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domingo, 19 de enero de 2014

El diccionario del diablo - E

Economía, s. Compra del barril de whisky que no se necesita por el precio de la vaca que no se tiene.
Educación, s. Lo que revela al sabio y esconde al necio su falta de comprensión.
Ecuanimidad, s. Disposición de soportar ofensas con humilde compostura, mientras se madura un plan de venganza.
Efecto, s. El segundo de dos fenómenos que ocurren siempre en el mismo orden. Se dice que el primero, llamado Causa, genera al segundo. Sería igualmente sensato, para quien nunca hubiera visto un perro persiguiendo un conejo, afirmar que el conejo es la causa del perro.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Egoísta, adj. Sin consideración por el egoísmo de los demás.
Ejecutivo, s. Rama del gobierno que hace cumplir los deseos del legislativo hasta que el poder judicial los declara nulos y sin efecto.
Damos a continuación un extracto de un viejo libro titulado “El Selenita Perplejo” (Pfeiffer & Co., Boston, 1803):
Selenita.- Entonces, cuando vuestro Congreso ha aprobado una ley, ¿va inmediatamente a la Suprema Corte para que dictamine si es constitucional?
Terráqueo.- ¡Oh no! la ley no necesita la aprobación de la Suprema Corte. A veces pasan años antes de que un abogado la objete en nombre de su cliente. Si el presidente la aprueba, entra en vigor en el acto.
Selenita.- Ah, el poder ejecutivo es parte del legislativo. ¿Y la policía también debe aprobar los edictos que hace cumplir?
Terráqueo.- Todavía no... En términos generales, sin embargo, todas las leyes exigen la aprobación de aquellos a quienes se proponen reprimir.
Selenita.- Ya veo. La sentencia de muerte no es válida hasta que no la firma el asesino.
Terráqueo.- Amigo mío, usted exagera. No somos tan coherentes.
Selenita.- Pero este sistema de mantener una costosa maquinaria judicial que sólo se pronuncia sobre la validez de las leyes mucho después de que han empezado a ejecutarse, y sólo en el caso de que un ciudadano particular las someta a la Corte, ¿no provoca una gran confusión?
Terráqueo.- Así es, en efecto.
Selenita.- ¿Por qué entonces no hacer convalidar las Leyes por la Suprema Corte, antes que por el presidente?
Terráqueo.- Porque ese sistema no tiene precedente.
Selenita.- ¿Qué es un precedente?
Terráqueo.- Algo que ha sido definido por trescientos juristas a razón de tres volúmenes cada uno. ¿Cómo podríamos saberlo?
Elector, s. El que goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.
Electricidad, s. Fuerza causante de todos los fenómenos naturales a los que no se puede atribuir otra causa. Es la misma cosa que el rayo, y su famosa tentativa de fulminar al doctor Franklin es uno de los más pintorescos incidentes en la carrera de ese hombre grande y bueno.
La memoria del doctor Franklin es justamente venerada, sobre todo en Francia, donde recientemente se exhibió una efigie de cera que lo representaba, con esta conmovedora reseña de su vida y sus servicios a la ciencia: Monsieur Franklin, inventor de la electricidad. Este ilustre sabio, después de realizar varios viajes alrededor del mundo, murió en las Islas Sandwich y fue devorado por los salvajes, sin que jamás se recuperase de él un solo fragmento.
La electricidad parece destinada a jugar un papel importantísimo en las artes y la industria. El problema de su aplicación económica a ciertos fines aún no está resuelto pero se ha probado que impulsa un tranvía mejor que un pico de gas, y da más luz que un caballo.
Elegía, s. Composición en verso, donde sin emplear ninguno de los métodos del humorismo, el autor intenta producir en la mente del lector la más profunda depresión. El ejemplo inglés más célebre empieza más o menos así:
El perro anuncia el moribundo día, La grey mugiendo hacia el redil se aleja, A casa el sabio el lento paso guía Y el mundo a mis estupideces deja.[1]
Elíseo, s. País imaginario y encantador que los antiguos neciamente creían habitado por las almas de los buenos. Esta fábula ridícula  y maliciosa fue barrida de la superficie de la tierra por los primeros cristianos: ¡que sus almas sean felices en el Cielo!
Elocuencia, s. Arte oral de persuadir a los tontos de que lo blanco es blanco. Incluye el don de hacer creer que cualquier color es blanco.
Elogio, s. Tributo que pagamos a realizaciones que se parecen a las nuestras sin igualarlas.
Emancipación, s. Cambio por el que un esclavo trueca la tiranía de otro por el propio despotismo.
Embalsamar, v. t. Defraudar a la vegetación, aprisionando los gases de que se alimenta. Embalsamando sus muertos y, en consecuencia, perturbando el equilibrio natural entre vida animal y vegetal, los egipcios convirtieron un país fértil y poblado en otro estéril e incapaz de alimentar a sus escasos habitantes. El moderno sistema de entierro en un ataúd metálico es un paso en la misma dirección, y más de un hombre muerto que, a estas horas, convertido en árbol, debería estar ornando el parque del vecino, o enriqueciendo su mesa en forma de rabanitos, se ve condenado a una larga inutilidad. Si sobrevivimos y esperamos un poco, conseguiremos aprovecharlo, pero entretanto la violeta y la rosa languidecen por falta de un mordisco de su “glutoeus maximus”.
Embuste, s. Mentira que no ha cortado los dientes. La mayor aproximación a la verdad de un mentiroso consuetudinario en el perigeo de su órbita excéntrica.
Emoción, s. Enfermedad postrante causada por el ascenso del corazón a la cabeza. A veces viene acompañada de una copiosa descarga de cloruro de sodio disuelto en agua, proveniente de los ojos.
Empalamiento, s. Enfermedad postrante causada por el ascenso del arma que permanece fija en la herida. Esto, sin embargo es inexacto, empalar es, propiamente, dar muerte introduciendo en el cuerpo de la víctima, que está sentada, una estaca recta y puntiaguda. Era una forma común de castigo en muchas naciones de la antigüedad, y sigue estando en boga en China y otras partes de Asia. Hasta comienzos del siglo XV fue extensamente empleada para catequizar a herejes y cismáticos. Wolecraft la llama el “banquillo del arrepentimiento”, y entre el vulgo se decía jocosamente que el empalado “cabalgaba el caballo de una sola pata”. Ludwig Salzmann nos informa que en el Tibet el empalamiento se considera el castigo más apropiado de los crímenes contra la religión; y aunque en China se usa a veces para penar delitos seculares, casi siempre se reserva para casos de sacrificio. Pero al que en la práctica sufre el empalamiento le importa poco establecer qué clase de disidencia, civil o religiosa, le vale semejante incomodidad; aunque indudable-mente experimentaría cierta satisfacción si pudiera contemplarse transfigurado en gallo de veleta sobre la cúpula de la Verdadera Iglesia.
Empujón, s. Una de las dos cosas que llevan al éxito, especialmente en política. La otra es el tirón.
Encomio, s. Una clase especial (aunque no particular) de mentira.
Entendimiento, s. Secreción cerebral que permite a quien la posee distinguir una casa de un caballo, gracias al tejado de la casa. Su naturaleza y sus leyes han sido exhaustivamente expuestas por Locke, que cabalgó una casa, y por Kant, que vivió en un caballo.
Entrañas, s. Estómago, corazón, alma y otros intestinos. Muchos investigadores eminentes no clasifican el alma como una entraña, pero el agudo y prestigioso observador Dr. Gunsaulus está convencido de que nuestra parte inmortal es ese misterioso órgano llamado spleen.
Por lo contrario, el profesor Garret P. Servis sostiene que el alma del hombre es esa prolongación de la médula espinal o de su nocola; y para probar su teoría, señala confiadamente el hecho de que los animales con cola carecen de alma. Frente a ambas teorías, lo mejor es suspender el juicio dando crédito a las dos.
Entusiasmo, s. Dolencia de la juventud, curable con pequeñas dosis de arrepentimiento y aplicaciones externas de experiencia.
Envidia, s. Emulación adaptada a la capacidad más ruin.
Epicúreo, s. Adversario de Epicuro, filósofo abstemio que, sosteniendo que el placer debía ser la meta principal del hombre, no perdió el tiempo en gratificar sus sentidos.
Epigrama, s. Dicho breve y agudo, en prosa o en verso, que a menudo se caracteriza por su acrimonia, y a veces, por su sabiduría. He aquí algunos de los epigramas más notables del erudito e ingenioso doctor Jamrach Holobom:Conocemos mejor nuestras necesidades que las ajenas. Servirse a sí mismo, es economía administrativa.
En cada corazón humano hay un tigre, un cerdo, un asno, y un ruiseñor. La diversidad de los caracte-res, se debe a lo desigual de su actividad.
Existen tres sexos: los hombres, las mujeres y las muchachas.
La belleza en las mujeres y la distinción en los hombres se parecen en que el irreflexivo las toma por una prueba de sinceridad.
En el amor, las mujeres se avergüenzan menos que los hombres.
Tienen menos de qué avergonzarse.
Cuando un amigo te toma afectuosamente ambas manos, estás a salvo; puedes vigilárselas.
Epitafio, s. Inscripción que, en una tumba, demuestra que las virtudes adquiridas por la muerte tienen un efecto retroactivo.
Ermitaño, s. Persona cuyos vicios y locuras no se ejercen en sociedad.
Escarabajo, s. Insecto sagrado de los antiguos egipcios. Presuntamente simbolizaba la inmortalidad y el hecho de que sólo Dios supiera por qué, le daba su peculiar santidad. Es posible que la costumbre de incubar sus huevos en una hoja de estiércol le haya granjeado el favor del clero, y que algún día le procure devoción similar entre nosotros.
Es cierto que el escarabajo norteamericano es un escarabajo inferior, pero el sacerdote norteamericano también es inferior.
Escarificación, s. Forma de penitencia practicada por los devotos medievales. El rito se efectuaba a veces con un cuchillo, a veces con un hierro caliente, pero (dice Arsenius Asceticus) siempre era aceptable si el penitente no se ahorraba dolor ni mutilación inofensiva alguna. La escarificación, como otras groseras penitencias, ha sido actualmente reemplazada por la beneficencia. La fundación de una biblioteca o un donativo a una universidad, infligen al penitente, según se dice, un dolor más agudo y perdurable que el cuchillo o el hierro, y son, pues, un medio más seguro de alcanzar la gracia. Como método penitencial, empero, tiene dos graves inconvenientes: el bien que hace y la mácula de la justicia.
Escriba, s. Escritor profesional de opiniones antagónicas a las nuestras.
Escrituras, s. Los sagrados libros de nuestra santa religión, por oposición a los escritos falsos y profanos en que se fundan todas las otras religiones.
Espalda, s. Parte del cuerpo de un amigo que uno tiene el privilegio de contemplar en la adversidad.
Espejo, s. Plano vítreo sobre el que aparece un efímero espectáculo dado para desilusión del hombre.
El rey de Manchuria tenía un espejo mágico, donde el que miraba, veía, no su imagen, sino la del rey. Cierto cortesano que durante mucho tiempo había gozado del favor real y en consecuencia se había enriquecido más que cualquier otro súbdito, dijo al monarca: “Dame, te lo ruego, tu maravilloso espejo, para que cuando me encuentre apartado de tu augusta presencia pueda, a pesar de todo, rendir homenaje ante tu sombra visible, postrándome día y noche ante la gloria de tu benigno semblante, cuyo divino esplendor nada supera, ¡Oh Sol Meridiano del Universo!”.
Halagado por el discurso, el rey ordenó que el espejo fuese llevado al palacio del cortesano. Pero un día en que fue a visitarlo sin anuncio previo, encontró al espejo en un cuarto lleno de basura, nublado por el polvo y cubierto de telarañas. Esto lo encolerizó tanto, que golpeó el espejo con el puño, rompiendo el cristal y lastimándose cruelmente.
Más enfurecido aún con esta desgracia, ordenó que el ingrato cortesano fuera arrojado a la cárcel, y que el espejo fuese reparado y conducido a su propio palacio. Y así se hizo. Pero cuando el rey volvió a mirarse en el espejo, no vio su imagen, como antes, sino la figura de un asno coronado, con una venda sangrienta en una de las patas: que era lo mismo que siempre habían visto los autores del artificio, y los meros espectadores, sin atreverse a comentarlo. Tras recibir esa lección de sabiduría y caridad, el rey puso en libertad al cortesano, hizo instalar el espejo en el respaldo del trono y reinó largos años con justicia y humildad. Y al morir mientras dormía sentado en el trono, toda la corte vio en el espejo la luminosa figura de un ángel, que sigue allí hasta hoy.
Espiar, v. i. Escuchar secretamente un catálogo de los crímenes y vicios de otro, o de uno mismo.
Erudición, s. Polvillo que cae de un libro a un cráneo vacío.
Esotérico, adj. Abstruso en forma muy particular, y consumada-mente oculto. Las filosofías antiguas eran de dos clases: “exotéricas”, o sea aquellas que los propios filósofos podían com-prender en parte; y “esotéricas”, o sea las que nadie podía com-prender. Estas últimas son las que han afectado más profundamente el pensamiento moderno y las que han tenido mayor aceptación en nuestro tiempo.
Eterno, adj. Dícese de lo que dura para siempre. Es con mucha timidez que me atrevo a ofrecer esa breve y elemental definición, pues no ignoro la existencia de un enorme volumen del ex obispo de Worcester titulado “Definición Parcial de la Palabra Eterno, Tal Como se Usa en la Versión Autorizada de las Santas Escrituras”.
Este libro gozó antaño de mucho prestigio en el seno de la Iglesia Anglicana, y creo que todavía se lo estudia con placer para el intelecto y provecho para el alma.
Etnología, s. Ciencia que estudia las distintas tribus del Hombre: por ejemplo, ladrones, asaltantes, estafadores, burros, lunáticos, idiotas y etnólogos.
Eucaristía, s. Fiesta sagrada de la secta religiosa de los Teófagos.
En esta secta surgió una vez una infortunada disputa acerca de lo que comían. Dicha controversia ha causado ya la muerte a quinientas mil personas, sin que la cuestión se haya aclarado.
Evangelista, s. Portador de buenas nuevas, particularmente (en sentido religioso) las que garantizan nuestra salvación y la condenación del prójimo.
Excentricidad, s. Método de distinción tan vulgar que los tontos lo usan para acentuar su incapacidad.
Excepción, s. Cosa que se toma la libertad de diferir de las otras cosas de su clase, como un hombre honesto, una mujer veraz, etc. “La excepción prueba la regla”, es un dicho que está siempre en boca de los ignorantes, quienes la transmiten como los loros de uno a otro, sin reflexionar en su absurdo. En latín, la expresión “Exceptio probat regulam” significa que la excepción “pone a prueba” la regla y no que la confirma. El malhechor que vació a esta excelente sentencia de todo su sentido, substituyéndolo por otro diametral-mente opuesto, ejerció un poder maligno que parece ser inmortal.
Exceso, s. En moral, indulgencia que hace cumplir, mediante penas apropiadas, la ley de la moderación.
Exceso de trabajo, s. Peligrosa enfermedad que afecta a los altos funcionarios que quieren ir de pesca.
Exhortar, v. t. En materia religiosa, poner la conciencia de otro en asador y dorarla hasta que su incomodidad se manifieste en un tono pardo de nuez.
Exiliado, s. El que sirve a su país viviendo en el extranjero, sin ser un embajador.
Éxito, s. El único pecado imperdonable contra nuestros semejantes.
Experiencia, s. Sabiduría que nos permite reconocer como una vieja e indeseable amistad a la locura que ya cometimos.
Expulsión, s. Remedio eficaz para la enfermedad de la charlatanería.
Muy usado también en casos de extrema pobreza.
Extinción, s. Materia prima con que la teología creó el estado futuro.
Extremidad, s. Rama de un árbol o pierna de una mujer norteamericana.
Extremo, s. La posición más alejada, en ambas direcciones del interlocutor.

1.007. Briece (Ambrose)


[1] Parodia de la “Elegía en un Cementerio de Aldea", de Thomas Gray, que en la traducción castellana de Miralla dice: La esquila toca el moribundo día, la grey muriendo hacia el redil se aleja, A casa el labrador sus pasos guía, Y el mundo a mí y a las tinieblas deja.

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