-Doctora, me siento triste,
infinitamente triste. Un amigo me comentó que usted puede de alguna manera
ayudarme a recuperar la alegría perdida. Yo hace unos años era una persona que
siempre reía, hoy míreme. Hasta las arrugas de la risa han desaparecido de mi
rostro.
-Cálmese Señor R-23-T, le aseguro
que después de nuestra platica esas arrugas tan simpáticas que le marcaban la
cara, volverá ha verlas reflejadas en las claras aguas ?????.
-Pero para que eso suceda, primero
tiene que contarme lo mas sinceramente que pueda. Si, lo mas sinceramente
posible, que le ha echo decidirse a venir ha mi clínica. Y sí es que lo sabe,
cual es el motivo de la profunda tristeza en la que se encuentra.
-Doctora Carlota le hablare
sinceramente. Sin duda sé la causa que me condujo a perder la alegría. Y además
sé que es increíble, podría decirse que hasta mágico, pero también y me cuesta
admitirlo, absurdo. Yo siempre fui alegre como le dije. Vivo y fuerte. Pero
aquellas palabras que escuche en una emisora de radio cuando estaba a punto de
dormirme, me llevaron increíblemente ha este estado de tristeza profunda por no
decir enfermiza.
-Vamos ha ver señor R-23-T,
palabras enigmáticas sin duda tuvieron que ser para trasformar su alegría en
tristeza he incluso borrar las arrugas de felicidad en su rostro. Veamos,
recuerda exactamente como fueron.
-Como no voy ha recordarlas, sé
hasta el timbre de voz de aquel mago. Pues sin duda es un mago, por no
calificarle de algo mas... usted me entiende, ¿verdad doctora?.
-Por supuesto, por su puesto. Siga,
que palabras fueron esas.
-Después de un día alegre como
siempre me tumbe en la cama para que el divino sueño me envolviera. Instantes antes, aquella voz que salía de la
radio atrajo toda mi atención. Era una voz agradable y escuche lo siguiente:
-Yo mi amigo, que desde tu lecho
escuchas, antes era como un árbol fuerte y orgulloso y nada quería de los
demás. Así que cuando llego un viento furioso me arranco de cuajo y hasta mis
raíces se separaron de la fértil tierra. Nada quería de la sociedad y nada daba
y así la tierra me expulso. Ahora soy como un junco, mantengo mis ideas pero
acepto y comparto las de los demás aunque estas vengan disfrazadas de vientos
huracanados. Me doblaran como ha un junco, pero una vez pasado el viento
volveré ha ser yo mismo.
-Frase enigmática sin duda Señor
R-23-T. Mas diría yo frase absurda y dacha por un profesional del tono y sin
duda seudo poeta conceptual. Tengo que decirle que usted tiene lo que en
psiquiatría llamamos " Vicio de tristeza". Usted sin duda es un
hombre que carece de vicios digamos mayores, solo tengo que mirarle para
saberlo, por esa razón la alegría le acompañaba hace años. Pero, cuando escucho
aquellas palabras, los entes del vicio de la tristeza inundaron sus sentidos
con tanta agresividad que se lo diré en términos coloquiales, cayo mentalmente
enfermo. No es así Señor R-23-T?
-Tiene toda la razón Doctora
Carlota. Tiene toda la razón, me siento realmente enfermo, enfermo y triste.
-Vamos ha ver entonces. Intente
escúchame con la misma atención que aquel despreciable locutor de radio. Usted
se lo aseguro sale de esta clínica con una sonrisa en la cara como yo me llamo
Carlota. De lo contrario no le cobrare mis honorarios que como usted sabe no
son moco de pavo.
-Me temo doctora que en este
instante la risa para mí es un imposible.
-Tengo que decirle señor R-23-T que
es usted un ingrato. No escúcheme. Un perfecto ingrato. Usted olvido que hace
cuarenta y nueve años que es la edad que pone en su ficha medica era un simple
espermatozoide. Si ha oído bien un espermatozoide. Y ese espermatozoide era un
espermatozoide simpático, incluso agradable. Y ahora mire en que se ha
convertido en un aburrido y triste
hombre. Que triste verdad. Claro que es muy triste, se mira y ve tristeza, pero
si mira mas lejos, que ve. Eh, Alegría. Recuerde con que alegría recorrió aquel
durísimo camino que le conduzco al óvulo, recuerde cuantos espermatozoides como
usted quedaron en el camino. Sus caras eran tristes, pero tristes de verdad.
Usted, si usted, cuando llego a la meta, porque cree que el óvulo le dejo
entrar. ¿Porque era más guapo y más listo que sus hermanos? No señor R-23-T
fecundo al óvulo porque su alegría le hizo gracia. Solo, por eso. La alegría le
dio la vida y no crea que entre sus competidores no había espermatozoides
alegres y vivarachos, claro que los había y por millones, pero solo usted,
solo, me ha entendido, solo usted con su maravillosa alegría consiguió seducir
al óvulo y estar hoy aquí contándome que es el hombre mas triste de la tierra.
Es usted y permítame que se lo diga un ingrato con la naturaleza, un vicioso
convulsivo, pues, el mayor de los vicios es el que ahora le atenaza, la tristeza.
-Doctora no se ponga así, me
incomoda.
-Ay Dios mío señor R-23-T. Me dan
ganas de estirarle la cara para sacarle una sonrisa, pero con eso, solo
conseguiría cobra mis honorarios.
-Doctora Carlota si usted quiere yo
me estiro un poco la cara haber si consigo sonreír. Mire, así.
-Un poco más, hasta dar con los
labios en las orejas.
-¿Así?
-Si, si, y ahora, piense cuando era
un simpático espermatozoide y recuerde las aventuras que vivió por esas trompas
de nombre tan enrevesado.
-Para mi doctora lo que me pide es
un imposible.
-No hay imposibles que valgan. Su
caso requiere un esfuerzo adicional. Piense, profundice en su pasado. Siga,
siga simulando la risa aunque se tenga que ayudar con las manos, concéntrese y
recorra su mente hasta dar con el estanco adecuado. Aparte las telarañas que
encuentre en el laberinto de su mente. Ya esta, ya se ve espermatozoide.
Estupendo. No ve que hermoso y alegre era. Fíjese que colita tan vivaracha. Es
realmente divertido.
-Creo ver algo Doctora, creo ver,
en serio creo ver algo realmente. Ahora lo veo. No puedo creerlo. Realmente fui
yo así cuando era espermatozoide. Pero si no paraba de reírme. Doctora que ha
sido de mí. Soy un ingrato, si un ingrato y tengo el vicio de tristeza.
-Perfecto, perfecto señor R-23-T.
Siga así. Unos instantes mas y podrá bajar las manos. Cuando esto ocurra, tiene
por Dios que reírse, de acuerdo.
-De acuerdo Doctora, de acuerdo. Ay
va.
-Míreme ahora y ríase.
-JA, JA, JA.
FINAL DE LA CONSULTA DEL PACIENTE
R-23-T
1.010. Mingo (Eusebius)
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