Eranse dos mercaderes que vivían,
el uno con falsedad y el otro con honradez. Tanto es así, que todo el mundo los
llamaba de esa manera: Falsedad a uno y Honradez al otro.
-Escucha, Honradez, ¿no ves que es
mejor vivir con falsedad? -preguntó un día éste al otro mercader.
-No.
-¿Hacemos una apuesta?
-Bueno.
-Mira: tú tienes tres barcos y yo
tengo dos. Si las tres primeras personas a quienes encontremos nos dicen que
es mejor vivir con honradez, todos los barcos serán para ti; si dicen que más
vale la falsedad, serán para mí...
-De acuerdo.
Fueron navegando -no sé si poco o
mucho ni hasta dónde llegaron- y se encontraron con otro mercader.
-Escucha, señor mercader, ¿cómo se
vive mejor en el mundo, con falsedad o con honradez?
-Yo he vivido con honradez y he
vivido mal; ahora que vivo con falsedad, vivo mejor.
Siguieron navegando -poco o mucho,
no lo sé- y se encontraron con un campesino.
-Escucha, buen hombre, ¿cómo se
vive mejor en el mundo, con falsedad o con honradez?
-Con falsedad, desde luego. Porque,
con honradez, no se saca ni un trozo de pan.
El tercero que encontraron les dijo
lo mismo.
Honradez le entregó sus tres barcos
a Falsedad, descendió a tierra y siguió un sendero que se adentraba en el
bosque oscuro. Llegó hasta una casita, donde se acostó a dormir debajo de la estufa.
Por la noche se armó un gran revuelo y el mercader oyó voces que decían:
-Veamos quién puede jactarse de
haber hecho más daño.
-Yo he metido cizaña entre Falsedad
y Honradez.
-Yo he hecho que uno vaya a casarse
con su hermana.
-Yo he socavado un molino y seguiré
socavándolo hasta que lo vea cerrado a piedra y lodo.
-Yo he instigado a un hombre a que
mate.
-Yo he mandado a setenta diablejos
a quitarle las fuerzas a la hija de un zar,
sorbiéndoselas por las noches a través de los pechos. Y sólo podrá curarla
quien corte la florecilla de fuego.
(La florecilla de fuego es una
planta que, cuando se abre, hace que se agite el mar y las noches sean más claras
que el día. Los demonios le tienen miedo.)
Cuando todos se marcharon, Honradez
salió de la casa e impidió que el hermano se casara con su hermana, le puso un
dique al molino, no permitió que el hombre matara, fue a coger la flor de fuego
y curó a la hija del zar. Esta quiso casarse con él, pero el mercader no
aceptó.
El zar le regaló cinco barcos, y el mercader emprendió el regreso a
su casa. Por el camino se encontró con Falsedad que, sorprendido al ver .todas
las riquezas de Honradez, le hizo contar lo sucedido. A la noche siguiente fue
a la casa donde había estado Honradez y se acostó debajo de la estufa.
Acudieron los diablos para celebrar
consejo con el propósito de descubrir quién había echado a perder todos sus
planes. Sospechaban de uno de ellos, que era el más tonto. Empezaron a golpearle
y pellizcarle. El corrió a guarecerse debajo de la estufa, y de allí sacó a
Falsedad.
-¡Yo soy Falsedad! -les gritaba el
mercader a los diablos. Pero ellos no atendieron sus protestas y le hicieron
pedazos. De lo que se deduce que más vale vivir con Honradez que con Falsedad.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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