Erase un
viejo, muy avaro y muy roñoso. Tenía dos hijos y mucho dinero.
Al notar
que se aproximaba su muerte, se encerró él solo en su casa, se sentó en un baúl
y empezó a tragarse las monedas de plata y a devorar los billetes. Y así se
murió.
Llegaron
los hijos, colocaron al difunto debajo de los santos iconos y llamaron al
diácono para que recitara las oraciones.
A
medianoche se presentó de pronto el demonio con forma humana, levantó al
difunto por los hombros y le dijo al diácono:
-¡Agárrale
tú de los pies!
Y empezó
a zarandear al viejo.
-El
dinero para ti y el saco para mí -gritó luego, y se hizo invisible.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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