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domingo, 19 de enero de 2014

El diccionario del diablo - V

Valor, s. Virtud castrense en que se mezclan la vanidad, el deber y la esperanza del tahur.
-¿Por qué se ha detenido? -rugió en la batalla de Chickamauga el comandante de una división, que había ordenado una carga. Avance en el acto, señor.
-Mi general -respondió el comandante de la brigada sorprendido en falta. Estoy seguro de que cualquier nueva muestra de valor por parte de mis tropas las pondrá en contacto con el enemigo.
Vanidad, s. Tributo que rinde un tonto al mérito del asno más cercano.
Valla, s. En el arte militar, basura colocada delante de un fuerte para impedir que la basura de afuera moleste a la basura de adentro.
Vampiro, s. Demonio que tiene la censurable costumbre de devorar los muertos. Su existencia ha sido disputada por polemistas más interesados en privar al mundo de creencias reconfortantes que de reemplazarlas por otras mejores. En 1640 el padre Sechi vio un vampiro en un cementerio próximo a Florencia y lo espantó con el signo de la cruz. Lo describe dotado de muchas cabezas y de un número extraordinario de piernas, y no dice que lo vio en más de un lugar al mismo tiempo. El buen hombre venía de cenar y explica que si no hubiera estado “pesado de comida”, habría atrapado al demonio contra todo riesgo. Atholston relata que unos robustos campesinos de Sudbury capturaron un vampiro en un cementerio y lo arrojaron en un bebedero de caballos. (Parece creer que un criminal tan distinguido debió ser echado a un tanque de agua de rosas). El agua se convirtió instanteneamente en sangre “y así continúa hasta el día de hoy”, escribe Atholston. Más tarde el bebedero fue drenado por medio de una zanja.
A comienzos del siglo XIV un vampiro fue acorralado en la cripta de la catedral de Amiens y la población entera rodeó el lugar. Veinte hombres armados con un sacerdote a la cabeza, llevando un crucifijo, entraron y capturaron al vampiro que, pensando escapar mediante una estratagema, había asumido el aspecto de un conocido ciudadano, lo que no impidió que lo ahorcaran y descuartizaran en medio de abominables orgías populares. El ciudadano cuya forma había asumido el demonio quedó tan afectado por el siniestro episodio, que no volvió a aparecer en Amiens, y su destino sigue siendo un misterio.
Venganza, s. Roca natural sobre la que se alza el Templo de la Ley.
Veraz, adj. Tonto e iletrado.
Verdad, s. Ingeniosa mixtura de lo que es deseable y lo que es aparente. El descubrimiento de la verdad es el único propósito de la filosofía, que es la más antigua ocupación de la mente humana y tiene buenas perspectivas de seguir existiendo, cada vez, más activa, hasta el fin de los tiempos.
Verdugo, s. Funcionario de la ley que cumple tareas de la mayor dignidad e importancia y padece un desprestigio hereditario ante un populacho de antepasados criminales. En algunos estados norte-americanos, como New Jersey, sus funciones son desempeñadas ahora por un electricista; primer caso registrado por este autor en que alguien pone en duda las ventajas de ahorcar a los habitantes de New Jersey.
Verso blanco, s. Pentámetro yámbico sin rima; el verso inglés más difícil de escribir pasablemente y, en consecuencia, el que prefieren los que no pueden escribir pasablemente nada.
Vida, s. Especie de salmuera espiritual que preserva al cuerpo de la descomposición. Vivimos en diario temor de perderla; cuando se pierde, sin embargo, no se la echa de menos. La pregunta “¿Vale la pena vivir?” ha sido muy debatida, en particular por los que opinan que no; algunos de ellos escribieron extensos tratados en apoyo de esa idea y, gracias a un minucioso cuidado de su salud, disfrutaron durante muchos años los honores de una exitosa controversia.
Vidente, s. Persona, por lo general mujer, que tiene la facultad de ver lo que resulta invisible para su cliente: o sea, que es un tonto.
Viejo, adj. Estado de uso que no se contradice con una incapacidad general, v.gr. “hombre viejo”. Desacreditado por el paso del tiempo y ofensivo para el gusto popular, v.gr. “libro viejo”.
Virtudes, s. p. i. Ciertas abstenciones.
Vituperio, s. Sátira, tal como es entendida por los necios y por todos los que tienen trabado el ingenio.
Viuda, s. Figura patética a quien el consenso del mundo cristiano toma en broma, aunque la ternura de Cristo por las viudas fue uno de los rasgos más marcados de su carácter.
Voto, s. Instrumento y símbolo de la facultad del hombre libre de hacer de si mismo un tonto y de su país una ruina.

 1.007. Briece (Ambrose)

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