Con los
pelos de punta leo en un periódico la siguiente nota relativa al pleito del
matrimonio sostenido entre T. Guerrero y R. Sepúlveda:
«Felicitamos
afectuosamente a nuestros dos amigos Sepúlveda y Guerrero por la conclusión de
un pleito que tanto preocupaba a los
que tenían el placer de leerle. ¡Dichosa manera de terminarle!... ¡Ganando los
dos!
¡Deseamos
una eterna dicha a los nuevos esposos!
¡Deseamos una eterna dicha a los nuevos
esposos!».
¡Es decir,
que Guerrero se ha casado con Sepúlveda!
O de otro
modo, que Sepúlveda... ¡se ha casado con Guerrero!
La
naturaleza sólo aprueba las justas nupcias entre macho y hembra...
* * *
Al fin
respiro. Ya decía yo que eso no podía ser. No una inteligencia mía, sino la
mala, pésima redacción de la nota que dejo copiada me hizo tomar el rábano por las hojas. Lo que hay es que el
simpático escritor Sepúlveda ha contraído matrimonio... con una señorita.
(Deseamos a los esposos una larga
luna de miel, como dicen los versos, etcétera.)
¿Ve usted,
señor Guerrero, lo que tiene escribir mal? Le ponen ustedes a uno en tales
compromisos. Lo peor es que para enterarme de lo sucedido he necesitado leer
unos versos del Teodoro Guerrero susodicho, y francamente, yo que ya los he
leído voy a vengarme en el inocente lector haciéndole partícipe de este
disgusto.
Sirvan estas
notas de sifón-estomacal, que diría un autor realista.
«Y al contemplarte rendido
amante, al pie del altar,
tenaz dejé deslizar
estos versos en su oído».
Veamos esos
versos tenaces:
«Yo sé que el lazo sagrado
que funde dos en un ser
del hombre y de la mujer
es el más perfecto estado».
Obra de un
autor tenaz parecen esos versos
hechos con tenazas.
«Rebosaba en ti el placer
la esperanza de los dos
puestos los ojos en Dios
y el alma en una mujer».
Eso es, Dios
que se contante con los ojos.
II
«Tú sueñas con una esposa,
ves a tu lado un vacío».
Un vacío que
se ve ya pasa a la categoría de vacido.
«Pues sentiste dicha tanta
y confiesas la mentira
(usted
dispense; Sepúlveda es incapaz de mentir)
poeta, coge la lira,
y con entusiasmo canta...»
No haga
usted caso; no cante usted, disfrute como dejo dicho una larga luna de miel, y
deje usted a Guerrero seguir cantando
a la susodicha luna.
«Al
ver que ya no denostas»
Y aquí otra
nota que dice: «La fuerza del consonante me obliga a hacer regular el verbo».
Pues muy mal
hecho. ¿En qué mesa ha comido usted, señor Guerrero, con la gramática para
tratarla con esa confianza? Haber dicho denuestas,
y si el consonante apuraba pudo usted escribir en vez de costas cuestas; y si no vendaba, que es consonante de velas y de denuestas y de todo, como
demostró don Clemente Díaz.
* * *
Y escribe en
prosa Guerrero: «No puedo ni quiero decir con Víctor Hugo, que Sepúlveda, como
Febo, ha tenido un fin trágico».
Pero que
¿también Víctor Hugo ha hablado de la boda de Sepúlveda? Y yo que le creía tan
recogido.
N. D. El señor
Sepúlveda comprenderá que con él no va nada de lo dicho (como no sea lo de
desearle una larga luna de miel)
-¡Pero ese
Teodoro!
[El Solfeo, n.º 668, 30 de octubre de 1877]
CLARÍN.
1.028. Alas «Clarin» (Leopoldo)
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