Los hay que dicen, desde los tiempos de Esopo, que el
zorro es el más astuto de los cuadrúpedos. Más de un naturalista y La Fontaine lo ponen en
duda, y piensan que el lobo, por ejemplo, cuando se trata de defender la vida,
sabe tanto como el zorro, y aun más. Sin embargo, todos seguimos la corriente
de la tradición y le damos la palma al zorro.
Nos va a sacar de dudas el mismo lobo que se dejó
sonsacar por el mastín flaco. Cierta noche serena, llevado de la curiosidad,
este lobo asomóse a un pozo:
-"¡Vaya un queso de Holanda, y cuán bien me llega
coii el hambre atrasada que me devora!", exclama viéndolo flotar en el
fondo. Pero había que ir a buscarlo. El pozo tenía dos baldes que subían y
bajaban alternativamente, ora llenos, ora vacíos; acomódase en el de arriba y
baja lentamente sirviendo de contrapeso el otro que subía lleno. Cuando cree
alcanzar el suculento bocado, da con los morros en el líquido espejo que sólo
reflejaba el orbe de la luna.
El chasco no era nada: ¿cómo volver a subir? Quedar en
el pozo hasta el día siguiente era jugarse ln vida.
Por fortuna, Candileja, que tan mal había retribuido a
la Grulla ,
merodeaba por los campos de Currumalán esa misma noche, que era de las
calurosas del estío, y se abrasaba en sed. Acércase al balde y bebe
ruidosamente, empinado en el brocal.
"¿Oh mi caro amigo, y cuán a punto llegas!...",
le grita el lobo desde abajo saludándolo con desbordante alegría, "te
aseguro que me daba lástima dejar aquí este hermoso queso, compañero del que ya
me he comido, porque de veras que es de mi gusto. Cuando lo hayas probado, te
comerás las manos tras él...
"Al zorro se le iban los ojos tras el flotante
queso, y, siguiendo las instrucciones que le venían del fondo, vacía el balde,
se acomoda en él y comienza la bajada.
A mitad camino lo encuentra el lobo radiante:
-“¡Buen provecho, Candileja, y sobre todo no atragantarse!
Aunque eso sera difícil: un queso no tiene hueso, y menos el que te espara allá
abajo. ¿Qué te parece esta aventura? Unos suben y otros bajan: estos se hartan,
aquellos ayunan. ¡Así es la vida!"
Acabar de decir esto y dar el zorro con el hocico
sobre el queso fantasma, mientras el lobo saltaba el brocal, fué cosa de tres
segundos.
"Muchos
proceden como el lobo y el zorro, fundándose en parecidas sombras. Estamos
sujetos al error, y con facilidad creemos lo que tenemos y lo que
codiciamos".
1.087. Deimiles (Ham) - 021
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