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sábado, 22 de junio de 2013

Los mapuches (1)

Su cultura

El nombre mapuche significa: mapu, "tierra"; che, "gente": "la gente de la tierra".
Este pueblo originario del territorio chileno ha desarrollado su cultura en Argentina, donde llegaron a ocupar, en tiempos de la colonia, todo el territorio pampeano y el norte de la Patagonia, hasta parte de Santa Cruz. Apartir de esta inmigración, se produjo mi proceso de adaptación y fusión con los pueblos anteriores a su llegada, sin grandes violencias y desplazamientos.
Durante toda la colonización opusieron una prolongada resistencia a la corona hispánica. Este hecho obligó a la administración a reconocerles cierta autonomía, estableciendo fortificaciones a lo largo de la frontera y manteniendo un ejército profesional, caso único en la historia de las colonias. La guerra de Arauco terminó recién en 1891 con el proceso denominado de "pacificación" de la Araucanía.
El largo período de la guerra de Arauco significó además de un conflicto bélico, un intenso intercambio cultural económico y un proceso de mestizaje. En estos contactos fue importante la adopción, por parte de los mapuches, del caballo y las técnicas de la platería.
A partir de la pacificación, los grupos que habían sido de gran movilidad durante el siglo XIX, se asentaron y adoptaron una economía agraria. Disminuyó la antigua actividad ganadera de intercambio entre mapuches argentinos y chilenos, y comenzó el establecimiento de las comunidades en reducciones.
La extensión de la guerra en el tiempo testimonia de que los mapuches resultaron ser uno de los pueblos que más resistió la penetración blanca y si bien fueron desplazados hacia el sur y obligados a vivir en zonas reducidas siguen, aún hoy, en pleno siglo XXI, luchando por sus tierras y sus derechos.
En Chile practicaban la agricultura, cultivaban maíz, papas, ají, porotos y zapallo. Al pasar a la Argentina se dedicaron a la caza y a la recolección, adaptándose a la vida nómada, de modo similar a los tehuelches. Sin embargo, después de la conquista retomaron sus costumbres agrarias e incorporaron la cría de ganado, especialmente ovino.
Su contextura difiere de sus vecinos patagones por ser mucho más pequeña: estatura, más bien baja y su cabeza corta.
El toldo de cueros cocidos constituía la vivienda más cómoda para transportar de un lugar a otro y las pieles de oveja otorgaban el abrigo necesario para soportar las bajas temperaturas. La vestimenta de los hombres consistía en un chiripá y un poncho, y como calzado utilizaban botas de cuero. Las mujeres usaban el cabello largo peinado con dos largas trenzas y se vestían con mantas sujetas a la cintura con fajas de colores.
Entre sus armas básicas se encontraban las boleadoras, que llevaban atadas a la cintura, la honda y la lanza de varios metros. Usaban esta artillería en la época de la conquista contra los españoles, especialmente después de la adopción del caballo. También contaban con armas defensivas: un protector para el pecho de cuero crudo, una especie de casco del mismo material y un escudo.
Su lengua, el mapuche, se impuso a todos los indígenas anteriores. Es la lengua que ha perdurado luego de la devastación española.
El núcleo fundamental de esta sociedad está compuesto por la familia, y a su vivienda se la denomina ruka. El jefe del hogar es el hombre, que trabaja fuera de la casa en la agricultura y en el cuidado del ganado. La mujer se preocupa de las tareas domésticas, el cuidado de los hijos, pero también conserva y crea los contenidos y valores de su cultura, transmitiéndolos a su grupo familiar. Al casarse, vivirá en la casa de sus suegros hasta la construcción de la nueva ruka.
De familia poligámica, tenían tantas esposas como se lo permitía su riqueza. Se consideraba que cuantas más mujeres tenía un hombre, más poderoso resultaba. En la actualidad esto ha cambiado, no solo por la influencia del cristianismo sino por una cuestión económica. Su organización es, aún hoy, comunitaria, la agrupación de varias familias que están unidas por el parentesco patrilineal y un territorio de propiedad común. Esta proximidad origina vínculos económicos, como la realización de trabajos agrícolas, construcción de casas o diferentes eventos como el juego de la chueca o palin. Las instituciones religiosas y, los valores morales repre-sentan tambien elementos unificadores de la sociedad.
En sus orígenes, la autoridad en la familia extensa era el Ionko. La unidad social giraba en torno a este jefe, generalmente el miembro de mayor prestigio y riqueza (ulmen).
Durante la conquista española se introdujeron diversas modificaciones a la organización social, llegando a nombrar la propia corona a los caciques. En el período en que se extiende la larga Guerra de Arauco, los indígenas establecieron un jefe militar: el toqui, que solo gobierna durante el conflicto bélico. Pero, tras la Pacificación le la Araucanía, a fines del siglo XIX, se reservó al cacique o toqui el derecho a repartir las tierras en las reducciones. En la actualidad, la división de tierras entre las familias ha contribuido a una desintegración sociopolítica y la consiguiente migración a las ciudades con todo el proceso de transculturación que esto involucra.
Si bien la idea de un ser supremo es consecuencia de la influencia cristiana, todavía hoy se celebran maravillosas fiestas paganas que respetan antiguas creencias. La más famosa es el nguillatun, donde se dirigen plegarias a Nguenechen, el señor de los indios, "dueño de la gente". En su desarrollo realizan varios ritos entre los que sobresale la danza llamada Loncomeo, con la figura del Choique Purrún, en la que los bailarines imitan los movimientos del ñandú o cloique.
La machi o shamán es fundamental en la configuración de mitos y ritos mapuches, como la mediadora entre el mundo natural y el sobrenatural. Estos personajes se encargaban de curar, mediante hierbas y otros proce-dimientos como ensalmos, sacrificios de animales, bocanadas de humo...
En muchas de las ceremonias rituales mapuches y de acuerdo con su cosmovisión, se persigue la compensación de las fuerzas del bien, relacio-nadas con la vida y la construcción, representadas por Nguenechen; con las del mal: destrucción y muerte, lideradas por Weküfe.

1.043. Parodi (Lautaro)

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