Paciencia, s. Forma menor de la
desesperación, disfrazada de virtud.
Pagano, s. Ser descarriado que incurre
en la locura de adorar lo que puede ver y sentir.
Palacio, s. Residencia bella y costosa,
particularmente la de un gran funcionario. La residencia de un alto dignatario
de la Iglesia
se llama palacio; la del fundador de su religión se llamaba pajar o pesebre.
El progreso existe.
Palillos de incienso. Pajuelas que queman los
chinos, en el ejercicio de sus payasadas paganas, imitando ciertos ritos sagrados
de nuestra santa religión.
Palma, s. Arbol. Una de sus
variedades más difundidas y más asiduamente cultivadas es la “palma
pruriginosa” (Palma hominis). Este noble vegetal exuda una especie de goma
invisible, que puede detectarse aplicando a la corteza una moneda de oro o de
plata. El metal se adhiere con notable tenacidad. Los frutos de la palma
pruriginosa son tan amargos e insatisfacto-rios, que un porcentaje considerable
suelen regalarse en forma de “bene-ficencia”.
Pandemonium, s. Literalmente, Lugar de
Todos los Demonios.
La mayoría de ellos han ido a
refugiarse en la política y las finanzas, y el lugar se usa ahora como salón de
conferencias del Reformador Vocinglero. Cuando son perturbados por su voz, los
antiguos ecos clamorean apropiadas respuestas que halagan mucho su orgullo.
Panegírico, s. Elogio de una persona que
tiene las ventajas del dinero o del poder; o que ha tenido la deferencia de
morirse.
Pantalón, s. Prenda que cubre la parte
inferior del adulto civilizado de sexo masculino. Es de forma tubular y no
posee goznes en los puntos de flexión. Se supone que fue inventado por un
humorista.
Panteísmo, s. La doctrina de que todo es
Dios, por oposición a la doctrina de que Dios es todo.
Pantomima, s. Representación teatral en
que se narra una historia sin hacer violencia al lenguaje. Es la forma menos
desagradable de acción dramática.
Pañuelo, s. Pequeño cuadrado de seda o
de hilo, que se usa para varias funciones innobles alrededor de la cara, y
resulta especialmente útil en los velatorios para resaltar la ausencia de
lágrimas. El pañuelo es de invención reciente; nuestros antepasados, que no lo
conocían, usaban la manga. Cuando Shakespeare lo introduce en “Otelo”, incurre
en un anacronismo: Desdémona se limpiaba la nariz con las faldas, mientras que
el doctor Walker y otros reformadores de nuestros días lo hacen con los
faldones de la levita -prueba de que las revoluciones a veces retroceden.
Paraíso, s. Lugar donde los malvados
cesan de perturbarnos hablando de sus asuntos personales, y los buenos escuchan
con atención mientras exponemos los nuestros.
Pasado, s. Pequeña fracción de la
eternidad de la que tenemos un leve y lamentable conocimiento. Una línea móvil
llamada Presente lo separa de un período imaginario llamado Futuro. Estas dos grandes
porciones de la Eternidad
una de las cuales borra continuamente a la otra, son eternamente distintas.
Una está oscurecida por la pena y el desengaño, la otra iluminada por la
prosperidad y la alegría. El Pasado es la región de los sollozos, el Futuro, el
reino del canto. En uno se acurruca la Memoria , vestida con un sayal, la cabeza cubierta
de ceniza, musitando plegarias penitenciales; en la luz solar del otro vuela la Esperanza llamándonos a
los templos del éxito y los pabellones del placer. Sin embargo, el Pasado es el
Futuro de ayer, el Futuro es el Pasado de mañana. Son una misma cosa: el
conocimiento y el sueño.
Pasaporte, s. Documento que se inflige
traidoramente a un ciudadano que sale de su país, denunciándolo como extranjero
y exponiéndolo al ultraje y la reprobación.
Pasatiempo, s. Artificio para la
representación de “misterios” en que el principal actor es trasladado al cielo.
En los Estados Unidos, el patíbulo es notable por la cantidad de personas que
escapan a él.
Patriota, s. El que considera superiores
los intereses de la parte a los intereses del todo. Juguete de políticos e
instrumento de conquistadores.
Patriotismo, s. Basura combustible
dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso.
En el famoso diccionario del doctor
Johnson, el patriotismo se define como el último recurso de un pillo. Con el
respeto debido a un lexicógrafo ilustre, aunque inferior, sostengo que es el
primero.
Pavo, s. Ave de gran tamaño cuya
carne, al ser comida en ciertos aniversarios religiosos, tiene la singular
propiedad de testimoniar devoción y gratitud.
Paz, s. En política internacional,
época de engaño entre dos épocas de lucha.
Peatón, s. Para un automóvil, parte
movediza (y audible) del camino.
Pedigré, s. Parte conocida del camino
que conduce de un antepasado arbóreo con una vejiga natatoria, a un
descendiente urbano con un cigarrillo.
Peligro, s. Bestia salvaje que el
hombre desprecia cuando está dormida, y de la que huye cuando despierta.
Pena capital, s. Castigo de cuya justicia y
eficacia dudan muchas personas dignas, inclusive los asesinos.
Pérdida, s. Privación de lo que
teníamos, o de lo que no teníamos.
Así, se dice de un candidato
derrotado que “perdió la elección”; o del eminente poeta Gilder que “perdió la
chaveta”.
Peregrino, s. Viajero a quien se toma en
serio. Padre Peregrino: aquél que abandonó Europa en 1620 porque no lo dejaban
cantar salmos con la nariz, y viajó en pos de ese órgano hasta Massachussetts,
donde pudo personificar a Dios según los dictados de su conciencia.
Pereza, s. Injustificada dignidad de
modales en una persona de baja categoría.
Perfección, s. Estado o cualidad
imaginarios que se distinguen de lo real por un elemento llamado excelencia.
Atributo de los críticos. El director de una revista inglesa recibió una carta
que criticaba sus opiniones y su estilo, firmada “Perfección”. Rápidamente
garabate al pie: “No estoy de acuerdo con usted” y se la remitió a Matthew
Arnold.[1]
Peripatético, adj. Que camina de aquí para
allá. Relativo a la filosofía de Aristóteles quien, al exponerla, caminaba de
un lado a otro, para eludir las objeciones de sus discípulos. Precaución
innecesaria, ya que ellos ignoraban el tema tanto como él.
Perogrullada, s. Elemento fundamental y
gloria insigne de la literatura popular. Un pensamiento que ronca en palabras
que humean.
Sabiduría de un millón de necios en
boca de un tonto. Sentimiento fósil en roca artificial. Moraleja sin fábula.
Todo lo que es mortal de una verdad fenecida. Pocillo de moralina y leche.
Rabadilla de un pavo real desplumado. Medusa que se marchita al borde del mar
del pensamiento.
Cacareo que sobrevive al huevo.
Epigrama desecado.
Perorata, s. Explosión de un cohete
oratorio. Encandila, mas para un observador de nariz apropiada, su rasgo
distintivo es el olor de las distintas clases de pólvora con que ha sido
preparada.
Perro, s. Especie de Divinidad
adicional o suplementaria, destinada a recibir el excedente del fervor
religioso del mundo. Este Ser Divino, en algunas de sus encarnaciones más
pequeñas y sedosas, ocupa en el corazón de la Mujer el lugar a que ningún hombre aspira.
El Perro es una supervivencia, un
anacronismo. No trabaja, ni hila, pero Salomón en toda su gloria jamás yació
todo el día en una estera, engordando al sol, mientras su amo trabajaba para
poder comprarun ocioso meneo de la cola salomónica y una mirada de tolerante
reconocimiento.
Perseverancia, s. Virtud interior que permite
al mediocre alcanzar un éxito sin gloria.
Pesimismo, s. Filosofía impuesta al
observador por el desalentador pre-dominio del optimista, con su esperanza de
espantapájaros y su abominable sonrisa.
Piano, s. Utensilio de salón para
domar al visitante impenitente.
Se hace funcionar deprimiendo las
teclas y el espíritu de los oyentes.
Picota, s. Artificio mecánico para infligir
distinción personal, prototipo del moderno periódico dirigido por personas de
austera virtud y vida intachable.
Piel roja, s. Indio norteamericano cuya
piel no es roja, al menos por afuera.
Pillo, s. Tonto considerado bajo otro
aspecto. Hombre cuyas cualidades, preparadas para la exhibición como una caja
de fresas en un mercado -las mejores arriba- han sido abiertas del lado que no
corresponde.
Un caballero al revés.
Pintura, s. Arte de proteger de la
intemperie superficies planas, y de exponerlas a los críticos.
Piratería, s. Comercio sin los pañales de
la fantasía, tal como Dios lo hizo.
Pirronismo, s. Antigua filosofía, que toma
el nombre de su inventor.
Predicaba una absoluta incredulidad
en todo, salvo el pirronismo. Esa última incredulidad ha sido agregada por sus
expositores modernos.
Placer, s. La forma menos detestable
del tedio.
Plaga, s. En la antigüedad, castigo
colectivo infligido a los inocentes para iluminar a sus gobernantes, como en el
caso muy conocido de Faraón el Inmune. Las plagas que nos azotan hoy no son
felizmente otra cosa que la manifestación casual de una Naturaleza perversa,
pero insensata. Plagiar, s. Asumir el pensamiento o el estilo de otro escritor,
a quien uno jamás ha leído.
Plagio, s. Coincidencia literaria
entre una prioridad carente de mérito y una posterioridad honorable.
Planear, v t. Preocuparse por el mejor
método de conseguir un resultado casual.
Platónico, adj. Relativo a la filosofía de
Sócrates. Amor platónico es el nombre que dan los tontos al afecto entre una
incapacidad y una helada.
Plebeyo, s. Romano antiguo que en la
sangre de su país no manchaba nada más que las manos. A diferencia del
patricio, que era una solución saturada.
Plebiscito, s. Votación popular para
establecer la voluntad del amo.
Pleito, s. Máquina en la que se entra
en forma de cerdo y se sale en forma de salchicha.
Plenipotenciario, adj. Provisto de plenos poderes.
Un ministro pleni-potenciario es un diplomático a quien se otorga absoluta
autoridad con la condición de que nunca la ejerza.
Pleonasmo, s. Ejército de palabras que
escolta a un sargento de pensamiento.
Plomo, s. Metal pesado, de color gris
azulado, que se usa mucho para dar estabilidad a los amantes livianos,
particularmente a los que aman mujeres ajenas. El plomo es también muy útil
como contra-peso de un argumento tan sólido que inclina la balanza de la
discusión hacia el lado del adversario.
Un hecho interesante en la química
de la controversia inter-nacional, es que en el punto de contacto de dos
patriotismos, el plomo se precipita en grandes cantidades.
Pluma, s. Implemento de tortura
producido por un ganso, y generalmente usado por un asno. La pluma de acero es
usada por el mismo eterno Personaje.
Pobreza, s. Lima para que claven los
dientes las ratas de la reforma.
El número de planes para abolirla
iguala al de reformadores que la padecen más el de filósofos que la ignoran.
Sus víctimas se distinguen por la posesión de todas las virtudes, y por su fe
en líderes que quieren conducirlas a una prosperidad donde creen que esas virtudes
son desconocidas.
Policía, s. Fuerza armada destinada a
asegurar la protección al expolio.
Poligamia, s. Capilla de expiación
provista de varios reclinatorios penitenciales, a diferencia de la monogamia,
que sólo tiene uno.
Política, s. Conflicto de intereses
disfrazados de lucha de principios.
Manejo de los intereses públicos en
provecho privado.
Político, s. Anguila en el fango
primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad organizada.
Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que tiembla el edificio.
Comparado con el estadista, padece la desventaja de estar vivo.
Pólvora, s. Medio que emplean las
naciones civilizadas para arreglar disputas que podrían volverse molestas si no
se las resolviera.
La mayoría de los autores atribuyen
la invención de la pólvora a los chinos, aunque sin pruebas convincentes.
Milton dice que fue inventada por el diablo para dispersar a los ángeles, y
esta opinión parece sustentada por la escasez de ángeles. Además, cuenta con la
entusiasta aprobación del Honorable James Wilson, secretario de Agricultura.
El secretario Wilson se interesó en
la pólvora a raíz de un incidente que ocurrió en la granja experimental del
gobierno en el distrito de Columbia. Un día, hace varios años, un miserable que
no tenía el menor respeto por las grandes dotes personales del secretario, le
regaló un saquito de pólvora, diciéndole que eran semillas de “Stridosus
Instantaneus”, cereal patagónico de gran valor comercial y admirablemente
adaptado a ese clima, y aconsejándole sembrarlo a lo largo de un surco. El buen
secretario puso manos a la obra, y ya había trazado un continuo reguero a lo
largo de un campo de diez acres, cuando le hizo volver la cabeza un grito del
generoso donante que, acto seguido, dejó caer una cerilla sobre el extremo del
reguero. El contacto con la tierra había humedecido algo la pólvora, pero aun
así el asombrado funcionario se vio perseguido por una alta columna de fuego y
humo que avanzaba ferozmente. Se quedó un momento paralizado y mudo, pero en seguida
recordó una cita previa y, dejando todo, se ausentó con celeridad tan
sorprendente que quienes lo vieron lo tomaron por un rayo que atravesaba siete
aldeas, negándose a detenerse bajo ningún pretexto.
-Santo Dios, ¿qué es eso? -exclamó
el ayudante de un agri-mensor, haciendo visera con una mano y contemplando
aquel bólido agrícola que bisecaba el horizonte visible.
-Eso -dijo el agrimensor observando
despre-ocupadamente el fenómeno y volviendo a centrar la atención en su
teodolito- es el meridiano de Washington.
Populista, s. Patriota fósil del
primitivo período agrícola, que suele encontrarse en los antiguos yacimientos
de piedra jabón rojiza, en el estado de Kansas; caracterizado por una
envergadura poco común de las orejas que, según algunos naturalistas, le
permitían volar, aunque los profesores Morse y Whitney observan ingeniosamente
que, en ese caso, habría ido a otra parte. En el pintoresco idioma de la época,
del que nos han llegado algunos fragmentos, era conocido como “el problema de
Kansas.[2]
Portátil, adj. Expuesto a propiedad
mutable merced a vicisitudes de la posesión.
Portugueses,
s. Especie de gansos nativos de Portugal. Prácticamente carecen de
plumas y no son muy comestibles, aun aderezados con ajo.
Poseso, adj. Trastornado por un espíritu
maligno, como los cerdos de Gadarene y otros críticos. La posesión demoníaca
era antaño más frecuente que ahora. Arasthus nos habla de un campesino que era
ocupado por un demonio diferente cada día de la semana, y el domingo por dos.
Se los veía a menudo, siempre caminando a su sombra, pero finalmente fueron
expulsados por el notario de la aldea, que era un santo varón; cierto es que
con ellos desapareció también el campesino, pues se lo llevaron. Un demonio
expulsado de una mujer por el Arzobispo de Rheims corrió por las calles,
perseguido por un centenar de personas hasta llegar a campo abierto donde dio
un brinco más alto que el campanario de una iglesia y escapó convertido en
pájaro. Un capellán del ejército de Cromwell exorcisó a un soldado arrojándolo
al agua, donde su demonio salió a la superficie. No ocurrió lo mismo,
infortunada-mente, con el soldado.
Positivismo, s. Filosofía que niega nuestro
conocimiento de lo Real y afirma nuestra ignorancia de lo Aparente. Su
exponente más largo es Comte; el más ancho, Mill, y el más espeso, Spencer.
Posteridad, s. Tribunal de apelaciones que
anula el juicio de los contemporáneos de un autor popular, a iniciativa del más
oscuro de sus competidores.
Potable, s. Apto para beber. Se dice
que el agua es potable, y algunos llegan a declararla nuestra bebida natural,
aunque sólo la encuentren agradable cuando padecen de esa dolencia recurrente
llamada sed que se cura con el agua. En todas las épocas y países (salvo los
menos civilizados) el hombre ha desplegado el máximo de ingenio en la invención
de sustitutos del agua. Sostener que esta aversión general por ella no se basa
en el instinto de conservación de la raza, es ser poco científico, y sin la
ciencia somos como las culebras y los sapos.
Potro (de tormento). Implemento argumentativo
muy usado antaño para inducir a los devotos de un credo falso a que abrazaran
la fe viviente. El potro nunca tuvo mucha eficacia como señuelo de infieles y
actualmente ha caído en el desprestigio popular.
Preadánico, s. Miembro de una raza
experimental y aparentemente insatisfactoria que precedió a la Creación y vivió en
condiciones difíciles de concebir. Melsius cree que habitaban el “Vacío” y que
estuvieron a mitad de camino entre los peces y las aves. Poco se sabe de ellos
salvo que proveyeron a Caín de una esposa y a los teólogos de una controversia.
Precedente, s. En jurisprudencia decisión,
regla o práctica previas que en ausencia de una ley definida cobran el vigor y
la autoridad que al juez se le ocurra darles, cosa que simplifica grandemente
su tarea de hacer lo que le plazca. Como hay precedentes para todo le bastará
ignorar los que contrarían su interés y acentuar los que favorecen su deseo. La
invención del precedente eleva el proceso del nivel inferior de una ordalía fortuita
a la noble condición de un arbitraje caprichoso.
Precio, s. Valor más una suma
razonable por el desgaste que sufre la conciencia al exigirlo.
Precipitación, s. Prisa de los torpes.
Predestinación, s. Doctrina de que todo ocurre
según un programa.
No debe confundirse con la doctrina
de la predeterminación que dice que todas las cosas están programadas pero no
afirma que ocurran, pues eso está apenas implicado en otras doctrinas de las
que ésta deriva.
La diferencia es lo bastante grande
como para haber inundado a la
Cristiandad de tinta y no hablemos de sangre. Si uno
distingue perfectamente entre ambas doctrinas y cree con fervor en las dos
puede llegar a salvarse, salvo que ocurra lo contrario.
Predeterminación, s. Esta palabra parece fácil
de definir, pero cuando pienso que piadosos y eruditos teólogos se han pasado
largas vidas explicándola y han escrito bibliotecas enteras para explicar sus
explicaciones; cuando recuerdo que la diferencia entre predeterminación y
predestinación dividió a las naciones y originó sangrientas batallas; que se
han gastado caudales millonarios para probar y refutar su compatibilidad con el
libre albedrío y con la eficacia de la oración y de la vida religiosa; cuando
contemplo esos hechos atroces en la historia del mundo, me quedo abrumado ante
el formidable problema de esta definición, bajo los ojos espirituales temiendo
contemplar su portentosa magni-tud, me descubro reverentemente, y con toda
humildad remito al lector a Su Eminencia el Cardenal Gibbons y su Ilustrísima
el obispo Potter.
Predilección, s. Etapa preparatoria del
desengaño.
Preexistencia, s. Factor no tenido en cuenta
en la creación.
Preferencia, s. Sentimiento o estado de
ánimo inducido por la creencia errónea de que una cosa es mejor que otra.
Un filósofo antiguo estaba
convencido de que la vida no es mejor que la muerte. Un discípulo le preguntó
por qué, entonces, no se suicidaba.
-Porque la muerte no es mejor que
la vida -respondió el filósofo.
-Pero es más larga.
Prehistórico, adj. Perteneciente a un período
primitivo y a un museo. Anterior al arte y práctica de perpetuar falsedades.
Prejuicio, s. Opinión vagabunda sin
medios visibles de sostén.
Prelado, s. Dignatario eclesiástico
dotado de un grado superior de santidad y de un gordo estipendio. Miembro de la
aristocracia celestial.
Caballero de Dios.
Prerrogativa, s. Derecho de un soberano a
obrar mal.
Presagio, s. Señal de que algo ocurrirá
si no ocurre nada.
Presbiteriano, s. Alguien convencido de que
todas las autoridades de la
Iglesia deberían llamarse presbíteros.
Presentable, s. Abominablemente ataviado
según la moda del lugar y la época.
En Boorioboola Gha un hombre está
presentable en ocasiones de gala si lleva el abdomen pintado de azul brillante
y usa una cola de vaca; en Nueva York puede, si lo desea, prescindir de la
pintura, pero al caer la noche debe llevar dos colas hechas de lana de oveja y
teñidas de negro.
Presentación, s. Ceremonia social inventada
por el demonio para gratificar a sus siervos y atormentar a sus enemigos. La
presentación alcanza su desarrollo más perverso en los Estados Unidos y, de
hecho, guarda estrecha relación con nuestro sistema político.
Puesto que cualquier norteamericano
es igual a otro norte-americano, se deduce que cualquiera tiene el derecho de
conocer a cualquiera, lo que implica el derecho a ser presentado sin previa
solicitud ni permiso. La
Declaración de Independencia debería estar redactada así:
“Sostenemos que estas verdades son evidentes de por sí: que todos los hombres
son creados iguales; que el Creador lo ha dotado de ciertos derechos
inalienables; que entre ellos se cuenta la vida, y el derecho a arruinar la
vida de otro rodeándolo de incalculables conocidos; la libertad, y en
particular la libertad de presentar unas personas a otras sin averiguar si no
se conocen ya como enemigos; y la persecución de la felicidad del prójimo
mediante una jauría de desconocidos”.
Presente, s. Parte de la eternidad que
separa el dominio del desengaño del reino de la esperanza.
Presidente, s. Cerdo engrasado en los
juegos al aire libre de la política norteamericana.
Presidente, s. Figura dominante en un
grupito de hombres que son los únicos de los que se sabe con certeza que la
inmensa mayoría de sus compatriotas no deseaban que llegaran a la presidencia.
Prevaricador, s. Mentiroso en estado de
crisálida.
Primado, s. Cabeza de una Iglesia,
especial-mente de una Iglesia estatal, sostenida por contri-buciones
involuntarias. El Primado de Inglaterra es el Arzobispo de Canterbury, amable y
anciano caballero que en vida ocupa el Palacio de Lambeth, y en muerte la Abadía de Westminster.
Generalmente está muerto.
Prisión, s. Lugar de castigos y
recompensas. El poeta nos asegura que: “No los muros de piedra hacen
prisiones”, pero una combinación del muro de piedra, el parásito político y el
profesor de moral no es el jardín de las delicias.
Privativo, adj. En lenguaje forense dícese
de la propiedad individual de tierras, por oposición al condominio. Algunas
tribus de indios son ya bastante civilizadas para tener en dominio privativo
las tierras que antes poseían como organizaciones tribales y que no podían
vender a los blancos por abalorios y whisky de patatas.
Proboscis, s. Organo rudimentario que usa
un elefante en lugar del tenedor y el cuchillo que la Evolución sigue
negándole. Con fines humorísticos se le llama popularmente trompa.
Procaz, adj. Dícese del lenguaje que
usan otros para criticarnos.
Proceso, s. Investigación formal
destinada a probar y consignar por escrito el carácter intachable de jueces,
abogados y jurados. Para conseguir esto, es necesario proveer un contraste en
la persona de alguien a quien se llama defendido, prisionero o acusado. Si el
contraste queda establecido con suficiente claridad, esa persona es sometida a
un castigo suficiente para dar a los virtuosos caballeros el reconfortante
sentimiento de su inmunidad, agregado al de su mérito. En nuestros días, el
acusado es generalmente un ser humano, o un socialista, pero en el Medioevo
fueron procesados animales, peces, reptiles e insectos.
Una bestia que hubiera causado la
muerte de un hombre, o practicado la brujería, era debidamente arrestada y
procesada, y si resultaba culpable, ejecutada por el verdugo público. Los
insectos que devastaban sembrados, huertas o viñedos, eran citados ante un
tribunal civil, para declarar por sí o por medio de un abogado, y pronunciados
el testimonio, el argumento y la condena, si seguían “in contumaciam”, se
llevaba el caso a un alto tribunal eclesiástico, que los excomulgaba y
anatematizaba.
En una calle de Toledo se arrestó,
juzgó y condenó a unos cerdos que perversamente pasaron corriendo entre las
piernas del virrey, causándole gran sobresalto. En Nápoles se condenó a un asno
a morir en la hoguera, aunque al parecer la sentencia no fue ejecutada.
D'Addosio ha extraído de los anales
judiciales numerosos procesos contra cerdos, toros, caballos, gallos, perros,
cabras, etc., que según se cree contribuyeron grandemente a mejorar la conducta
y la moral de esos bichos. En 1451 se inició causa criminal contra las
sanguijuelas que infestaban ciertos estanques de Berna, y el obispo de Lausana,
aconsejado por la facultad de la
Universidad de Heidelberg, ordenó que algunos de esos
“gusanos acuáticos” comparecieran ante la magistratura local. Así se hizo, y se
intimó a las sanguijuelas, presentes y ausentes, que en plazo de tres días
abandonaran los sitios que habían infestado, so pena de “incurrir en la
maldición de Dios”. Los voluminosos expedientes de esta causa célebre no dicen
si las inculpadas arrostraron ese castigo o si se marcharon en el acto de esa
inhóspita jurisdicción.
Profecía, s. Arte y práctica de vender
nuestra credibilidad con entrega diferida.
Prójimo, s. Aquél a quien no está
ordenado amar como a nosotros mismos, pero que hace todo lo posible para que
desobedez-camos.
Propiedad, s. Cualquier cosa material,
sin valor particular, que pueda ser defendida por A contra la avidez de B. Todo
lo que satisface la fiebre de posesión en unos y la defrauda en los demás.
Objeto de la breve rapacidad del hombre, y de su larga indiferencia.
Providencial, adj. Dícese de lo que es notoria
e inesperada-mente beneficioso para quien lo describe.
Prórroga, s. Suspensión de hostilidades
contra un asesino sentenciado, para que el Ejecutivo averigüe si el crimen no
fue cometido por el fiscal. Cualquier ruptura en la continuidad de una
expectativa desagradable.
Proyectil, s. Último árbitro de las
disputas internacionales. Antes esas disputas se resolvían mediante el contacto
físico de los contendores, con los sencillos argumentos que podía suministrar
la rudimentaria lógica de los tiempos: la espada, la lanza, etc. Con el aumento
de la prudencia en los asuntos militares, el proyectil se impuso cada vez más,
y ahora es estimadísimo por los más valientes. Su defecto capital es que exige
atención personal en el punto de propulsión.
Prueba, s. Evidencia que tiene un
matiz más de plausibilidad que de inverosimilitud. Testimonio de dos testigos
creíbles, opuesto al de uno solo.
Publicar, v. i. En asuntos literarios,
situarse en la base de un cono de críticos.
Puerco, s. Animal (Porcus Omnívorus)
estrechamente emparentado con la raza humana por el esplendor y vivacidad de su
apetito, que, sin embargo, es menos amplio, pues retrocede frente al cerdo.
Puerto, s. Lugar donde los barcos que
escapan a la ira de las tormentas quedan expuestos a la furia de los aduaneros.
1.007. Briece (Ambrose)
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