-Doctora Carlota Adams es usted con
la persona que quería hablar.
-Siéntese Señor Q-34-H. Póngase
cómodo y dígame en que puedo ayudarle.
-Doctora no sabría como empezar.
Siempre me ocurre lo mismo, a pesar de llevar toda esta semana pensando en
estos momentos.
-Tómese su tiempo. Aquí nadie nos
molesta y créame. Dispongo de todo mi tiempo para usted.
-Es usted tan amable doctora. Le
confieso que cuando entre a su clínica, dudaba, si tengo que reconocerlo.
Dudaba. Entrare, o no entrare, ya sabe esas cosas. Pero cuando la vi sentada
detrás de su escritorio...
-Siga señor Q-34-H
-Si, Doctora, cuando la vi detrás
de su escritorio el primer pensamiento que cruzo mi mente fue absolutamente animal.
Lo confieso Doctora, pero créame, a pesar de mi avanzada edad y mi oficio de
filosofo, todavía los instintos primitivos pululan por mi mente. Intento
educarme pero me es imposible todavía, mi heterosexualidad me lleva por esos
derroteros. Si reconozco que cuando la vi, bueno...
-Siga señor Q-34-H
-Tenia que decírselo doctora. De lo
contrario no podría seguir platicando.
-A hecho muy bien sin duda. Ahora
se encuentra digámoslo liberado, lo entiendo Señor Q-34-H, continué le escucho.
-Le pido mil perdones por este
atrevimiento doctora.
-Se los acepto con gusto señor
Q-34-H. Lisonjas recibidas de filósofos heterosexuales no se dan todos los
días. Pero siga, le escucho.
-Usted sabe que el oficio de
filósofo consiste fundamentalmente en la búsqueda de la verdad. Y esta no es
otra cosa que la llave que abre la puerta de la felicidad. En mi oficio, no
dudamos en manejar las herramientas que sean precisas para conseguirlo.
-Entiendo. Los siquiatras también
necesitamos de herramientas especiales. Pero siga, siga, le escucho.
-Doctora nuestro trabajo, es lento
y complicado, tan lento y tan complicado que ningún filosofo vive lo suficiente
para ver la obra terminada. Dedicamos la vida ha divagar. Ha formular preguntas
absurdas, con el fin de descubrir a trabes del absurdo lo lógico. Pasamos horas
enteras mirando una pintura abstracta para encontrar la verdad entre los
colores del lienzo. Vagamos por los campos con la intención en descubrir en el
reino animal, vegetal y mineral la Verdad. Pasamos noches enteras mirando el
firmamento, viendo el parpadear de los astros en la oscuridad, con el fin de
acercarnos mas al Todo. Caminamos descalzos por playas de arena y guijarros
sean estos preciosos o vulgares. Surcamos océanos y mares con el fin de
encontrar a la sirena que nos ilustre sobre la verdad ultima. Respiramos a
pleno pulmón para que el oxígeno queme mas rápidamente el cuerpo, pues, sabemos
que la vida es un devenir. Nos sumergimos en las simas mas profundas de la
tierra con la esperanza de encontrar en el corazón del astro en el que vivimos
una sombra de color. ¿Doctora me entiende?
-Perfectamente señor Q-34-H.
Continué por favor.
-Doctora algunos filósofos toman el
camino de la humildad y así encauzan sus vidas. Estos piensan que por esos
derroteros encontraran la felicidad. Otros en cambio recorren la senda de la
soberbia, pues creen que allí sin duda mora la verdad ultima. Yo Doctora pienso
que el cosmos es un laberinto oscuro y solo el destino puede conducirte a la
luz. Para encontrar esa luz, tenemos que llevar una vida singular. Esa
singularidad lleva a las personas de mi oficio al rechazo social. Nos llaman
vagos y charlatanes, cuando somos nosotros los que de alguna manera iluminamos
el camino de sus hijos. Doctora, aun en nuestra época, desgraciado el filósofo
que brille con luz propia, la falsa libertad de pensamiento que hoy padecemos,
es comprable a los tiempos de nuestros colegas, Sócrates, Séneca, Spinoza y
tantos otros hombree sabios. Ellos sufrieron persecución, al igual que hoy la
sufriría él filosofo que brille con luz propia.
-Continué señor Q-34-H
-Antes de seguir, me gustaría
preguntarle algo Doctora Carlota.
-Por su puesto. Dígame, le escucho
con atención.
-Doctora. ¿Soy realmente un
filosofo?
-Sin duda Q-34-H.
-Entonces Doctora, ¿cree que mi influencia
será comparable a la de Aristóteles o Descartes?.
-Puede ser. Usted sin duda es un
filosofo de primera fila. Pero, mi obligación como siquiatra es decirle que, si
usted quiere salir de mi clínica curado de la enfermedad que padece. Tiene que
ser consciente que usted sufre el mal de las líneas paralelas. Y solo usted,
claro esta con mis indicaciones, puede conseguir llevar esas líneas paralelas a
que se junten.
-Doctora...
-No, escúcheme señor Q-34-H.
Escúcheme con atención. La enfermedad de las líneas paralelas se da en enfermos
muy particulares, vulgarmente ha este mal se le conoce con el nombre de Gloria.
Terrible sentimiento que el que lo padece, muere en vida. Señor Q-34-H, si no
extirpamos de su mente tan mortífero sentimiento, le doy de vida terrenal, tres
semanas como mucho. Así pues, ponga mucha atención a lo siguiente:
-Como usted diga Doctora.
-Vamos ha ver. Ha leído ese poema
que dice: "-Nunca perseguí la gloria ni dejar en la memoria de los hombres
mi canción-". ¿Lo ha leído? ¿Lo ha escuchado alguna vez? Señor Q-34-H.
-No, no Doctora. Jamás.
-Estupendo. Estos versos los tiene
que grabar en su mente, y tenerlos siempre presentes. A sus colegas filósofos
que descansan bajo tierra seguro que no se molestaran si usted durante los
próximos cuarenta días, cuando se acueste y cuando se levante de dormir canta
"Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi
canción". Entendido Señor Q-34-H.
-Entendido Doctora Carlota Adams.
Le prometo que así lo haré.
-Perfectamente. Esto que le digo,
no quita para que usted deje de ser un aventurero intelectual. Usted tiene que
seguir siendo un libre pensador. Un amante de la contemplación y un concienzudo
minero de la mente humana. Pero eso sí, que la gloria no juegue con usted y le
lleve a la miseria. Sé que su camino a la verdad ultima esta sembrado de
desengaños. Pero usted como yo sé que los desengaños oscurecen el presente pero
iluminan el futuro. Así pues, Señor Q-34-H si realmente quiere que su trabajo
tenga el fruto deseado siga mis instrucciones con la meticulosidad que solo una
mente clara como la suya puede hacerlo.
-Gracias Doctora Carlota. Gracias,
le estaré eternamente agradecido.
FINAL DE LA CONSULTA DEL PACIENTE
Q-34-H
1.010. Mingo (Eusebius)
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