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jueves, 10 de abril de 2014

A 0'50 poeta - Nota IV

-Sí, D. Mamerto; no sólo tiene fama, sino que, relativamente, la merece. Esa epístola que usted acaba de examinar es de lo peorcito que ha escrito 0,50. Generalmente, aunque no sale de lo vulgar en los pensamientos, de los lugares comunes, y no de los más altos, en la forma y el lenguaje poético suele acertar; y es más, algunas veces ha escrito con sentimiento y gracia verdaderos, hablando de sus desengaños y de los consuelos domésticos, tal como el afecto de sus hijos. Y si he de decirle a usted todo lo que siento, añadiré que me consta, por una casualidad, que es un padrazo, un hombre cariñosísimo con su prole. Yo viví en una fonda tabique en medio con él y sus hijos, y sin poder evitarlo, oía o colegía frases, escenas, sentimientos, géneros de relaciones, que me demostraban que era 0,50 uno de esos padres que sientan como primer principio de educación querer mucho, mucho, pero mucho a los hijos; lo cual, según ciertos pedagogos eunucos, es echar a perder la familia; como si todas las ventajas que lo puedan venir a uno en la aporreada vida, no siendo un bigardo, de haber sido educado con poco amor, valieran la felicidad que a un inocente proporciona un padre, que sabe amar de veras.
Los versos en que 0,50 habla del amor de sus hijos, suelen ser hermosos...
-¡Ta, ta, ta... señor mío! ¿y lo de la paja? ¿Recuerda usted que este señor?...
-Sí, sí, ya recuerdo. Y por eso vengo a que usted me escriba una epístola en contestación...
-Es que yo no me rebajo a escribir endecasílabos en el romance de los

patos del aguachirle castellana,

para no levantar ronchas. Yo, como buen latinista, creo que el castellano sólo sirve para decir las cosas claras; si no sirviera para decir verdades como puños, más valdría olvidarlo... Yo, si escribo la epístola, he de echarle mostaza...
Dice usted que ese hombre ha hecho algo bueno... ¿Esta él seguro de que todos los versos que usted ha escrito son malos? Pues yo tampoco he leído los de él, y desde luego doy por hecho que no es más que autor de esos sonetos y demás coplas que usted mismo le censura... En la poesía, señor hidalgo, son pocos los que dicen precisamente lo que quieren, ni más ni menos: hay ripios de ideas como los hay de palabras. En la epístola de 0,50 se ve que a veces se le va la pluma, sin saberlo él mismo. Pues haremos otro tanto. Sacrificaré la exactitud y la justicia consiguiente a lo que me parezca la expresión más gráfica y rotunda. En fin, el terceto satírico pide pimienta... ¡Y, sobre todo, déjeme usted a mí!
D. Mamerto empezó a pasearse por el prado, impaciente, nervioso... También a él se le paseaba la musa por el cuerpo. Lo dejé solo. Con la mano me saludó de lejos y se perdió por la pomarada adelante, entre las viejas cañas de los manzanos, cubiertos de plantas parásitas, como venerables ruinas.

1.028. Alas «Clarin» (Leopoldo)

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