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viernes, 16 de agosto de 2013

La hermanita alionushka y el hermanito ivanushka

Eranse un zar y su esposa que tenían un hijo y una hija. El hijo se llamaba Ivánushka y la hija Aliónushka.
Sucedió que el zar y su esposa murieron. Los hijos se quedaron solos y echaron a andar por el mundo. Camina que te camina, vieron una vez un estanque. Junto al estanque pacía un rebaño de vacas.
-Tengo sed -dijo Ivánushka.
-No bebas de esta agua, hermanito, o te convertirás en novillo -advirtió Aliónushka.
El hermano obedeció, y siguieron andando. Camina que te camina, vieron un río. Junto al río andaba una yeguada.
-¡Ay, hermanita! Si supieras qué sed tengo...
-No bebas de esta agua, hermanito, o te convertirás en potrillo.
Ivánushka obedeció, y siguieron andando. Camina que te camina, vieron un lago. Al lado había un rebaño de ovejas.
-¡Ay, hermanita! Tengo una sed terrible...
-No bebas de esta agua, hermanito, o te convertirás en corderillo.
Ivánushka obedeció, y siguieron andando. Camina que te camina, vieron un arroyo. Junto al arroyo estaban cuidando una piara de cerdos.
-iAy, hermanita! Voy a beber. Me muero de sed.
-No bebas, hermanito, o te convertirás en cochinillo.
Ivánushka también obedeció esta vez, y siguieron andando. Camina que te camina, vieron un rebaño de cabras comiendo hierba cerca del agua.
-¡Ay, hermanita! Voy a beber.
-No bebas, hermanito, o te convertirás en cabritillo.
Pero Ivánushka no pudo resistir más: desobedeció a su hermana, bebió de aquella agua y se convirtió en cabritillo que saltaba delante de Aliónushka balando:
-Be-e-e-... Be-e-e...
Aliónushka le puso al cuello su cinturón de seda, y así lo condujo con ella, llorando a todo llorar...
El cabritillo correteaba de un lado para otro y un día se metió en el jardín de un zar. Los criados que lo vieron, fueron a informar:
-Majestad: en vuestro real jardín ha entrado un cabritillo al que conduce, sujeto con un cinturón de seda, una preciosa muchacha.
El zar ordenó que se enterasen de quién era. Los servidores fueron a preguntarle de dónde venía y qué familia tenía.
-Nuestros padres, el zar y su esposa, han muerto. Quedamos nosotros, sus hijos. Yo soy la zarevna. En cuanto a mi hermanito, el zarévich, no pudo resistir la sed y bebió de un agua que le ha convertido en cabritillo.
Los servidores fueron a contárselo todo a su señor. El zar hizo llamar a Aliónushka, le preguntó toda su historia y tanto le agradó, que decidió casarse con ella. Al poco tiempo se celebró la boda. Vivían felices, y con ellos el cabritillo, que correteaba por el jardín y compartía la mesa del zar y su esposa.
Un día salió el zar de caza. Durante su ausencia se presentó una hechicera y le echó un maleficio a Aliónushka, que cayó enferma, quedándose muy delgada y pálida. También en el jardín del palacio languidecía todo: las flores se marchitaban, los árboles se secaban y la hierba se agostaba. El zar volvió y le preguntó a su esposa:
-¿Acaso te has puesto enferma?
-En efecto. No me encuentro bien -contestó la zarina.
Al día siguiente, el zar marchó nuevamente de caza. Aliónushka continuaba enferma, en la cama, cuando se presentó la hechicera y preguntó:
-¿Quieres que yo te sane? Pues no tienes más que ir tantos crepúsculos a tal mar y beber allí agua.
La zarina se lo creyó. Cuando atardeció fue al mar. La hechicera, que la estaba acechando, le echó al cuello una cuerda con una piedra y la arrojó al mar. Aliónushka se fue al fondo. El cabritillo acudió detrás y se puso a llorar amargamente. En cuanto a la hechicera, tomó la forma de Aliónushka y fue a palacio.
Regresó el zar de la caza y se alegró mucho de ver a su esposa curada. Cuando estuvo servida la mesa, se sentaron a comer.
-¿Dónde está el cabritillo? -preguntó el zar.
-He dicho que no le dejen entrar: huele a borra -contestó la hechicera.
Al otro día, en cuanto el zar partió de caza, la hechicera buscó al cabritillo y estuvo pegándole y apaleándole al mismo tiempo que le amenazaba:
-En cuanto el zar regrese, le diré que te haga degollar.
Efectivamente, en cuanto regresó el zar se puso la hechicera a pedirle con insistencia:
-Manda que degüellen al cabritillo. Estoy cansada de él, me tiene harta...
Y aunque al zar le daba lástima del cabritillo, tanto insistió ella, tanto le atosigó, que acabó cediendo y permitió que lo degollaran.
El cabritillo vio que estaban afilando ya cuchillos de acero para degollarle y se echó a llorar.
-Señor -pidió acudiendo al zar-: permíteme que vaya hasta el mar a beber un poco de agua para lavarme las tripitas.
El zar le permitió que fuera. El cabritillo corrió a la orilla del mar, donde se puso a gritar lastimeramente:

Aliónushka, hermana mía:
ven nadando hasta la orilla.
Ya está la lumbre encendida,
ya están hirviendo las ollas,
con los cuchillos que afilan
quieren quitarme la vida...

Y ella le contestó:

¡Hermanito mío, Ivánushka!
Una piedra pesada me arrastra al fondo.
Una sierpe maligna ha helado mi corazón...

El cabritillo volvió llorando. Al mediodía le pidió de nuevo al'zar:
-Señor: permíteme que vaya hasta el mar a beber un poco de agua para lavarme las tripitas.
El zar le permitió que fuera. El cabritillo corrió a la orilla del mar, donde se puso a gritar lastimeramente:

Aliónushka, hermana mía:
ven nadando hasta la orilla.
Ya está la lumbre encendida,
ya están hirviendo las ollas,
con los cuchillos que afilan
quieren quitarme la vida...

Y ella le contestó:

¡Hermanito mío, Ivánushka!
Una piedra pesada me arrastra al fondo.
Una sierpe maligna ha helado mi corazón...

El cabritillo se echó a llorar y regresó al palacio. A todo esto, el zar se preguntaba, extrañado, a qué se deberían las idas y venidas del cabritillo al mar. En esto llegó el cabritillo a pedir por tercera vez:
-Señor: permíteme que vaya hasta el mar a beber un poco de agua para lavarme las tripitas.
El zar se lo permitió, pero fue detrás de él. Así llegó hasta el mar y oyó que el cabritillo llamaba a su hermana:

Aliónushka, hermana mía:
ven nadando hasta la orilla.
Ya está la lumbre encendida,
ya están hirviendo las ollas,
con los cuchillos que afilan
quieren quitarme la vida...

Y ella le contestó:

¡Hermanito mío, Ivánushka!
Una piedra pesada me arrastra al fondo.
Una sierpe maligna ha helado mi corazón...

El cabritillo llamó otra vez a su hermana. Aliónushka emergió a la superficie y apareció sobre el agua. El zar tiró de ella, arrancó la piedra de su cuello, sacó a Aliónushka a la orilla y le preguntó lo que había ocurrido. Ella se lo contó todo. El zar se alegró mucho de verla fuera del mar, el cabritillo se puso a retozar y, en el jardín, todo volvió a florecer y recobró su verdor.
A la hechicera, el zar la mandó ejecutar. Fue quemada en una gran hoguera que encendieron en el patio.
Desde entonces, el zar, Aliónushka y el cabritillo vivieron felices y en la opulencia, compartiendo la mesa como antes.

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)

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