Ubicuidad, s. Don o poder de estar en
todas partes en un momento dado, aunque no en todas partes en todos los
momentos, ya que esto es omnipresencia, atributo que sólo pertenece a Dios y al
éter luminífero. La Iglesia
medieval no percibió claramente esta distinción entre ubicuidad y
omnipresencia, y a raíz de eso corrió mucha sangre. Ciertos luteranos, que
afirmaban la presencia del cuerpo de Cristo en todas partes fueron llamados
Ubicuitarios. Este error los condenó doblemente, puesto que el cuerpo de Cristo
sólo está presente en la eucaristía, aunque este sacramento puede administrarse
simultáneamente en muchos lugares. En épocas recientes, la ubicuidad no ha sido
siempre bien comprendida, ni siquiera por Sir Boyle Roach, quien sustenta que
un hombre no puede estar al mismo tiempo en dos lugares, salvo que sea un
pájaro.
Ultimátum, s. En diplomacia, exigencia
final antes de acudir a las concesiones.
Habiendo recibido un ultimátum de
Austria, el gabinete turco se reunió para considerarlo.
-¡Oh! Siervo del Profeta -dijo el
Sheik del Imperial Shibuk al Mamush del Invencible Ejército, ¿cuántos
inconquistables soldados tenemos bajo las armas?
Sostenedor de la Fe -repuso el dignatario tras
consultar sus apuntes, ¡son tantos como las hojas del bosque!
-¿Y cuantos impenetrable bajeles
infunden terror en el corazón de los cerdos cristianos? -preguntó el Sheik al
Imán de la Siempre
Victoriosa Marina.
-¡Oh, Tío de la Luna Llena -fue la
respuesta, dígnate saber que son como las olas del océano, las arenas del
desierto y las estrellas del firmamento!
Durante ocho horas la ancha frente
del Sheik del Imperial Shibuk permaneció arrugada en signo de profunda
meditación: estaba calculando las chances de la guerra. Al fin:
-¡Hijos de los ángeles -exclamó, la
suerte está echada! Sugeriré al Ulema del Imperial Oído que aconseje la
inacción. En nombre de Alá, se levanta la sesión.
Una vez, adv. Suficiente.
Unción, s. Aceitamiento o
engrasamiento. El rito de la extremaunción consiste en tocar con aceite
consagrado por un obispo, varias partes del cuerpo de alguien en trance de
morir. Marbury relata que después de aplicar este sacramento a cierto pérfido
noble inglés, se descubrió que el óleo no había sido apropiadamente consagrado,
y que no podía conseguirse otro. Enterado de esto, el enfermo exclamó con ira:
-¡Siendo así, maldito si me muero!
-Hijo mío -respondió el sacerdote,
eso es lo que tememos.
Ungir, v. i. Engrasar a un rey u otro
gran funcionario que ya de por sí es bastante resbaloso. Los soberanos son
ungidos por los sacerdotes del mismo modo que se engrasa bien a los cerdos para
conducir al populacho.
Unitario, s. El que niega el dios de los
Trinitarios.
Universalista, s. El que renuncia a las
ventajas del Infierno en favor de los creyentes de otra religión.
Urbanidad, s. La forma más aceptable de
la hipocresía. Especie de cortesía que los observadores urbanos atribuyen a los
habitantes de todas las ciudades, menos Nueva York.
Su expresión más común consiste en
la frase “usted perdone”; no es incompatible con el desprecio de los derechos
ajenos.
Urraca, s. Ave cuya inclinación al
robo ha sugerido a algunos la posibilidad de enseñarle a hablar.
Uso, s. Primer persona de la Trinidad literaria, la Segunda y la Tercera son la Costumbre y la Convención. Un
escritor industrioso, imbuido de un saludable respeto por esta Santa Triada,
puede producir libros que perduren tanto como la moda.
1.007. Briece (Ambrose)
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