O bien, modo adv. O mal.
Observatorio, s. Lugar donde los astrónomos
disuelven en conjeturas las adivinanzas de sus predecesores.
Obsoleto, adj. Lo que ya no usan los
tímidos. Se aplica principalmente a las palabras. La palabra que cualquier
diccionario califica como obsoleta se convierte en objeto de terror para el
escritor necio, pero si es una palabra buena y no tiene equivalente moderno
igualmente bueno, la usará el buen escritor. En realidad, la actitud de un
escritor hacia las palabras “obsoletas” es un índice de su capacidad literaria
tan bueno como cualquier otro, salvo el carácter de su obra.
Obstinado, adj. Inaccesible a la verdad,
tal como se manifiesta en el esplendor y la fuerza de nuestras creencias. El
prototipo popular de la obstinación es la mula, animal muy inteligente.
Ocasional, adj. Dícese de lo que nos aflige
con mayor o menor frecuencia. No es el caso de los “versos ocasionales”, que
nos afligen con regularidad -y con más crueldad que otras clases de versos- en
los aniversarios y otras celebraciones.
Occidente, s. Parte del mundo situada al
oeste (o al este) de Oriente. Está habitada principalmente por Cristianos,
poderosa subtribu de los Hipócritas, cuyas principales industrias son el
asesinato y la estafa, que disfrazan con los nombres de “guerra” y “comercio”.
Esas son también las principales industrias de Oriente.
Océano, s. Extensión acuática que
ocupa dos tercios del mundo hecho para el hombre, que casualmente carece de
branquias.
Ociosidad, s. Granja modelo donde el
diablo experimenta las semillas de nuevos pecados y promueve el crecimiento de
los vicios básicos.
Odio, s. Sentimiento cuya intensidad
es proporcional a la superioridad que lo provoca.
Ofensivo, adj. Lo que produce emociones o
sensaciones desagradables, como el avance de un ejército hacia su enemigo.
-¿Usted cree que el enemigo ha
usado una táctica ofensiva? -preguntó el rey.
-¡Por cierto!-replicó el general
defraudado. ¡Los malditos no han querido salir de su trinchera!
Oleaginoso, adj. Aceitoso, resbaladizo,
escurridizo.
Disraeli en cierta oportunidad
describió los modales del obispo Wilberforce como “untuosos, oleaginosos,
saponíficos”. A partir de entonces el buen prelado fue conocido como Sam el
Jabonoso. Para cada hombre, existe en el vocabulario una palabra capaz de
pegársele como una segunda piel. Sus enemigos no tienen más que encontrarla.
Olímpico, adj. Relativo a una montaña de
Tesalia, antaño habitada por los dioses, y ahora depósito de diarios amarillos,
botellas de cerveza y destripadas latas de sardinas que atestiguan la presencia
del turista y de su apetito.
Olvido, s. Estado en que los malos
cesan de luchar y los tristes reposan. Eterno basurero de la fama. Cámara fría
de las más altas esperanzas.
Lugar donde los autores ambiciosos
reencuentran sus obras sin orgullo, y a sus superiores sin envidia. Dormitorio
desprovisto de reloj despertador.
Ópera, s. Espectáculo que representa
la vida en otro mundo cuyos habitantes no tienen más idioma que el canto, más
movimiento que el ademán y más postura que la actitud. Toda actuación teatral
es simulación y la palabra simulación deriva de simio, o mono; pero en la ópera
el actor toma por modelo al Simia audibilis (o Pithecanthropos
stentor), es decir al mono que aúlla.
Opio, s. Puerta que no está cerrada
con llave en la prisión de la Identidad. Conduce al patio de la cárcel.
Oponer, v. Ayudar con obstrucciones y
objeciones.
Oportunidad, s. Ocasión favorable para
atrapar un desengaño.
Oposición, s. En política, el partido que
impide que el gobierno se desenfrene, desjarretándolo.
El rey de Ghargarou, que había
estado en el extranjero para estudiar la ciencia del gobierno, designó a un
centenar de sus súbditos más gordos miembros de un parlamento que debía
legislar sobre la recaudación de impuestos. A cuarenta de ellos los nombró
Partido de la Oposición
y dispuso que su Primer Ministro los instruyera cuidadosamente en la tarea de
oponerse a toda iniciativa regia. Sin embargo, el primer proyecto puesto a
votación fue aprobado por unanimidad. Muy descontento, el rey lo vetó,
informando a los miembros de la
Oposición que si volvían a hacer eso, pagarían con la cabeza.
En el acto, los cuarenta opositores se hicieron el harakiri.
-¿Y ahora? -preguntó el rey. Es
imposible mantener las instituciones liberales sin un partido de Oposición.
-Esplendor del Universo -replicó el
Primer Ministro, es cierto que esos perros de las tinieblas ya no tienen sus
credenciales, pero no todo está perdido. Confía el asunto a este gusano del
polvo.
Seguidamente el Primer Ministro
hizo embal-samar y rellenar de paja los cadáveres de los opositores de Su
Majestad y los clavó a las bancas legislativas. En lo sucesivo, cada ley fue
aprobada con cuarenta votos en contra, y la nación prosperó. Pero un día el
ejecutivo remitió un proyecto de impuesto a las verrugas y fue derrotado,
porque a nadie se le había ocurrido clavar también a sus bancas a los
legisladores oficialistas... Esto enfureció tanto al rey, que el Primer
Ministro fue ejecutado, el parlamento disuelto con una batería de artillería, y
el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo desapareció de Ghargarou
para siempre.
Optimismo, s. Doctrina o creencia de que
todo es hermoso, inclusive lo que es feo; todo es bueno, especialmente lo malo;
y todo está bien dentro de lo que está mal. Es sostenida con la mayor tenacidad
por los más acostum-brados a una suerte adversa. La forma más aceptable de
exponerla es con una mueca que simula una sonrisa. Siendo una fe ciega, no
percibe la luz de la refutación. Enfermedad intelectual, no cede a ningún
tratamiento, salvo la muerte. Es hereditaria, pero afortunadamente no es
contagiosa.
Optimista, s. Partidario de la doctrina
de que lo negro es blanco.
En cierta oportunidad un pesimista
pidió auxilio a Dios. Ah -dijo Dios, tú quieres que yo te devuelva la
esperanza, la alegría.
-No -replicó el pesimista. Me
bastaría si crearas algo que las justificara.
-El mundo ya está todo creado -repuso
Dios, pero te olvidas de algo: la mortalidad del optimista.
Oratoria, s. Conspiración entre el
lenguaje y la acción para defraudar al entendimiento. Tiranía atenuada por la
taquigrafía.
Ordenado, adj. Sujeto al orden, como un
sedicioso colgado de un farol.
Ostra, s. Molusco viscoso que los
hombres civilizados tienen la audacia de comer sin quitarle las entrañas. Las
valvas suelen darse a los pobres.
1.007. Briece (Ambrose)
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