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lunes, 5 de agosto de 2013

La leona enferma

Vencida por la edad, cargada de reuma, casi tullida en­contrábase la madre del león que había reconquistado su impe­rio en los dominios del leopardo y sus aliados.
-"Hijo, será menester que encuentres remedio a mis acha­ques y a mis años, díjole la reina viuda; ya que no podemos cruzar los mares para buscar la Fuente de la juventud, o el Eldorado, ni siquiera alcanzar el río Jordán donde me remo­zaría, redacta una circular urgente para todos nuestros súbdi­tos ordenándoles se presenten los médicos de las diversas es­pecies".
-"Así se hará, madre", respondió el valiente y cariñoso vástago. Inmediata-mente llama a su secretario maese Mico y le da las órdenes pertinetes. Una hora después, liebres, gacelas, antílopes y gamos corrían que se las pelaban llevando el de­creto imperial, y tres horas más tarde comenzaban a llegar por los cuatro puntos cardinales, mejor dicho, por los 32 puntos de la rosa de los vientos, represen-tantes de todos los sistemas, doctrinas y escuelas: charlatanes, empíricos, curanderos, parti­darios de la alopatía, homeópatas, precursores remotísimos de Paracelso, Voronoff y Asuero... la mar de matasanos. Uno faltó, sin embargo, desobedeciendo a la convocatoria que leyó y releyó pesando cada palabra, y prefirió quedarse quieto y a puertas cerradas en su madriguera. Las recetas se apilan, cui­dadosamente firmadas por los profesionales. Las consultas se multiplican sin llegar a un tratamiento práctico.
En esto, alguien se percata que Zorropastro sigue brillando por su ausencia, y que ni siquiera ha justificado su silencio en tan grave asunto:
-"Es extraño, majestad, dice el lobo, que el primer mi­nistro del leopardo, médico experimentado y leído, haya hecho twn poco caso del decreto real; en todo el día de ayer no pare­ció, y hoy tampoco da señales de vida..."
-"¡Vayan inmediatamente a ahumar su residencia, y háganlo venir!", ruge el león. El mono y tres o cuatro simpati­zantes más se encargan del sahumerio. Sale el zorro de su cue­va gruñendo y llega al palacio real. Presentado al león que lo fulmina con la mirada, Zorrapastro, sabedor de quien le armaba este lío, comenzó, después de una profunda reverencia:
-"Mucho me temo, majestad, que mi tardanza en venir haya sido interpretada como criminal indiferencia por el estado de su gloriosa madre; ruego a la familia real me crea el más abnegado de sus súbditos. El tiempo que estuve ausente lo he empleado en repasar mis notas, tomadas en la escuela de Sa­lerno, y en hacer una escapada hasta la Meca, cumpliendo un voto por la salud de la augusta enferma. Ello me proporcionó la ocasión de consultar a los discípulos de Avicena, y otros sabios y expertos que me repitieron el dicho: "más mató la cena que curó Avicena". Todos están concordes enn señalar como causa de la enfermedad y languidez de la reina madre la falta de calor vital, efecto de la longevidad, y como remedio la aplicación de una piel de lobo desollado vivo, bien caliente y humeante. A su contacto, todo el organismo, como águila que renueva su juventud, o como ave fénix que renace de sus ceni­zas por un fenómeno de endósmosis y capilaridad maravillosas, recobra la fenecida fuerza. Cabalmente veo allí a maese Lobo, pletórico de sangre y salud: si a su majestad no le desagrada, podría servirle a la reina madre de túnica medicinal".
Complacido había estado oyendo el león la profunda teoría de Zorrapastro, a la cual adhirió de inmediato, dando orden de que se aplicase luego el remedio a la enferma.
Y mientras Zorropastro, obtenido el real permiso, vuelve a su morada para descansar de las fatigas de una imaginaria romería, los cocineros de la corte desuellan vivo al lobo mal intencionado, entregan la piel a los médicos de cabecera, y trinchan la res para el almuerzo del rey.

"Por la boca perece el pez"... y el cortesano también. A lo menos aquel que pretende destruir la obra ajena, guiado por su alma malévola. Las alturas son lugares donde se cosecha el cuádruplo del mal que se siembra, y donde no se perdona ni una palabra hiriente".

1.087. Deimiles (Ham) - 021

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