Éranse una vez un viejo y
su vieja, que no tenían hijos ni hijas. Y se reducía todo su ganado a una cerda
de hocico afilado. Aquella su cerda solía escapar del corral por la puerta de
atrás. El diablo, que la espiaba, le jugó una mala pasada haciendo que se
colara en un campo de otro amo a comerse su cebada.
Por allí rondaba un lobo
que se hacía el mudo y el bobo. Pero en cuanto la cerda se descuidó, la agarró,
se la llevó a rastras hasta unas matas, y la devoró.
Y el cuento termina aquí,
puesto que la cerda dejó de existir.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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