Un
soldado había acabado el servicio y volvía a su tierra con la licencia
absoluta. Iba caminando, cuando se topó con el demonio.
-¡Alto,
soldado! ¿A dónde vas?
-A mi
tierra.
-¿Y para
qué, si no tienes allí a nadie? Mejor será que te quedes a trabajar para mí. Te
pagaré muy bien.
-¿Y en
qué consiste el trabajo?
-Muy
sencillo. Necesito hacer un viaje más allá de los mares azules, a la boda de mi
hija. Pero tengo tres halcones en casa, y tú te quedarás al cuidado de ellos
hasta mi regreso.
El
soldado aceptó. «Sin dinero -pensó, no se va a ninguna parte. Haciendo lo que
el demonio me propone, algo ganaré...»
Entonces
el demonio lo llevó a su casa y se marchó más allá de los mares azules. El
soldado anduvo recorriendo los aposentos hasta que, aburrido, salió al jardín.
En el jardín había un abedul, que le dijo de pronto con palabra humana:
-Soldado:
acércate a tal aldea y dile al sacerdote que te dé lo que ha visto esta noche en
sueños.
El
soldado fue adonde le habían mandado y el sacerdote le dio en seguida un libro.
-Toma.
Llévatelo.
El
soldado regresó con el libro, y le dijo el abedul:
-Gracias,
bravo soldado. Ahora, ponte aquí al lado y lee.
Empezó el
soldado a leer, leyó toda la noche y, según leía, una hermosa doncella fue
saliendo del abedul hasta la altura del pecho. A la segunda noche que leyó, la
hermosa doncella salió del abedul hasta la cintura y, a la tercera noche, la
hermosa doncella salió entera del abedul. Le dio un beso al soldado y dijo:
-Soy hija
de un zar. Los demonios me robaron y me convirtieron en abedul. Y los tres
halcones son mis hermanos, que intentaron salvarme, pero también los apresaron
a ellos.
No había
hecho más que pronunciar estas palabras la zarevna, cuando acudieron los tres
halcones, pegaron contra la tierra húmeda y se convirtieron en apuestos
mancebos.
Los tres
hermanos y la hermana volvieron entonces a casa de sus padres y pidieron al
soldado que los acompañara.
El zar y
su esposa se llevaron una gran alegría al verlos, recompensaron generosamente
al soldado, le dieron a la zarevna por esposa y les dijeron que se quedaran a
vivir allí.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
No hay comentarios:
Publicar un comentario