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domingo, 11 de agosto de 2013

Honradez y falsedad

Eranse dos mercaderes que vivían, el uno con falsedad y el otro con honradez. Tanto es así, que todo el mundo los llamaba de esa manera: Falsedad a uno y Honradez al otro.
-Escucha, Honradez, ¿no ves que es mejor vivir con falsedad? -preguntó un día éste al otro mercader.
-No.
-¿Hacemos una apuesta?
-Bueno.
-Mira: tú tienes tres barcos y yo tengo dos. Si las tres prime­ras personas a quienes encontremos nos dicen que es mejor vivir con honradez, todos los barcos serán para ti; si dicen que más vale la falsedad, serán para mí...
-De acuerdo.
Fueron navegando -no sé si poco o mucho ni hasta dónde llegaron- y se encontraron con otro mercader.
-Escucha, señor mercader, ¿cómo se vive mejor en el mun­do, con falsedad o con honradez?
-Yo he vivido con honradez y he vivido mal; ahora que vivo con falsedad, vivo mejor.
Siguieron navegando -poco o mucho, no lo sé- y se encon­traron con un campesino.
-Escucha, buen hombre, ¿cómo se vive mejor en el mundo, con falsedad o con honradez?
-Con falsedad, desde luego. Porque, con honradez, no se saca ni un trozo de pan.
El tercero que encontraron les dijo lo mismo.
Honradez le entregó sus tres barcos a Falsedad, descendió a tierra y siguió un sendero que se adentraba en el bosque oscuro. Llegó hasta una casita, donde se acostó a dormir debajo de la es­tufa. Por la noche se armó un gran revuelo y el mercader oyó vo­ces que decían:
-Veamos quién puede jactarse de haber hecho más daño.
-Yo he metido cizaña entre Falsedad y Honradez.
-Yo he hecho que uno vaya a casarse con su hermana.
-Yo he socavado un molino y seguiré socavándolo hasta que lo vea cerrado a piedra y lodo.
-Yo he instigado a un hombre a que mate.
-Yo he mandado a setenta diablejos a quitarle las fuerzas a la hija de un zar, sorbiéndoselas por las noches a través de los pe­chos. Y sólo podrá curarla quien corte la florecilla de fuego.
(La florecilla de fuego es una planta que, cuando se abre, hace que se agite el mar y las noches sean más claras que el día. Los demonios le tienen miedo.)
Cuando todos se marcharon, Honradez salió de la casa e impi­dió que el hermano se casara con su hermana, le puso un dique al molino, no permitió que el hombre matara, fue a coger la flor de fuego y curó a la hija del zar. Esta quiso casarse con él, pero el mercader no aceptó.
El zar le regaló cinco barcos, y el mercader emprendió el regre­so a su casa. Por el camino se encontró con Falsedad que, sor­prendido al ver .todas las riquezas de Honradez, le hizo contar lo sucedido. A la noche siguiente fue a la casa donde había estado Honradez y se acostó debajo de la estufa.
Acudieron los diablos para celebrar consejo con el propósito de descubrir quién había echado a perder todos sus planes. Sospechaban de uno de ellos, que era el más tonto. Empezaron a gol­pearle y pellizcarle. El corrió a guarecerse debajo de la estufa, y de allí sacó a Falsedad.
-¡Yo soy Falsedad! -les gritaba el mercader a los diablos. Pero ellos no atendieron sus protestas y le hicieron pedazos. De lo que se deduce que más vale vivir con Honradez que con Falsedad.

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)

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