Cuando Kashtanka se despertó había
ya luz y desde la calle llegaban ruidos que únicamente se oyen de día. En la
habitación no había ni un alma.
Kashtanka se estiró, bostezó y,
enfadado y sombrío, dio unas vueltas por la pieza. Olisqueó los rincones y los
muebles, se asomó a la entrada y no encontró nada interesante. Además de la
puerta que daba al recibidor, había otra. Después de pensarlo, Kashtanka arañó
con ambas patas, la abrió y entró en el cuarto siguiente. Allí, en una cama y
cubierto con su manta, dormía un cliente que él identificó con el desconocido
de la víspera.
-Rrrr... -gruñó, pero, recordando
el festín de la víspera, meneó el rabo y se dedicó a olisquear.
Pasó revista a la ropa y a las botas
del desconocido y encontró que olían intensamente a caballo.
En el dormitorio había una nueva
puerta, que también estaba cerrada.
Kashtanka arañó en ella, empujó con
el pecho, la abrió e instantáneamente advirtió un olor extraño, muy sospechoso.
Previendo un desagradable encuentro, sin cesar de gruñir y mirando a un lado y
a otro, penetró en un pequeño cuarto, cuyas paredes estaban cubiertas por un
papel muy sucio, y se hizo atrás, dominado por el miedo.
Había visto algo inesperado y
espantoso. Con el cuello y la cabeza casi pegados al suelo, las alas
desplegadas y palpando, avanzaba sobre él un ganso de plumaje gris. A un lado,
sobre una colchoneta, había un gato blanco; al ver a Kashtanka se puso en pie
de un salto, encorvó el espinazo y, con la cola tiesa y el pelo erizado, emitió
un bufido.
El perro se asustó de veras, pero,
para disimular el miedo que le dominaba, lanzó un sonoro ladrido y se arrojó
sobre el gato. Este encorvó todavía más el espinazo, repitió el bufido y dio a
Kashtanka un zarpazo en la cabeza.
El perro se hizo atrás de un salto,
agachóse, alargó hacia el gato el hocico y ladró con voz lastimera; en este
tiempo el ganso se le acercó por detrás y le dio un tremendo picotazo en el
lomo.
Kashtanka se arrojó de un salto
sobre el gato...
-¿Qué pasa ahí? -se oyó una voz
sonora y enfadada, y en el cuarto entró el desconocido de batín y con un
cigarro entre los dientes. ¿Qué significa esto? iCada uno a su sitio!
Se acercó al gato, le dio unas
palmadas en el encorvado lomo y dijo:
-¿Qué significa esto, Fiódor
Timoféich? ¿Os peleabais? iAh, viejo canalla! iÉchate!
Y, volviéndose hacia el ganso,
gritó:
-iIván Ivánich, a tu sitio!
El gato se acostó dócilmente en su
colchoneta y cerró los ojos. A juzgar por la expresión de su cara y sus
bigotes, él mismo estaba descontento de haberse acalorado y de enzarzarse en la
riña.
Kashtanka refunfuñó ofendido y el
ganso estiró el cuello y empezó a hablar rápidamente, con pasión y vocalizando
muy bien, pero sin que se le entendiese nada.
-Bueno, bueno -dijo el amo,
bostezando. Hay que vivir en paz y buena amistad.
Hizo una caricia a Kashtanka y
prosiguió:
-Y tú, canelo, no tengas miedo...
son buena gente, no te harán nada malo. Pero, espera, ¿cómo te vamos a llamar?
Porque no puedes estar sin nombre, amigo.
El desconocido lo pensó y dijo:
-Verás... Te vas a llamar Tío...
¿Comprendes? iTío!
Y, después de repetir varias veces
la palabra«Tío», salió del cuarto. Kashtanka se sentó y se dedicó a observar.
El gato permanecía inmóvil en la colchoneta, haciendo como que dormía. El
ganso, con el cuello estirado, se removía en su sitio sin cesar de hablar, con
el calor y la rapidez de antes, en su lenguaje. Parecía un ganso muy inteligente;
después de cada parrafada se hacía atrás con un gesto de asombro, como admirado
de su propio discurso...
Kashtanka lo estuvo escuchando un
rato, contestó con un «rrrr...» y se dedicó a oler los rincones. En uno de
ellos había un pequeño comedero en el que vio guisantes reblandecidos y unas
cortezas de pan de centeno mojado en agua. Probó los guisantes, pero no le
agradaron; probó las cortezas y le parecieron buenas. El ganso no se enfadó lo
más mínimo al ver que un perro desconocido se comía sus alimentos; al
contrario, se puso a hablar con más calor todavía, y para demostrar su confianza,
se acercó él mismo al comedero y engulló unos cuantos guisantes.
1.014. Chejov (Anton)
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