Son como
estrellas, siempre con nosotros, día
y noche, esperando
con paciencia su próxima aparición.
Tulo había
sido capaz de
recordar, y con viveza,
las tempranas piedras
milenarias de su corta
vida, mientras permanecía
sentado bajo el árbol
de las estrellas
y silbaba sus melodías a las luces del Septentrión.
Pero ni siquiera los poderes
celestiales de ellas
le habían valido, al
tratar de recordar
lo que había pasado después de
aquel día, hacía casi un año, cuando
había avanzado cojeando, vacilante hasta Arrol Nobis, y
había leído con orgullo su primera obra publicada. Su mente había levantado
un muro oportuno,
dejando fuera los sucesos dolorosos.
-¡El
gran libro verde! ¡Claro! Desde que su primo
Erkki le había
dado aquel respetable volumen encuadernado en piel, con
sus páginas a media tinta y rayadas, sujetas por tres broches de acero, él
había redactado sus notas todos los días, con la fidelidad de un tenedor de
libros. ¡Allí estaba todo!
Tulo
regresó de prisa a la cabaña. A partir de la primera página del gran libro, fue
repasándolas y haciendo una pausa siempre que un nombre
o una frase
le llamaba la
atención...
16 de marzo
Fue un
día feliz. El doctor Malni vino a revisarme la rodilla y dijo a mi mamá que no
creía que tuviera que vender nuestro rebaño para pagar a los especialistas del
hospital de Inari. Él espera
que pronto pueda
caminar, cojeando
ligeramente. Cuando se
marchó, mamá se arrodilló
a dar gracias
a Dios. Yo también.
25 de marzo
Mi mamá
me hizo una broma cuando me vio escribiendo en el gran libro, esta mañana.
Dijo que
cuando había vaticinado que un día mis palabras se encuadernarían en piel para
que todo el mundo las compartiera, pensaba en algo más que un libro mayor de
contador.
Supongo
que aun el señor Nobis está decep-cionado de que mi artículo en el periódico no
me haya servido de inspiración para escribir mucho más.
Algún día, bien
pronto, daré a los dos la gran sorpresa.
2 de abril
Mi mamá
estuvo ausente otra vez durante muchas
horas. Trae algo
entre manos, porque
cada vez que
vuelve lleva consigo
una caja cubierta que sube a la buhardilla, adonde por ahora nos tiene
prohibido ir. Siempre que le pregunto qué está haciendo, se limita a sonreír y
cambia de tema.
9 de abril
El señor
Nobis me mandó un libro lleno de sabios refranes. En la página 9 encerró uno de ellos en un
círculo rojo, es de Séneca. Dice así:
"Nada hay en
el mundo tan
admirado como un hombre que sabe sobrellevar la desgracia con
valor". Me gustaría
poder hablar con Séneca, pero sé
que murió hace mucho, mucho tiempo.
11 de abril
En la
aldea se tuvieron
hoy las carreras anuales de renos. Me alegro de que
mi papá no haya estado aquí para verme hacer el tonto. Con Reino delante de mí,
yo iba al frente en la primera carrera, hasta que llegamos a la señal
de mitad del
trayecto. Al darnos vuelta para recorrer la recta final,
mi rodilla enferma cedió y Reino llegó a la meta sin mí.
Todavía
no se lo he dicho a mamá, pero ya guardé mis esquís.
14 de abril
Estoy
escribiendo esto sentado bajo nuestro árbol de las estrellas en el prado. Sé
que nuestro árbol se considera dotado de un poder mágico para ayudar a
cualquiera que trate de cambiar
su suerte, pero
hasta ahora, aunque sigo frotando
su corteza con frecuencia, nada nuevo parece acontecer. Mamá dice que la magia
del árbol solamente da resultado a la
gente dispuesta a
hacer algo por sí
misma.
18 de abril
El tío
Varno y mamá
han estado conversando muchas veces. Ya sé por qué. Mi
tío va a llevar nuestro ganado, junto con el suyo, a las montañas este verano,
y mi mamá le pagará por este servicio con la tercera parte de las terneritas
que nazcan. Ella no me ha dicho sus razones,
pero estoy seguro
de que piensa que
no puede hacerse
cargo de una hija pequeña, un rebaño de renos y un
hijo que le ayudaría
muy poco en
los grados de las laderas montañosas. Hoy extrañé mucho
a papá.
23 de abril
Esta
mañana corrí al árbol de las estrellas y regresé en la misma forma. Mañana lo
haré dos veces y
al día siguiente
tres. Pronto mi pierna estará tan fuerte como antes del
accidente. Es tanto lo que mamá hace por nosotros, que yo no puedo
decepcionarla. Quiero ser capaz de
ayudarla como papá
acostumbraba hacerlo. Si soy el hombre de la familia, como dice
mi mamá, ya
es tiempo de que
empiece a comportarme como tal.
2 de mayo
Los
terribles mosquitos han llegado y hoy todos
los renos empezaron
a irse hacia
el norte. El tío Varno nos dejó al viejo Kala para transportación, y
tres animales para
carne, pero se llevó todos nuestros perros, con excepción de Nikku. Mamá
lloró cuando toda la comitiva empezó a alejarse. Todos lloramos.
Fue la
primera vez en
nuestra vida que no
íbamos a
las montañas con
nuestro ganado durante el
verano.
19 de mayo
Encontré
mi vieja cometa en el cobertizo y la llevé conmigo a la pradera. Vuela tan bien
como siempre y fue muy
divertido dejar el cordel
fuera saliendo del
carrete de madera que
papá había hecho,
y ver aquel
bonito juguete rojo volar tan alto que casi se perdía de vista. Me
pregunto hasta qué altura habrá podido volar una cometa. Me duele ahora la
rodilla, pero fue
muy bueno encontrar algo que todavía puedo hacer bien.
27 de mayo
Nos
hemos mudado de casa para pasar el verano. La tienda que usábamos en las laderas
de las montañas ahora se levanta junto a la carretera, a unos doce kilómetros
de Kalvala. Parece que
aquellas cajas que
mamá había estado juntando estaban llenas de artesanías hechas por la
gente de nuestra aldea.
Ahora
las tiene arregladas en anaqueles a la orilla del camino, para venderlas a los
turistas.
Tenemos
hileras de cucharas de cuerno labradas, cinturones, mocasines, sombreros de
piel de
antílope y centenares
de minúsculos animales de madera.
Mamá lleva una cuenta exacta de todas
las piezas que
se venden.
Cuando volvamos
a la aldea,
en el otoño, devolverá los artículos que no se vendieron,
junto con la mitad del precio que reciba por los que se vendan.
Mamá dijo
que si todos
trabajamos con ahínco, podríamos
ahorrar lo suficiente
para que yo todavía lograra inscribirme en la universidad dentro
de dos años.
Tal vez todos mis
deseos formulados bajo
el árbol de las
estrellas no han sido en vano.
6 de junio
Nuestro
nuevo negocio marcha muy bien.
Un
camión entero de pescadores, camino a la península de Yarangar, se detuvo hoy
aquí y nos pidió café.
A toda prisa,
mamá preparó una jarra
y ahora también
vendemos café.
Después
hizo parada un autobús de turismo, y
algunos de los
pasajeros preguntaron si querríamos posar para una fotografía
enfrente de nuestra
tienda. Mamá cobró
cinco markkas a cada uno. No deja de decirnos que podemos hacer
realidad cualquier sueño,
si trabajarnos con ahínco,
pedimos ayuda a
Dios y
nunca darnos por vencidos.
13 de julio
Mamá ha
estado tosiendo los últimos días.
Creo que
trabaja demasiado. Como tenemos veinticuatro
horas de luz
solar, el tráfico
es ininterrumpido a todas horas, y mamá duerme muy poco por temor de ir
a perder una buena venta. Jaana y yo tratamos de ayudarla realmente, pero ella
quiere atender en persona a los clientes.
Hoy en la noche estaba tan cansada,
que dejó que
Jaana cocinara para los
tres. Jaana será
una buena esposa cuando crezca.
29 de julio
El
negocio va muy bien, pero mamá está enferma.
Ha adelgazado mucho
y tiene un color extraño, casi gris. Ahora tose más
que nunca, pero no me hace caso cuando le pido que descanse.
Estoy atemorizado. Lo más
cercano a nosotros
es la aldea,
en caso de que le sucediera algo. No es fácil ser el
hombre de la casa.
30 de septiembre
Mamá ha
muerto. No tuve valor de escribir estas palabras hasta hoy. Murió la noche del
2 de agosto durante el sueño. Poco antes, al anochecer, por vez primera nos
pidió a Jaana y a mí que atendiéramos a los clientes mientras dormía un rato.
Después la oí llamarme y corrí a la tienda. Extendió el brazo, me tomó la mano
y la apretó contra su corazón. Luego hizo que me acercara, me besó y me
dijo:
"Te
amo, Tulo. Cuida a tu hermanita, pero recuerda que tu destino está más allá de
Kalvala. Mira siempre
adelante. Esfuérzate.
Dios... y
el árbol de
las estrellas te
ayudarán".
Luego se
quedó dormida. Cuando despertamos la mañana siguiente había muerto.
No
recuerdo nada del funeral, excepto que la sepultaron junto a papá en el
cementerio.
El tío
Varno y la tía Stina nos han invitado a ir a vivir con ellos, pero Jaana y yo
hemos decidido quedarnos en
nuestra propia cabaña
y cuidar el uno del otro.
Con un
gesto de agotamiento, Tulo hizo a un
lado el gran
libro verde. Era
cierto que había silbado
a las luces
del Septentrión y que, al menos en la mente, había recordado
el pasado... y los muertos. Pero ¿qué sería del mañana -se preguntaba-... y del
día siguiente... ¿qué les
tenía reservado el
futuro a su hermanita y a él?
Se levantó,
caminó hasta la
puerta del frente y
la abrió a
la negrura de
la noche.
Cúmulos
de nubes oscuras y bajas del oeste habían borrado toda traza de luz celestial.
El viento aullaba con furor a través de la tundra y la nieve caía una vez
más.
Oprimido
por una sensación de extravío, el muchachito
volvió a acariciar
con ternura la pequeña
fotografía de su
madre, mientras avanzaba cojeando
hacia la cama.
1.003. Andersen (Hans Christian)