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domingo, 4 de agosto de 2013

El mizquir

Allá en tiempos remotos y años lejanos, en la hermosa prima­vera y el verano caluroso, padeció el mundo una plaga a la que nadie escapaba: nubes de mosquitos arremetían contra la gente y a picotazos hacían correr su sangre.
Pero una brava araña mizguir, que apareció por allí, empezó a mo­ver las patas, muy diligente, y con gran habilidad fue colocando redes en los sitios por donde moscas y mosquitos solían revolotear.
La sucia mosca, animal asqueroso, echó a volar, tropezó, y fue a parar a la red del mizguir, que se puso a pegarla, vapulearla y estrangularla.
-¡Bátiushka mizguir! -suplicó la mosca. No me mates. De­jaría a muchos huerfanitos que tendrían que ir pidiendo de casa en casa, perseguidos por los perros.
El mizguir la soltó. Ella echó a volar, zumbando, y avisó a to­dos los mosquitos y moscas.
-¡Escuchadme! Escondeos bajo la corteza del pobo: ha apare­cido un mizguir, ha comenzado a mover las patas, muy diligente, y con gran habilidad ha ido colocando redes en los sitios por don­de moscas y mosquitos solemos revolotear.
Todos se escondieron bajo la corteza del pobo, y allí se queda­ron como si estuvieran muertos.
El mizguir echó a andar y encontró a un grillo, una cucaracha y una chinche. Les dijo:
-Tú, grillo, súbete a una pella de tierra a fumar tabaco; tú, cucaracha, toca el tambor y tú, chinche, métete bajo la corteza del pobo y haz correr la voz de que el mizguir, el valiente y apues­to mozo, ha perdido la vida; que le mandaron a Kazán y allí le cor­taron la cabeza de un golpe tan tremendo que se partió el tajo.
El grillo se subió a una pella de tierra a fumar tabaco, la cucara­cha tocó el tambor, la chinche se metió bajo la corteza del pobo y dijo:
-¿Qué hacéis ahí, encogidos como si estuvierais muertos? Ha­béis de saber que el mizguír, el valiente mozo, ha perdido la vida: le mandaron a Kazán y allí le cortaron la cabeza de un golpe tan tremendo que se partió el tajo.
Todos se alegraron mucho, se santiguaron tres veces y echa­ron a volar, pero tropezaron y fueron a parar a la red del mizguir, que dijo:
-¡Qué pequeñitos sois! Debíais venir a verme más a menudo. ¡Ojalá vinierais por aquí más a menudo, a beber cerveza y vino, sin olvidarse de los demás!

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)


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