobispos, obispos, priores, predicadores,
padres, abadesas, calógeros, monjes mendicantes, curas, patriarcas, bonzos,
santones, canonesas, residenciarios, diocesanos, diáconos, subdiáconos,
diáconos rurales, abdalas, vendedores de hechizos, archidiáconos, jerarcas,
beneficiarios, capitularios, sheiks, talapoins, postulantes, escribas, gurús,
chantres, bedeles, fakires, sacristanes, reverendos, revivalistas, cenobitas,
capellanes, mudjoes, lectores, novicios, vicarios, pastores, rabís, ulemas,
lamas, derviches, rectores, cardenales, prioresas, sufragantes, acólitos,
párrocos, sulíes, muftis y pumpums.
Infralapsario, s. El que se atreve a creer
que Adán no tenía necesidad de pecar, si no quería; por oposición a los
supralapsarios que sostienen que su caída estaba decretada desde el comienzo. A
los infralapsarios se les llama a veces supralapsarios, sin que ello altere la
importancia o lucidez de sus opiniones sobre Adán.
Injusticia, s. De todas las cargas que
soportamos o imponemos a los demás, la injusticia es la que pesa menos en las
manos y más en la espalda.
Inferiae, s (latín). Entre los griegos
y los romanos, sacrificios propiciatorios de los Dei Manes, o almas de los
héroes muertos. Los piadosos antiguos no pudieron inventar dioses suficientes
para satisfacer sus necesidades espirituales, y debieron recurrir a un número
de deidades de relleno que fabricaban con los materiales menos promisorios.
Fue mientras sacrificaba un buey al
espíritu de Agamenón que Laiaides, sacerdote de Áulide, se vio favorecido por
la aparición del espectro de ese ilustre guerrero, quien le narró profticamente
el nacimiento de Cristo y el triunfo del cristianismo, dándole además una
reseña rápida, pero pasablemente completa, de los acontecimientos hasta el
reinado de San Luis. El relato terminó abruptamente en ese punto, debido al
desconsiderado canto de un gallo, que obligó al espectral Rey de Hombres a
volver al trote al Hades. Esta historia tiene un delicado sabor medieval, y
como no se ha podido rastrear su origen más allá del padre Brateille, piadoso
aunque oscuro escritor de la
Corte de San Luis, probablemente no nos equivocaremos si la
consideramos apócrifa, aunque monseñor Capel piense otra cosa.
Influencia, s. En política, un quo
ilusorio que se da a cambio de un quid sustancial.
Infortunio, s. Especie de fortuna que
siempre llega.
Ingenio, s. Sal con que el humorista
americano arruina su cocina intelectual, al omitirla.
Ingenuidad, s. Seductora cualidad que
alcanzan las mujeres mediante largo estudio e intensa práctica con sus
admiradores varones, que de buena gana la confunden con el sencillo candor de
sus hijos.
Ingrato, s. El que recibe un beneficio
de otro, o es objeto de una caridad cualquiera.
Injuria, s. Ofensa que sigue en
gravedad a un desdén.
Inmigrante, s. Persona inculta que piensa
que un país es mejor que otro.
Inmoral, adj. Impráctico. Todo lo que
resulta poco práctico para los hombres, llega a ser considerado perverso e
inmoral. Si las nociones humanas del bien y del mal tuvieran otra base que la
utilidad; si se originaran, o pudieran originarse, de otro modo; si las
acciones tuvieran en sí mismas un carácter moral independiente de sus
consecuencias; entonces toda la filosofía sería una mentira, y la razón una
enfermedad de la mente.
Innato, adj. Natural, inherente, como
las ideas innatas, que poseemos al nacer, porque nos fueron dadas antes de
venir al mundo. La doctrina de las ideas innatas es una de las más admirables
creencias de la filosofía, siendo ella misma una idea innata y por lo tanto
irrefutable, aunque Locke neciamente creyó “ponerle un ojo en compota”. Al
número de las ideas innatas ya clasificadas, debemos agregar la creencia en
nuestra capacidad para dirigir un diario, en la grandeza de nuestro país, en la
superioridad de nuestra civilización, en la importancia de nuestros asuntos
personales y en el interés que nuestras enfermedades presentan para los demás.
Inscripción, s. Una cosa escrita sobre otra
cosa. Hay muchas clases de inscripciones, pero en general están destinadas a
conmemorar la fama de alguna persona ilustre y transmitir a épocas distantes el
recuerdo de sus servicios y virtudes. A esta clase de inscripciones, pertenece
el nombre de John Smith, escrito a lápiz sobre el monumento a Washington. He
aquí algunos ejemplos de inscripciones recordatorias en lápidas (ver Epitafio).
Mi cuerpo yace en el suelo
Mas el alma subió al cielo;
Pero el Día llegará
Y mi cuerpo se alzará
Para que del cielo goce.
1812.
Ella sufrió sin queja su dolencia
Fue inútil el auxilio de la
ciencia;
La muerte de pesares la libró;
Con su esposo en el Cielo se
reunió.
“Aquí yace Jeremías Arbol. Fue
abatido el 9 de mayo de 1862 a los 27 años, 4 meses y 12 días. Indígena.”
Insensible, adj. Dotado de gran fortaleza
para soportar los males que aquejan a los demás.
Cuando le dijeron a Zenón que uno
de sus enemigos había muerto, se lo vio profundamente conmovido.
-¡Qué! -exclamó uno de sus
discípulos. ¿Lloras la muerte de un enemigo?
-Ah, es cierto -repuso el gran
estoico. Pero deberías verme sonreír ante la muerte de un amigo.
Insignias, s. Distintivos, joyas y trajes
de órdenes antiguas y venerables como: los Caballeros de Adán; los Visionarios
del Divino Blablá; la
Antigua Orden de los Modernos Trogloditas; la Liga de la Santa Farsa ; la Dorada Falange de
los Falangistas Marsupiales; la Gentil Sociedad de Vagabundos Expurgados; la Mística Alianza de
Exquisitos Regalianos; las Damas y Caballeros del Perro Amarillo; la Oriental Orden de
los Hijos de Occidente; La
Orfandad de los Insufribles; los Guerreros de Arco Largo; los
Guardianes de la Gran
Cuchara de Cuerno; la Banda de Bestias; la Impenitente Orden
de Azotadores de Esposas; la
Sublime Legión de Conspicuos Rimbom-bantes; los
Adoradores del Santuario
Galvanoplstico; los Inaccesibles Resplandecientes; los Jenízaros del Pavorreal;
la Gran Cábala
de Sedentarios; la
Fraternidad de los Verrugosos; la Cooperativa del
Candelero; los Discípulos Militantes de la Fe Oculta ; los Caballeros Defensores del Perro
Doméstico; los Guardianes de la Letrina Mística ; la Misteriosa Orden
del Manuscrito Indescifrable; Los Monarcas del Mérito y el Hambre; los Prelados
de la Bañera y
la Espada.
Insurrección, s. Revolución fallida. Fracaso
de opositores que pretenden reemplazar un gobierno malo por otro desastroso.
Intemperie, s. Lugar donde ningún gobierno
ha podido cobrar impuestos. Su función principal es inspirar a los poetas.
Intención, s. Conciencia del predominio
que un grupo de influencias ejerce en nuestro espíritu sobre otro grupo de
influencias.
Efecto cuya causa es la inminencia,
real o supuesta, de un acto involuntario.
Intérprete, s. El que permite a dos
personas de distinto idioma comprenderse, repitiendo a cada una lo que
convendría al intérprete que dijera la otra.
Interregno, s. Período durante el cual una
monarquía es gobernada por un lugar aún tibio en el almohadón de un trono. La
experiencia de permitir que ese lugar se enfríe ha dado generalmente malos resultados,
en virtud del entusiasmo que despliegan, para volver a calentarlo, numerosas
personas dignas.
Intimidad, s. Relación a que son
providencialmente arrastrados los necios a fin de destruirse.
Inventor, s. Persona que construye un
ingenioso ordenamiento de ruedas, palancas, y resortes, y cree que eso es
civilización.
Ira, s. Enojo de grado y cualidad
superiores que corresponde a personajes encumbrados y a ocasiones importantes:
como “la ira de Dios”, “los días de ira”, etc. Los antiguos consideraban
sagrada la ira de los reyes y de los sacerdotes, porque generalmente podía
manifestarse a través de un dios. Los griegos frente a Troya fueron tan
hostigados por Apolo, que saltaron de la sartén de la ira de Crises al fuego de
la cólera de Aquiles, aunque Agamenón, el único ofensor, no resultó asado ni
quemado. Inmunidad parecida gozó David cuando incurrió en la cólera de Yahveh
por censar a su pueblo, del que setenta mil pagaron la pena con sus vidas. En
la actualidad Dios es Amor y los censistas pueden cumplir su trabajo sin temor
al desastre.
Irreligión, s. La más importante entre las
grandes creencias de este mundo.
1.007. Briece (Ambrose)
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