Su cultura
El nombre mapuche
significa: mapu, "tierra"; che,
"gente": "la gente de la tierra".
Este pueblo originario del territorio chileno ha
desarrollado su cultura en Argentina, donde llegaron a ocupar, en tiempos de la
colonia, todo el territorio pampeano y el norte de la Patagonia, hasta parte de
Santa Cruz. Apartir de esta inmigración, se produjo mi proceso de adaptación y
fusión con los pueblos anteriores a su llegada, sin grandes violencias y
desplazamientos.
Durante toda la colonización opusieron una
prolongada resistencia a la corona hispánica. Este hecho obligó a la administración a reconocerles cierta autonomía,
estableciendo fortificaciones a lo largo
de la frontera y manteniendo un ejército profesional, caso único en la historia de las colonias. La
guerra de Arauco terminó recién en 1891 con el proceso denominado de
"pacificación" de la Araucanía.
El largo período de la guerra de Arauco significó
además de un conflicto bélico, un intenso intercambio cultural económico y un
proceso de mestizaje. En estos contactos fue importante la adopción, por parte
de los mapuches, del caballo y las técnicas de la platería.
A partir de la pacificación, los grupos que habían
sido de gran movilidad durante el siglo XIX, se asentaron y adoptaron una
economía agraria. Disminuyó la antigua actividad ganadera de intercambio entre
mapuches argentinos y chilenos, y comenzó el establecimiento de las comunidades
en reducciones.
La extensión de la guerra en el tiempo testimonia de
que los mapuches resultaron ser uno de los pueblos que más resistió la
penetración blanca y si bien fueron desplazados hacia el sur y obligados a
vivir en zonas reducidas siguen, aún hoy, en pleno siglo XXI, luchando por sus tierras y
sus derechos.
En Chile practicaban la agricultura, cultivaban
maíz, papas, ají, porotos y zapallo. Al pasar a la Argentina se dedicaron a la
caza y a la recolección, adaptándose a la vida nómada, de modo similar a los
tehuelches. Sin embargo, después de la conquista retomaron sus costumbres
agrarias e incorporaron la cría de ganado, especialmente ovino.
Su contextura difiere de sus vecinos patagones por
ser mucho más pequeña: estatura, más bien baja y su cabeza corta.
El toldo de cueros cocidos constituía la vivienda
más cómoda para transportar de un lugar a otro y las pieles de oveja otorgaban
el abrigo necesario para soportar las bajas temperaturas. La vestimenta de los
hombres consistía en un chiripá y un poncho, y como calzado utilizaban botas de
cuero. Las mujeres usaban el cabello largo peinado con dos largas trenzas y se
vestían con mantas sujetas a la cintura con fajas de colores.
Entre sus armas básicas se encontraban las
boleadoras, que llevaban atadas a la cintura, la honda y la lanza de varios
metros. Usaban esta artillería en la época de la conquista contra los
españoles, especialmente después de la adopción del caballo. También contaban
con armas defensivas: un protector para el pecho de cuero crudo, una especie de
casco del mismo material y un escudo.
Su lengua, el mapuche, se impuso a todos los
indígenas anteriores. Es la lengua que ha perdurado luego de la devastación
española.
El núcleo fundamental de esta sociedad está
compuesto por la familia, y a su vivienda se la denomina ruka. El jefe
del hogar es el hombre, que trabaja fuera de la casa en la agricultura y en el
cuidado del ganado. La mujer se preocupa de las tareas domésticas, el cuidado
de los hijos, pero también conserva y crea los contenidos y valores de su
cultura, transmitiéndolos a su grupo familiar. Al casarse, vivirá en la casa de
sus suegros hasta la construcción de la nueva ruka.
De familia poligámica, tenían tantas esposas como se
lo permitía su riqueza. Se consideraba que cuantas más mujeres tenía un hombre,
más poderoso resultaba. En la actualidad esto ha cambiado, no solo por la influencia del cristianismo sino por
una cuestión económica. Su organización es, aún hoy, comunitaria, la agrupación
de varias familias que están unidas por el parentesco patrilineal y un
territorio de propiedad común. Esta proximidad origina vínculos económicos,
como la realización de trabajos agrícolas, construcción de casas o
diferentes eventos como el juego de la chueca o palin. Las instituciones religiosas y, los
valores morales repre-sentan tambien elementos unificadores de la sociedad.
En sus orígenes, la autoridad en la familia extensa
era el Ionko. La unidad social giraba en torno a este jefe, generalmente
el miembro de mayor prestigio y riqueza (ulmen).
Durante la conquista española se introdujeron
diversas modificaciones a la organización social, llegando a nombrar la propia
corona a los caciques. En el período
en que se extiende la
larga Guerra de Arauco, los indígenas establecieron un jefe
militar: el toqui, que solo gobierna
durante el conflicto bélico. Pero, tras la Pacificación le la Araucanía, a fines del siglo XIX, se
reservó al cacique o toqui el derecho a repartir las tierras en las
reducciones. En la actualidad, la división de tierras entre las familias ha
contribuido a una desintegración sociopolítica y la consiguiente migración a
las ciudades con todo el proceso de transculturación que esto involucra.
Si bien la idea de un ser supremo es consecuencia de
la influencia cristiana, todavía hoy se celebran maravillosas fiestas paganas
que respetan antiguas creencias. La más famosa es el nguillatun, donde
se dirigen plegarias a Nguenechen, el señor de los indios, "dueño de la gente". En su
desarrollo realizan varios ritos entre los que sobresale la danza llamada Loncomeo,
con la figura del Choique Purrún, en la que
los bailarines imitan los movimientos del ñandú o cloique.
La machi o shamán es fundamental en la configuración
de mitos y ritos mapuches, como la mediadora entre el mundo natural y el
sobrenatural. Estos personajes se encargaban de curar, mediante hierbas y otros
proce-dimientos como ensalmos, sacrificios de animales, bocanadas de humo...
En muchas de las ceremonias rituales mapuches y de
acuerdo con su cosmovisión, se persigue la compensación de las fuerzas del
bien, relacio-nadas con la vida y la construcción, representadas por
Nguenechen; con las del mal: destrucción y muerte, lideradas por Weküfe.
1.043. Parodi (Lautaro)
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