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lunes, 5 de agosto de 2013

La madre y el lobo

Erase un lobo merodeador de cortijos que frecuentaba el domicilio de un labrador pudiente, a la espera de una ganga. No eran escasos allí los terneros mamones, abundaban ovejas y corderos, y las aves de corral formaban una legión.
Con todo le acaecía a este lobo lo que a Rondador en la granja: los días pasaban, y no pescaba nada. Por fin, para él también llegó la fecha (que fué aciaga) de poner término a su guardia.

"Media noche era por filo
Los gallos querían cantar",

como dice el romance antiguo. En el silencio nocturno se oye la voz de un niño que llora, y el cantar de la madre para ador­mecerlo :

"A los niños formales
Dios los bendice;
Y al que no es bueno,
el diablo Le da lombrices"

Pero el llanto continúa, y la madre sigue cantando:

"Al niño que es bueno
Y da su lección

La mamá lo lleva
A la Exposición;

Y al niño que es malo
Y desaplicado,

Mandinga lo vuelve
Tuerto y jorobado"

Pero, ni por esas: el mocito sigue gimoteando. Se oye eu­tonces la voz alterada de la madre que lo reprende:
"Si no te callas, Bartolito, te entregaré al lobo ¿oyes?"
Para las orejas el merodeador y se apresta a recibir en sus fauces el nunca esperado paquete, pues el lloriqueo sube de tono en vez de menguar. Pero la madre, viendo el mal efecto de su amenaza, toma en brazos a su hijito, al tiempo que le dice:
-"No llores, querido, no llores, que si viene el lobo lo mataremos". Aquí el hambriento centinela que ya había dado gra­cias a Caco por la feliz aventura, levanta los ojos a la Luna, y gruñe:
-"¡Cómo se entiende! ¿Es esto formalidad? Me prome­ten un chico, y luego se salen con amenazas. No es manera de tratar a las gentes de mi categoría. No soy ningún tilingo ¡ca­ramba! En cuanto a ese monigote de Bartolito, el día que vaya a buscar nidos en el bosque o juntar moras..."
Sus gruñidos lo delatan: el amo sale bien armado, saltan los mozos con sus horquillas, el dogo acude y acorrala al lobo, todos lo rodean:
-"Qué andas buscando por aquí? Explícate, merodeador de malas entrañas..."
El infeliz les refirió de pe a pa los sucesos de esa noche.
-"¿Con que tú te habías de comer a mi Bartolito?", voci­fera la madre. "¡Miren un poco al desfachatado! ¡Después de todo lo que me costó el bebé iba a servir para tu almuerzo! Mas jo que te estrego burra de mi suegro..." A estas voces horquillas y chuzos entran a funcionar, y el infortunado bes­tión paga con la vida su mala costumbre de merodear.

"Lobos y ogros, cuidáos mucho de escuchar por puertas y ventanas lo que dice una madre regañando a su hijito".

1.087. Deimiles (Ham) - 021

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