En la
invicta ciudad[1]
de Múrom[2],
en la aldea de Karachárovo, vivía Iván Timoféievich, un campesino que tenía un
hijo llamado Ilyá por su nombre de pila y Múromets[3] por
haber nacido allí. Ilyá se pasó treinta años sin poderse mover; pero, al
cumplir esa edad, echó a andar firmemente por su pie, notó una fuerza tremenda
dentro de él y entonces se hizo una armadura de guerra y una lanza de acero
damasquinado y ensilló un buen caballo digno de un bogatir[4].
Entonces
se presentó a su padre y a su madre pidiéndoles su bendición.
-Padre y
madre, señores míos: dadme la venia para ir a la invicta ciudad de Kíev[5]
a rezarle a Dios y a rendirle pleitesía al príncipe[6].
El padre
y la madre le dieron su bendición, encomendándole a Dios con gran fervor, y
dijeron así:
-Ve
derecho a la ciudad de Kíev, ve derecho a la ciudad de Chernígov[7]
y no causes agravio alguno a tu paso ni viertas en vano la sangre cristiana.
Ilyá
Múromets recibió la bendición de sus padres, se despidió de ellos después de
rezarle a Dios y emprendió la marcha.
Tanto se
adentró en los bosques tenebrosos, que vino a dar con un campamento de
bandoleros. Nada más ver a Ilyá Múromets, los hombres de aquella partida
notaron prender en sus corazones de bandoleros el ansia de arrebatarle el
magnífico corcel y empezaron a confabularse para quitárselo, pues en ningún
sitio habían visto nunca un caballo igual, y ahora les ofuscaba que un hombre
cualquiera cabalgara tan brioso animal.
Entonces
fueron destacando contra Ilyá Múromets grupos de diez y de veinte hombres. A
cada vez, Ilyá Múromets detenía su brioso corcel, tomaba una flecha templada, y
tensando bien el arco la soltaba a ras de tierra. Y allá iba la flecha, dejando
tras ella una ancha estela arrasada.
Viendo lo
cual, los bandoleros atemorizados formaron círculo en torno a llyá, cayeron de
hinojos y dijeron:
-iBátiushka[8]
y soberano nuestro, bondadoso y apuesto mancebo! Nos hemos portado mal contigo.
Como rescate de esa culpa, toma de nuestras arcas cuanto dinero necesites y
llévate todas las costosas vestiduras y las yeguadas que quieras...
-¿Qué
falta me hace todo eso? -objetó Ilyá sonriendo. Pero, si tenéis algún apego a
la vida, mirad de ser más comedidos en adelante.
Y reanudó
su camino hacia la invicta ciudad de Kiev.
Avistaba
ya la ciudad de Chernígov cuando descubrió acampadas innumerables fuerzas
musulmanas que tenían asediada la ciudad de Chernígov. Pretendían arrasarla, reducir
a cenizas el templo del Señor y apresar vivos al príncipe y al voevoda[9].
A Ilyá le
espantó ver tantos guerreros. Sin embargo, se encomendó a Dios, Señor y Creador
suyo, jurando dar su vida por la fe de Cristo. Arremetió entonces con su lanza
de acero contra los musulmanes y no cejó hasta que destruyó todas las fuerzas
infieles, hizo prisionero al príncipe musulmán y lo condujo a la ciudad de
Chernígov.
Los
habitantes de la ciudad de Chernígov recibieron a Ilyá Múromets con todos los
honores. También el príncipe en persona y el voevoda salieron con albricias al
encuentro del apuesto mancebo y elevaron sus preces al Todopoderoso en acción
de gracias por haber enviado de pronto la salvación a la ciudad, impidiendo que
todos pereciesen injustamente a manos de aquellas fuerzas musulmanas. Luego le
hicieron pasar a los aposentos, agasajándole con un gran festín antes de que
reanudara su marcha.
Ilyá
Múromets partió de Chernígov hacia Kíev por el camino más directo. Era éste un
camino que el Ruiseñor Bandolero dominaba desde hacía treinta años justos, sin
permitir el paso a nadie -ya fuera caballero, ya caminante- y quitando la vida
a cuantos lo intentaban. Aunque no mataba a hierro, sino con un silbido[10]
estridente.
Salió
Ilyá Múromets a campo abierto, descubrió unas huellas de bogatir, cabalgó
siguiéndolas y así llegó a los bosques de Briansk, a las ciénagas, a los pasos
de fajinas y al río Pestilente.
Barruntó
el Ruiseñor Bandolero algo aciago que le presagiaba la muerte y, cuando llyá
Múromets se encontraba todavía a veinte verstas[11]
de allí, lanzó su silbido estridente. Pero el corazón del bogatir no se
estremeció. Entonces, cuando Ilyá Múromets se hallaba aún a diez verstas, silbó
el Ruiseñor Bandolero con más fuerzas que la primera vez y su silbido hizo pegar
un traspiés al caballo que montaba el bogatir.
Llegó
Ilyá Múromets hasta debajo del nido, construido sobre las copas de doce robles.
Y al divisar el Ruiseñor Bandolero, desde aquel nido suyo, al bogatir de la
santa Rus[12],
lanzó el silbido más atronador que pudo con la intención de dejarle muerto allí
mismo.
Ilyá
Múromets se quitó el tirante arco, colocó en él una flecha templada y la
disparó contra el nido, atinándole al Ruiseñor Bandolero en el ojo derecho, que
le saltó. El Ruiseñor Bandolero cayó del nido como una gavilla. Ilyá Múromets
le agarró entonces, le ató bien atado a su estribo damasquinado y siguió hacia
la invicta ciudad de Kíev.
Como el
camino aquel pasaba junto a la mansión del Ruiseñor Bandolero [13], Ilyá
Múromets llegó delante de ella. Tenía las ventanas abiertas y a sus ventanas
estaban asomadas las tres hijas del bandolero. La menor de ellas vio a Ilyá y
les gritó a sus hermanas:
-Ahí
viene nuestro bátiushka con una presa: nos trae a un hombre atado a su estribo
damasquinado.
Pero la
mayor de las hermanas miró y rompió a llorar amargamente.
-No es
nuestro bátiushka quien viene. El que llega cabalgando es un desconocido y trae
a nuestro bátiushka apresado. Y las tres gritaron a sus maridos:
-¡Esposos
nuestros amados! Marchad al encuentro de ese hombre y arrebatadle a nuestro
bátiushka. ¡No consintáis tal agravio para nuestra estirpe!
Sus
maridos, que eran también recios bogatires, marcharon al encuentro del bogatir
de la santa Rus. Montados en sus buenos caballos, empuñaban sus lanzas
afiladas, en cuyas puntas querían izar a Ilyá.
Y al
verlos se apresuró a decir el Ruiseñor Bandolero:
-¡Yernos
míos amados! No os cubráis de oprobio irritando a un bogatir tan fuerte, para
no perecer todos a mano suya. Mejor haréis invitándole a beber en mi casa una
copa del mejor vino.
Atendiendo
al ruego de los yernos, torció Ilyá hacia la mansión sin recelar su maldad.
La hija
mayor izó el portón de hierro, colgante de unas cadenas, para descargarlo sobre
Ilyá. Pero Ilyá la descubrió accionando el cabrestante y le dio muerte de una
lanzada.
Llegado
que hubo a la ciudad de Kíev, Ilyá Múromets fue directamente al palacio del
príncipe, penetró en los aposentos de mármol y allí rezó a Dios y luego saludó
con reverencia al príncipe. Y el príncipe de Kíev preguntó:
-Dinos,
apuesto mancebo, cuál es tu nombre y en qué ciudad viste la luz.
Ilyá
Múromets contestó de esta manera:
-Señor:
me llaman Ilyá y de patronímico Ivánovich, pues Iván es el nombre de mi padre,
y nací en la aldea de Karachárovo, que se encuentra en la ciudad de Múrom.
El
príncipe inquirió:
-¿Qué
camino has seguido para venir desde Múrom?
-He
venido por la ciudad de Chernígov y delante de sus muros he batido a tantas
tropas infieles que no se podría siquiera calcular su número, dejando limpia de
ellas la ciudad de Chernígov. Desde allí seguí el camino recto, haciendo preso
al Ruiseñor Bandolero, recio bogatir que traigo atado a mi estribo
damasquinado.
El
príncipe dijo con enfado:
-¿Tienes
la osadía de mentirme?
Al
escuchar estas palabras, los bogatires Aliosha Popóvich[14]
y Dobrinia Nikítich[15]
corrieron a cerciorarse y, al verlo por sus propios ojos, aseguraron al
príncipe que así era en verdad.
Entonces
el príncipe ordenó escanciar una copa del mejor vino al apuesto mancebo.
Luego
quiso el príncipe escuchar el silbido del bandolero.
Ilyá
embozó primero al príncipe y a su esposa en una hopalanda de martas cebellinas,
se los metió debajo del brazo y sólo entonces hizo comparecer al Ruiseñor y le
dio orden de lanzar su silbido, pero modulándolo sólo a medias.
El Ruiseñor
Bandolero soltó el silbido con todas sus fuerzas, atronando de tal modo a los
bogatires, que se desplomaron. Razón por la cual Ilyá Múromets dio muerte al
bandolero.
Ilyá
Múromets y Dobrinia Nikítich se hermanaron luego, ensillaron sus recios caballos,
se echaron al campo y, habiendo cabalgado tres meses justos, no tropezaron con
adversario digno de ellos.
Hasta que
en sus andanzas se encontraron con un kaléchische[16],
un bogatir andante. El sayal que vestía pesaba cincuenta puds[17],
el bonete nueve y su cayado medía diez sazhenas[18].
Ilyá Múromets espoleó su caballo hacia el bogatir andante, dispuesto a medir
sus fuerzas con él. Pero éste dijo al verle:
-¡Oh tú,
Ilyá Múromets! ¿No te acuerdas ya de cuando aprendíamos tú y yo las primeras
letras en la misma escuela? Y ahora espoleas a tu caballo contra mí, pobre
caminante, como si fuera enemigo tuyo. Pero lo que no sabes es que en la
invicta ciudad de Kíev ha ocurrido un infausto suceso. Pues éste ha sido la
llegada del impío Idólische[19],
un fuerte bogatir infiel que tiene la cabeza del tamaño de un tonel, que mide
una sazhena de hombro a hombro, un palmo de ceja a ceja y, de oreja a oreja, el
largo de una flecha templada, y que de una sentada se come un buey asado y se
bebe un caldero... El príncipe de Kíev lamenta grandemente tu ausencia y se
duele de que le hayas dejado en trance tan aciago.
Vistiendo
entonces el sayal del kaléchische, llegó Ilyá Múromets hasta el palacio mismo
del príncipe y gritó con voz estentórea:
-¡Oh tú,
príncipe de Kiev! Haz la merced de una limosna para este bogatir andante.
En
viéndole, el príncipe contestó con tales palabras:
-Entra,
pues; a mis aposentos, kaléchische. Aquí te recibiré a manteles puestos y te
haré la limosna de alguna moneda para el camino.
Entró el
fingido bogatir andante en los aposentos y se quedó cerca de la estufa viendo
lo que ocurría.
Idólische
pidió de comer. Le presentaron un buey entero asado, y él se lo comió con
huesos y todo. Pidió de beber. Le presentaron un caldero de vino que
transportaban veinte hombres, y él lo agarró por las asas y lo apuró entero.
Ilyá
Múromets dijo:
-Tuvo mi
bátiushka una yegua glotona que reventó de tanto engullir.
Idólische
replicó sin poderse contener:
-¡Oh tú,
bogatir andante! ¿Por qué me insultas? Yo contigo tendría a menos iniciar
siquiera una pelea. Soy capaz de venceros a ti y también a ese Ilyá Múromets,
cuya fama corre entre vosotros y que ni siquiera me imagino cómo es.
-¡Pues
ahora lo sabrás! -dijo Ilyá Múromets.
Agarró su
bonete y le pegó con él a Idólische en la cabeza. Y aunque lo hizo suavemente,
sin saña, del golpe se abrió un boquete en el muro del aposento y por allí
arrojó el cuerpo entero de Idólische.
Por lo
cual el príncipe de Kíev encomió a Ilyá Múromets con grandes alabanzas y le
proclamó fuerte y poderoso bogatir.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
[1] Gorod o grad en ruso, proviene del verbo gorodit, que significa
cercar, proteger. Inicialmente, no se trataba de una ciudad o villa propiamente
dicha, sino de un territorio más o menos vasto, protegido por defensas
naturales o artificiales, donde el señor feudal tenía su mansión. Por eso
dentro de ese recinto había aldeas.
[2] Uno de los principados de la Rus antigua (Antiguo nombre de Rusia, cuyo origen no está
muy claro. Quizá provenga de Ras, como se llamó en tiempos el río Volga.).
Su primer príncipe fue Gleb, hijo de Vladimir I Sviatoslávich, gran príncipe de
Kíev, que repartió feudos entre sus hijos después de haber reunido bajo su
dominio, durante los años 978-1015, todas las tierras rusas.
[3] Uno de
los principales héroes de las bilinas rusas. Su imagen literaria y folklórica
pasó por muchas metamorfosis: hijo de un campesino, bogatir después, en los siglos
XVI-XVII aparece como viejo cosaco.
[4] Bogatir: Hombre recio, bien plantado, valiente, y de fuerza extra-ordinaria.
[5] Los vestigios más antiguos
de la presencia del hombre sobre este territorio se remontan al período
paleolítico. La leyenda de la fundación de Kíev por los hermanos Kü, Schek y Joriv
se debe probablemente a la creencia de que allí existieron varias poblaciones
de una tribu eslava en los primeros siglos de nuestra era. En los siglos
VIII-IX subsistían por lo menos tres colonias independientes. Sobre los restos
de una de ellas (la del monte Andréi) y del cerro de enterra-miento (kurgán)
contiguo asentó su ciudad Vladímir Sviatoslávich (fines del siglo X y comien-zos
del XI). Al desarrollarse las relaciones feudales, Kíev se convirtió
rápidamente en centro artesano y comercial de importancia. A partir del siglo
IX, sus príncipes agruparon a las tribus eslavas orientales y Kíev -«madre de
las ciudades rusas- fue el centro de un poderoso Estado, llamado la Rus de Kíev, en la primera
mitad del siglo XI.
[6] En ruso kniaz, del escandinavo konüng,
significaba jefe o caudillo entre los piratas normandos. Traída a Rusia por los
varegos, la denominación fue adoptada por los señores feudales rusos, pero no
tiene el mismo sentido que en nuestra heráldica.
[7] Uno de los más importantes
principados rusos de los siglos XI-XIII, en la margen izquierda del Dniéper.
Sus fronteras cambiaron a menudo. Su primer príncipe (desde 1024) fue Mstislav,
hijo de Vladímir I de Kíev. A la muerte de Mstislav (1036), Chernígov pasó a
depender de Kíev. En 1054 se separó nuevamente de Kíev, quedando bajo el poder
del príncipe Sviatoslav Yaroslávich. En el siglo XII pasó a manos de los
descendientes de Oleg Sviatoslávich. A comienzos del siglo XIII se fragmentó en
varios feudos. En la primera mitad del siglo XIII fue devastado por los
tártaros. En el siglo XIV la mayor parte de su territorio pasó al principado de
Lituania.
[8]Bátiushka: Literalmente, padrecito. Se emplea como tratamiento
deferente y expresa su misión, humildad y vasallaje.
[9] Voevoda: Aquí, jefe militar.
[10]Silbido: Esta palabra tenía también el sentido de rugido, vozarrón,
incluso estrépito. Se utiliza mucho en el folklore ruso.
[11]Versta: Antigua medida igual a 1,06 km.
[12] Antiguo
nombre de Rusia, cuyo origen no está muy claro. Quizá provenga de Ras, como se
llamó en tiempos el río Volga.
[13] Figura de las bilinas, medio monstruo y medio hombre, que, según la
leyenda, mataba a los caminantes con su silbido y sus gritos feroces para
desvalijarlos. Personificación de los bandidos nómadas y los salteadores, la
lucha de los bogatires contra él (la de llyá Múromets en concreto) es la lucha
del pueblo ruso contra esa plaga de la época feudal.
[14] Héroe de varias bilinas.
Su prototipo podría ser el del guerrero Alexandr Popóvich, de Rostov, que murió
en la batalla del Kalka (1224) contra los tártaros. Bajo la influencia del mote
de «popóvich», que significa «hijo de pope», la imagen inicial del audaz
bogatir fue transformándose en la del jactancioso «burlador», ávido para el
dinero.
[15] Dobrinia Nikítich es un
bogatir de las bilinas del ciclo de Kíev. En algunas trasluce la personalidad
de Dobrinia, tío (por parte de madre) del príncipe Vladímir I Sviatoslávich.
Según una bilina, mató a Zméi Gorínich (monstruo de las montañas y las cuevas).
[16] Los
Kaléchische eran bogatires de las
bilinas que iban en peregrinación a los santos lugares en acto de contrición y
piedad, vivían y se hospedaban de limosna. pero también realizaban proezas como
su condición de bogatires exigía.
[17]Pud: Antigua medida de peso igual a 16,3 kilos.
[18]Sazhena: Antigua medida igual a 2,134 m.
[19] Habitualmente
Idólische pagani (idolote pagano).
Medio hombre y medio monstruo, representaba las fuerzas invasoras, enemigas del
pueblo ruso, con las que se enfrentaban los bogatires.
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