Erase un lobo merodeador de cortijos que frecuentaba
el domicilio de un labrador pudiente, a la espera de una ganga. No eran escasos
allí los terneros mamones, abundaban ovejas y corderos, y las aves de corral
formaban una legión.
Con todo le acaecía a este lobo lo que a Rondador en
la granja: los días pasaban, y no pescaba nada. Por fin, para él también llegó
la fecha (que fué aciaga) de poner término a su guardia.
"Media
noche era por filo
Los gallos
querían cantar",
como dice el romance antiguo. En el silencio nocturno
se oye la voz de un niño que llora, y el cantar de la madre para adormecerlo :
"A los
niños formales
Dios los
bendice;
Y al que no
es bueno,
el diablo
Le da lombrices"
Pero el llanto continúa, y la madre sigue cantando:
"Al
niño que es bueno
Y da su
lección
La mamá lo
lleva
A la Exposición ;
Y al niño
que es malo
Y
desaplicado,
Mandinga lo
vuelve
Tuerto y
jorobado"
Pero, ni por esas: el mocito sigue gimoteando. Se oye
eutonces la voz alterada de la madre que lo reprende:
"Si no te callas, Bartolito, te entregaré al lobo
¿oyes?"
Para las orejas el merodeador y se apresta a recibir
en sus fauces el nunca esperado paquete, pues el lloriqueo sube de tono en vez
de menguar. Pero la madre, viendo el mal efecto de su amenaza, toma en brazos a
su hijito, al tiempo que le dice:
-"No llores, querido, no llores, que si viene el
lobo lo mataremos". Aquí el hambriento centinela que ya había dado gracias
a Caco por la feliz aventura, levanta los ojos a la Luna , y gruñe:
-"¡Cómo se entiende! ¿Es esto formalidad? Me
prometen un chico, y luego se salen con amenazas. No es manera de tratar a las
gentes de mi categoría. No soy ningún tilingo ¡caramba! En cuanto a ese
monigote de Bartolito, el día que vaya a buscar nidos en el bosque o juntar
moras..."
Sus gruñidos lo delatan: el amo sale bien armado,
saltan los mozos con sus horquillas, el dogo acude y acorrala al lobo, todos lo
rodean:
-"Qué andas buscando por aquí? Explícate,
merodeador de malas entrañas..."
El infeliz les refirió de pe a pa los sucesos de esa
noche.
-"¿Con que tú te habías de comer a mi
Bartolito?", vocifera la madre. "¡Miren un poco al desfachatado! ¡Después
de todo lo que me costó el bebé iba a servir para tu almuerzo! Mas jo que te
estrego burra de mi suegro..." A estas voces horquillas y chuzos entran a
funcionar, y el infortunado bestión paga con la vida su mala costumbre de
merodear.
"Lobos
y ogros, cuidáos mucho de escuchar por puertas y ventanas lo que dice una madre
regañando a su hijito".
1.087. Deimiles (Ham) - 021
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