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lunes, 5 de agosto de 2013

El león y el ratoncito

Un ratoncito atolondrado, pariente lejano del que fué en­gullido sin compasión por Micifuz, emigró a los oasis de la Tripolitania. Dejando un día el villorrio de Tetakschin inter­nóse entre los bosques de palmeras datilíferas. Quería explo­rar el mundo como aquella Lauchita que se las tuvo que ver, al salir del sótano, con el Gallo y Michomorrongo, y se llevó el susto del siglo. Ahora bien, sucedió que en el oasis, escogido no lejos del río Esghir por Ratoncito, se hallaba una espesura con antiguas ruinas romanas, lugar frecuentado por un león imponente como un emperador.
Un día se tendió el rey de los animales a descansar en aquella espesura... De súbito siente un cosquilleo y algo que le camina velozmente sobre la zarpa delantera. Era Ratoncito que salía de su subterráneo y, sin caer en la cuenta, se paseaba así sobre la carne del león. En un triz estuvo que el rey de un soplido no lo aventase hasta la copa de una palmera o de un estornudo lo enterrase dos metros bajo la arena; pero como hay una providencia especial para los chicos, los ebrios, los sonámbulos y los dementes, sucedió que el león, en vez de mo­lestarse, irritarse, como hace el hombre con las pulgas (por ejemplo, don Trifón que, por una que le picó, pedía los rayos de Júpiter, la cachiporra de Hércules y la cuadriga de Arte­misa), miró a Ratoncito con burlona sonrisita, diciéndole:
-"Te parece, microbio, que no hay bastunte espacio en el Fezzan para pasearte que has de venir precisamente a tre­par por mis dedos y correr por mi brazo!"
Oyendo aquel rugidito que, si bien venía con sordina, re­sultaba un truleno para Ratoncito, éste se quedó como una es­tantigua, can el rabito tieso verticalmente, el hocico fruncido, los bigotes caídos y el pelo erizado, y sin acertar a decir una palabra de explicación o de excusa, todo transido, todo mohino y todo atarugado.
Dióse cuenta el león -por cierta incongruencia que notó en el ratón, incapaz de controlar sus facultades psicológicas, cuantimás sus vísceras- que el pobre roedor iba a ser víctima de una hemiplejia; así que se apremió a tranquilizarlo con es­tas palabras:
-"¡Vaya, vaya, no te asustes, chico, que para todo hay remedio si no es para la muerte! Puedes seguir tu camino, pero fíjate un poco mejor por donde vas y vienes".
Esto dicho, le echó suavemente una bocanada de aliento cálido que le devolvió los espíritus vitales ya a punto de emi­grar por las puntas de la erizada pelambre. Con un trotecito intermitente y zigzagueante, se fué el ratón a su matalotaje donde, con dátiles y coco reanimó las quebrantadas energías, jurando proveerse cuanto antes de un largavista o de prismá­ticos para no volver a verse en otra.
¿Quién le hubiera dicho al león que su clemencia iba, nada menos, que a salvarle la vida? Pues así fué, al pie de la letra.
Sucedió que, la noche de ese día histórico para Ratoncito, salió el león de caza por las afueras del palmar y, sin saber cómo ni cómo no, vióse de súbito preso, envuelto y revuelto en redes tales que no hubo zarpazos ni rugidos que las desgarrase. Llegó el batifondo a oídos del ratón, el cual, enfocando ambas orejas por donde venían las ondas sonoras, sacó en conclusión después de filosofar un minuto que el magnánimo rey estaba pasando las de Caín, y que era deber primordial de todo súb­dito acudir en su ayuda.
Parte, y no corre, sino vuela Ratoncito por el arenal; llega al teatro de las operaciones, y con un chillido, a falta de clarín, anuncia al león la llegada de refuerzos. Sin perder un instante, se corre por el brazo del rey, llega a la zarpa, envuelta total­mente en la red por los manotones repartidos a diestro y si­niestro, comienza a roer mallas, y en un santiamén el león puede desenredarse y hacer pedazos todo el andamiaje, dando tales saltos y rugidos que los beduinos cazadores tuvieron mucho que hacer para no dejarse cazar.

"En cuanto puedas, haz favor a todos. Alguno, vez nece­sitarás de otro más pequeño que tú, que con su paciencia y ma­ña hará lo que no lograrían ni la fuerza ni la ira".

1.087. Deimiles (Ham) - 021

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