Erase un viejo que tenía un
hijo tonto. El tonto le pidió al padre que le casara.
-Si no me casas, desbarato
la estufa.
-¿Cómo voy a casarte, si no
tenemos dinero?
-No tenemos dinero, pero
tenemos un buey: véndelo para el matadero.
El buey, que oyó lo que
decían, se escapó al bosque. Otra vez fue el tonto a su padre con lo mismo:
-¡Cásame, o desbarato la
estufa!
-Bien quisiera yo casarte,
pero no tenemos dinero -objetó el padre.
-No tenemos dinero, pero
tenemos un carnero. Véndelo para el matadero.
El carnero, que oyó lo que
decían, se escapó al bosque. Pero el tonto no dejaba en paz a su padre,
empeñado en que le casara.
-¡Pero si te digo que no
tenemos dinero!
-No tenemos dinero, pero
tenemos un gallo. Mátalo, haz un pastel relleno con su carne y véndelo.
El gallo, que oyó lo que
decían, escapó volando al bosque.
El buey, el carnero y el
gallo se juntaron en el bosque y se hicieron una casita. Enterado el oso de que
andaban por allí, quiso comérselos y llegó hasta la casita. El gallo que lo
vio, empezó a pegar saltos por los palos del gallinero, agitando las alas y
gritando:
-¡Quiquiriquí! ¡Que me lo
traigan aquí! ¡Tengo los espolones afilados y el hacha preparada! ¡Venga un
cuchillo, venga una soga! ¡Acá lo degollamos y allá lo colgamos!
Espantado, el oso dio media
vuelta y echó a correr. Tanto corrió del susto, que cayó rendido y se murió.
El tonto fue al bosque,
encontró al oso muerto, le quitó la piel y la vendió. Con ese dinero le casaron.
El buey, el carnero y el
gallo volvieron entonces del bosque a la casa.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
No hay comentarios:
Publicar un comentario