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jueves, 10 de abril de 2014

El zorro y los gansos

Llegó una vez el zorro a un prado en el que había un grupo de gansos hermosos y gordos. Riendo abier­tamente, dijo: «No he podido venir más a tiempo. Estáis tan bien juntitos que me puedo comer uno tras otro.» Los gansos cloquearon de miedo, comenza­ron a dar saltos y a lamentarse, y suplicaron amar­gamente por sus vidas. Mas el zorro no quería saber nada y dijo: «No hay piedad posible, debéis morir.» Por fin, uno de los gansos juntó todo su va­lor y dijo: «Si nosotros, pobres gansos, hemos de perder la vida tan jóvenes y hermosos, concédenos un último favor y permítenos rezar al menos una oración, a fin de que no muramos en pecado. Cuando acabemos, nos colocaremos en fila para que puedas ir escogiendo al más gordo cada vez.» «Bien», dijo el zorro, «ello es justo y, además, un deseo piadoso. Rezad, que aguardaré hasta que terminéis.» Entonces el primero comenzó con una oración harto extensa, que decía siempre: «Clo, clo.» Como no acababu de concluirla, el segundo no esperó hasta que le llegara su turno, sino que empezó también a exclamar: «Clo, clo.» Le siguieron el tercero y el cuarto, y no tardaron mucho en estar todos juntos cloqueando. (Y cuando hayan terminado de rezar, este cuento seguirá; mas ha pasado el tiempo y aún siguen todos rezando.)

1.018. Grimm (Jacob y Wilhem) - 038

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