Vivía en Rusia una graja
con ayas y criadas, con sus hijitos pequeños, rodeada de vecinos. Llegaron por
allí unos cisnes, anidaron y pusieron huevos; pero la graja empezó a robar los
huevos y a maltratar a los cisnes.
Un mochuelo que volaba
casualmente por allí vio que la graja maltrataba a los cisnes, y fue a
contárselo al águila real. Llegó y le dijo:
-Aguila real, bátiushka: castiga a esa malvada graja
como se merece.
El águila real mandó en
busca de la graja a un gorrión, por ser el mensajero más despabilado. El
gorrión partió inmediatamente para traer a la graja. Ella intentó resistirse,
pero el gorrión la condujo por fin, a empellones, a presencia del águila real.
Empezó a acusarla el
águila:
-¡Graja dañina, que tienes
la cabeza vacía, un pico asqueroso y la cola mi...osa! Estás acusada de echarle
el ojo a lo que no es tuyo y de haber robado huevos a los cisnes.
-¡Eso es un infundio,
águila real! Un infundio, y nada más.
-También se te acusa de
salir al campo con toda tu panda a escabar el grano cuando el campesino lo
tiene sembrado.
-¡Eso es un infundio,
águila real! Un infundio, y nada más.
-Otra fechoría es que tú y
tu panda también escarbáis y echáis a perder los haces de espigas cuando las
mujeres se marchan del campo después de segar.
-¡Eso es un infundio,
águila real! Un infundio, y nada más.
La graja fue condenada a ir
a la cárcel.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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