-Así empieza la Epístola de 0,50, prosiguió mi amigo:
-¿Conque medio poeta, don Leopoldo?
¿conque la inspiración que juzgué llama,
sólo merece honores de rescoldo?
El rescoldo, ya lo ve
usted, es un ripio como una casa; lo que se podía oponer ahí a llama no es
rescoldo, y viceversa; y lo de merece
honores es un prosaísmo
inaguantable, porque está tomado de la prosa de las etiquetas y de las
vulgaridades más superficiales y necias del trato social. Porque, si no quiere
usted entender así la frase, sino directamente, figúrese los honores que se le
hacen a un rescoldo... Y verá usted cómo se ríe la Parda
(la vaca, que ya pastaba tranquila sin miedo a los clásicos ni a los
románticos, porque todo es acostumbrarse).
-Y sigue el poeta:
-Tu sentencia es atroz y al cielo clama,
Todo ripio, y ripio atroz.
¿pero cuándo y por quién fuiste elegido
cancerbero del templo de la Fama?
Aquí empieza ya la Mitología de este
ostrogodo. Parece ser que el templo de la Fama lo guarda el Cancerbero, y que ahora ese Cancerbero
quiere serlo usted. ¡Cancerbero en un templo... Y en el de la Fama , por más señas! Estos descuidos pueden permitírselo a un
principiante... de esos que lo han de dejar y ofrecen hacerse zapateros; pero a
un poeta reincidente no cabe perdonarle que no se fije en que una cosa es lo
que dice y otra lo que quiere decir.
Me doy, crítico insigne, por vencido;
mas déjame apelar a aquellas nueve
que con harto dolor te han padecido.
Lo de crítico insigne,
tómelo usted a ironía; pero tómelo también a ripio y cascote para llenar el
verso. En cuanto a lo de darse por vencido y apelar... allá los jurisconsultos.
Lo del te han padecido, podrá ser un
chiste; pero antes es una falta de gramática.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
¿O piensas, como piensa el vulgo necio,
que señala el reló de la poesía
la hora del abandono y del desprecio?
La imagen del reló de la poesía es digna del mismísimo
London, el fabricante de cronómetros. Lo que hacía falta que señalase el reló
de la poesía, es el sentido de la cláusula. ¿El abandono y el desprecio de
quién? ¿Quién abandona a quién?
-Lo que 0,50 querrá preguntar, apunté yo, es si
soy de los que opinan que la poesía está
llamada a desaparecer.
-Pues eso no se pregunta
así.
-Ya lo veo.
-Prosigo. Después de decir
que es un absurdo asegu rar que él es
medio poeta, dice 0,50:
Se puede ser a medias literato,
bolsista, espadachín, cantante, rico,
ingeniero rural, senador nato;
cuanto va de lo grande hasta lo chico...
Cada una de estas carreras
civiles y militares es aquí un ripio; haciendo versos así se puede estar toda
la vida; para ejemplos, son demasiados; para enumeración de lo que se puede ser
a medias en el mundo, es demasiado poco. En cuanto al ingeniero rural tiene mucha más gracia de la que
puede imaginar este señor poeta, que, por lo que barrunto, es en el fondo un
hombre sosón y que tarda en enterarse de lo ridículo; defecto gravísimo en las
letras, de toda época muy civilizada, en la cual el que no corre, vuela. El
senador nato debe de ser, o la nata de los senadores, o el senador
vitalicio, o nada: esto es lo más probable. En cuanto al orden de la gradación
no va de lo grande hasta lo chico, a
no ser que lo mejor que se pueda ser sea literato, y después bolsista, y lo
peor y más chico, senador nato.
Medio poeta, ni existió ninguno,
ni has de probarlo, aunque te vuelvas mico.
-Ante todo, señor 0,50, eso de volverse mico no merece que
se diga en tercetos, aunque sean tan malos como los de vuesa merced; y además,
nótese que si medio poeta no existió ninguno, sobra el añadir que ni se ha de probar que existió. ¡Claro!
Esto pudo pasar dicho antes, pero después de lo otro, no.
Don Mamerto se puso en pie,
y mirándome con ojo zahorí, dijo, áspera la voz:
-Ahora viene lo de la paja.
¡Ah, y lo de llamarlo a usted poeta detestable! Aquí, a lo menos, no hay
ripios. Esto está bien claro.
-Más vale así.
Pero, en seguida, vuelta a
disparatar:
Versificar es cómodo y es llano.
El poeta no dice aquí lo
que quiere, y aun lo que quería decir era disparatado. Quería decir que el
versificar es cosa fácil y al alcance de cualquiera, lo cual no es cierto, a no
ser que se sobrentienda versificar mal, y aún así tampoco todos saben.
Versificar bien es una habilidad difícil; supone muchas cualidades que tienen
pocos; porque no es hacer buenos versos escribirlos llenos de ripios como los
que tengo entre manos. Pero dejando esto, lo que 0,50 dice es: «versificar es cómodo,» cómodo ¿para qué? ¿qué
comodidad le viene a nadie de escribir versos? 0,50 llega en su lenguaje familiar a ese grado extremo, ilícito en
literatura, en que el que habla ya no se cuida siquiera de la propiedad de la
palabra.
Ser poeta es ser nada y serlo todo,
materia y creador, larva y gusano.
«Nada y todo» es una
antítesis, buena como antítesis. «Nada... todo» no cabe mayor oposición: pero
¡larva y gusano!... este señor poeta no sabe lo que son gusanos ni lo que son
larvas. Vea el Diccionario, aunque otra cosa no sea; v. gr. gusano de seda, la larva que... etc, etc.
En cuanto al fondo del
conceptillo, es falso, hinchado y vulgarísimo en su hinchazón y falsedad. Que
el poeta lo sea todo, nadie lo pretende, aunque todos debiéramos estar
conformes en que debe ser un poco instruidito. Y que el poeta sea nada, ¿quién
lo prueba?
Ahora viene la apología de
los holgazanes. Pero no; antes dice que el poeta ha de volar con tal suerte y
de tal modo
que ni rocen las alas en el cielo,
ni deje el pie su huella sobre el lodo.
La teoría de este hombre es
no tocar ni el cielo ni la tierra, la poesía-Garibay, como si dijéramos; ¿por
qué no ha de llegar al cielo el poeta? ¿por qué no ha de, tocar la tierra (no
el lodo precisamente)? ¿Cree usted que la poesía es la navegación aérea?
Aquel de torpe y trabajoso vuelo
al yunque de la Fama noche y día
vive amarrado, en perdurable anhelo,
Los yunques no son para
hacer oficio de amarras, y además esas figurillas no se entienden, porque la Fama no tiene yunque, y lo
que quiso usted decir, por lo que se ve luego, es el yunque del trabajo, el
yunque de la composición artística, de cualquier cosa menos de la Fama... Pues bien:
ése, el del yunque,
de sabio alcanzará la nombradía
primero que de artista y de poeta.
Prescindiendo de que no
sería malo pasar por sabio primero, y después por artista, al esclavo de la Fama nadie le llama sabio; y
muchos poetas y artistas de los mejores han vivido amarrados al yunque... del trabajo (al de la Fama , no; es claro, porque
eso es un disparate).
Concebir sin dolor, eso es poesía.
Al leer esto, Cabranes
soltó el trapo, y su carcajada resonó en el castañar de enfrente. La vaca
levantó la cabeza dejó de pastar por un rato, y parecía pensar: -Quiere
decirse, que si aquí no ha de haber formalidad, yo me voy a tomar las once a
otra parte.
-Concebir sin dolor, eso es poesía.
prosiguió D. Mamerto. ¡Y
qué hueco se habrá quedado después de soltar este epifonema el grandísimo
zampatortas! Para concebir sin dolor no se necesita ser la poesía, ni la Inmaculada Concepción ;
concebir sin dolor lo hace cualquiera. Lo que hizo la Virgen fue ser concebida...
sin pecado original, y lo que hizo sin dolor... fue parir. -Por esta confusión
dogmática, el poeta, que no es buen cristiano a lo que huelo, le echa a la
poesía el milagrazo de concebir sin dolor. Oye, Parda: ¿no es verdad que tú también sabes concebir sin dolor?
Sería casualidad; pero la
vaca dijo que si con la esquila, y decididamente se fue a pastar tres pasos más
adelante.
-Y dejando la barbaridad
literal, y viniendo a lo que 0,50 ha
querido decir, ¿habrá mayor absurdo, más falsa idea del arte y de la psicología
estética? Este poetilla cree que la gracia del artista consiste en improvisar,
en hacer versos como quien hace cucharas y mangos para otras; piensa que el
colmo de la inspiración es escribir con la fácil
facilidad con que escribe cualquier gacetillero en verso o en prosa; él,
por ejemplo. En el concebir del poeta
hay muchas veces dolor; como que del dolor se engendra muchas veces, como
Goëthe nos lo enseñó hermosamente; pero donde el dolor es casi seguro es en el
dar a luz, en el producir, que era lo que quería dar a entender 0,50.
Algunos grandes escritores
y poetas, como el Tasso y Flaubert, v. gr., son ejemplos del dolor que llega. a
la locura, en el parir de los artistas...
Después viene el pintar la
fuente Hipocrene como fuente de vecindad (¡ah, bárbaro!), y suponerle un casto
y un pilón, y sólo le faltaba añadir una inscripción que dijera: «Rege Carolo
III.»
Ahora leo:
Vates de cinco décimas al año;
y todo esto y lo que sigue,
o mucho me engaño, o va con D. Gaspar Núñez de Arce, a quien 0,50 debe de tener grandísima envidia. Y
hará bien; pero no sólo debe envidiarle el primor y cierta grandeza y
profundidad de la poesía, sino eso de escribir pocos versos; ¡gran ocasión para
librarse de ripios!
Llega aquí lo del
manantial:
que el genio les rehúsa,
por les niega; y habla
después de
[...] la corriente ignota
que el páramo que inunda fertiliza
y refresca el desierto donde brota...
La corriente... ¡ignota!...
Ignota, ¿por qué? Y primero fertiliza el páramo, y después de esta hazaña... va
y brota en el desierto, y lo
refresca... ¡y 0,50 tan fresco!
Estas locas fantasías, que tan patas arriba y tan al revés del curso
natural de las cosas describen la realidad que fingen estar viendo, prueban con
estos dislates que ellas no ven imágenes del mundo, sino ripios, palabras de
conserva, para ir matando el hambre de los endecasílabos, o lo que sean.
El poeta que nos da una
descripción, o, una alegoría, o cualquier imagen pintoresca saltando al orden
del Universo, no sólo demuestra que no sabe retórica, sino que no es tal poeta,
que- no ve lo que dice ver, que es un hablador sin sustancia, y esto es lo más
grave.
No daña a una beldad el ser rolliza;
ni jamás de la esposa complaciente
ganó el premio ramera antojadiza.
¿Qué tiene que ver el
primer verso con los otros dos? ¿Y quién entiende lo que en esos dos se quiere
decir? Que puede ser guapa una mujer gorda, corriente; eso va, en gustos, y
está claro. Pero lo otro, ¿a qué viene en seguida? ¿Y qué quiere decir? Aquí se
rinde mi exégesis. No entiendo al poeta. Esto pertenece al esoterismo de la
poesía sin sentido, la del ripio por el ripio.
La inspiración, hermana del torrente...
Imagen cursi en segundo
grado de consanguinidad.
debe tener del lago lo profundo,
(Suponiendo que se trata de
un lago profundo.)
lo terso, lo ideal, lo transparente,
No sé si los lagos son
tersos a todas horas, ni si son todos ideales;
pero lo que es transparentes...
pero lo inmóvil no; todo en el mundo
a la ley de la vida está sujeto,
y es más hermoso cuanto más fecundo.
-¡Bravo, bravo! gritó D.
Mamerto en leyendo esto. Ven acá, Parda,
a ver si tú te enteras de todas las incongruencias y pensamientos falsos que
hay en estos pocos versos.
Y Cabranes se fue a la vaca
y la cogió por los cuernos, y como si tratara de convencerla, le fue diciendo:
-Vamos por partes. Tenemos,
que la, inspiración debe ser como el lago en todo, menos en lo inmóvil. Luego
el lago es inmóvil. ¿Y por qué no debe ser inmóvil la inspiración? Porque
[...] todo en el mundo
a la ley de la vida está sujeto.
Pues si todo está sujeto a
esa ley, también estará sujeto el lago... que es de este mundo; luego no se
diferenciarán en esto el lago y la inspiración, que obedecerán a la misma ley
universal. Por supuesto que aquí hay que sobrentender que la ley de la vida es sinónima del
movimiento. Tal como lo dice, no parece sino que los lagos, por excepción, no
están sujetos a la ley de la vida, y por eso son o están inmóviles, y no se
parecen en esto a la inspiración...
y es más hermoso cuanto más fecundo.
Pero la fecundidad, ¿es
también lo mismo que la ley de la vida y que el movimiento? El ser fecundo, ¿es
ley de toda vida? Y la hermosura, ¿depende de la fecundidad? Por eso la Laura
del Petrarca le parecía tan guapa a su poeta. ¡Tanto, según dicen, había parido
ella! Esto, por lo menos, es napoleónico: «¡La mejor mujer... la que más pare!»
Aquí, donde hay prurito chabacano,
que a Góngora imitando en sus deslices,
tortura la verdad y el castellano.
Prurito... ¿de qué?
Chabacano, ¿por qué, si lo que hace es imitar a Góngora en sus deslices, que
supongo que serán sus versos cultos? Eso será malo, prueba de decadencia; pero
chabacano, ¿por qué?
Donde, en vez de conejos y perdices,
hay quien sabe cazar a maravilla
pensamientos vulgares o felices;
Perdonando los dos versos
primeros, en que los conejos y las perdices y la maravilla son puro ripio, en
el tercero se ve clara la intención de aludir a Campoamor, como antes se había
aludido a Núñez de Arce. Por lo visto, el señor 0,50 querría quedarse solo.
¿Merece le escatimen una silla
el que lleva ocho lustros muy cumplidos
escribiendo en la lengua de Castilla?
Dénle, dénle la silla
metropolitana de Toledo; que con memoriales así han de ablandarse las piedras,
que no ya los críticos. Ya lo oyen ustedes, señores (aquí D. Mamerto se dirige
a mí y a la Parda ): a consecuencia de que hay quien caza
pensamientos ajenos, debe dársele a éste una silla... porque hace ocho lustros que escribe rehusar por negar, lo
cual llama él escribir en castellano. Pero... ¿y qué silla es esa que pide?
Que se explique, y se proveerá.
-Yo creo, D. Mamerto, que
lo que quiere es ser académico.
-¡Oh!. Pues eso bien lo
merece.
-¡Figúrese usted!
-Prosigo, para acabar
pronto:
Y tal pusimos todos a Talía,
que a no llevar sandalias y careta
ni Apolo por mujer la tomaría.
Aquí se supone que Apolo,
gracias a llevar Talía sandalias y careta, la toma por mujer, o por lo menos no
tiene inconveniente en tomar la; es
decir, en casarse con ella. Apolo, casándose con Talía, comete un incesto, pues
hasta los niños saben que Talía y Apolo son hermanos de padre: al dios Apolo lo
tuvo J úpiter, o Zeos, o Zeus, de
Latô, o Latona, y a Talía la tuvo Zeos de Mnemosina.
-Pero, Sr. Cabranes,
también el robusto hijo de J úpiter y
Alcmena se casó con He bé su hermana
consanguínea, hija de Zeos y dé He ré,
o He ra, o J uno...
-Pero eso nos lo cuenta He siodo, que sus razones tendría para asegu rarlo; mas el señor 0,50 no está facultado para suponer incestos en el Olimpo. Sin
contar con que, en rigor, y tomándolo por lo espiritual, Apolo, más que
hermano, era padre adoptivo de las Musas; y así, con profundo sentido, en la Adjunta al Parnaso, Apolo mismo llama a las
Musas mis hijas, en la carta que
entregó a Cervantes don Pancracio de Roncesvalles.
Y sigue el poeta, después
de decir que él acaso no ha injuriado a Talía:
Yo soy así, Leopoldo; tras un chiste
una sentencia...
Basta que usted lo diga. ¡Y
que no es usted modesto, compadre! ¿Conque tras un chiste una sentencia? Pues
mire usted, ya que se alaba, le diremos que
ni vuela como el sacre,
ni corre como el galgo;
que, en punto a chistes,
nadie le ha tomado, por el autor de La Visita
de los mismos; que en punto a, lo otro, no le han de llamar el «Maestro de las
Sentencias».
[...] tras el ceño airado,
la risa loca o el suspiro triste.
¡Pero este hombre no sabe
que todos tenemos nuestras murrias, y que el estar unas veces alegre y otras
aburrido no es un mérito, ni lo da a nadie el título de poeta!...
Última copla, y con su
anfibología correspondiente, que no podía faltar:
¿Es que nacer poeta es un pecado?
Debe advertirse que esta
salida no tiene nada que ver, con lo que el autor venía diciendo:
¿Es que nacer poeta es un pecado?
De su deleite apuraré la copa...
¿De quién o de qué es el
deleite? ¿El deleite de ser poeta? ¿El deleite del pecado?... Y... ya no hay
más, a no ser llamarle a usted clarín desafinado; y en esto tampoco hay ripio,
y acaso haya justicia; eso, allá ustedes. Y se acabó el análisis. Ahora bien;
tengo derecho a decir que a un hombre que escribe así... no hace falta
contestarle. Pero se le debe contestar, por la fama que tiene, según usted
asegura.
1.028. Alas «Clarin» (Leopoldo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario