Un
campesino tenía una mujer gruñona y testaruda. Como se le antojara algo, ya
estaba atosigando al marido hasta que lo conseguía.
Además,
era muy aficionada a apropiarse del ganado ajeno.
En cuanto
entraba un animal cualquiera en su corral, ya estaba diciéndole al marido que
era suyo. El marido estaba verdaderamente harto.
Conque
una vez se metieron en su corral unos gansos del barin.
-¿De
quién son estos gansos, marido? -preguntó la mujer.
-Del
barin.
-¡No, no
son suyos! -gritó rabiosa, y se tiró al suelo. ¡Ay, que yo me muero! ¿De quién
son los gansos, di?
-Del
barin.
La mujer
venga a quejarse, a gemir. El marido se inclinó hacia ella.
-¿Por qué
te quejas así?
-¿De
quién son los gansos?
-Del
barin.
-Me
muero. Llama al pope corriendo.
El marido
mandó en busca del pope. El pope se puso en camino.
-Ahora
viene el pope -dijo el marido.
-¿De
quién son los gansos? -preguntó la mujer.
-Del
barin.
-Bueno,
pues que entre el sacerdote. Yo me muero.
Conque se
confesó, le dieron la extremaunción y se marchó el pope. De nuevo preguntó el
marido:
-¿Qué te
ocurre, mujer?
-¿De
quién son los gansos?
-Del
barin.
-Yo me
muero. Que preparen un ataúd.
Prepararon
un ataúd. El marido se acercó.
-El ataúd
está listo, mujer.
-¿De quién son los gansos?
-Del
barin.
-Bueno,
ya estoy muerta del todo. Méteme en el ataúd.
La
metieron en el ataúd y llamaron al pope. El marido se inclinó hacia la mujer y
dijo en voz baja:
-Ya se
llevan el ataúd a la iglesia para el responso.
Y ella,
en un susurro:
-¿De
quién son los gansos?
-Del
barin.
-Que me
lleven a la iglesia.
Levantaron
el ataúd, lo llevaron a la iglesia, dijeron el responso... El marido se acercó:
-Ha
terminado el responso. Ahora te llevarán al cementerio.
-¿De quién
son los gansos? -preguntó la mujer con un hilo de voz.
-Del
barin.
-Que me
lleven al cementerio.
Así lo
hicieron. Antes de que cerrasen el ataúd y lo bajaran a la sepultura, se acercó
el marido:
-Mujer:
van a bajar el ataúd a la sepultura y en seguida lo recubrirán de tierra.
-¿De
quién son los gansos? -murmuró ella.
-Del
barin.
-Que
bajen el ataúd y echen tierra encima.
El ataúd
fue descendido a la sepultura y recubierto de tierra.
Así
acabaron los gansos del barin con aquella mujer porfiona.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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