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viernes, 26 de diciembre de 2014

El animal mas veloz

Los animales estaban discutiendo una vez quién era más veloz en la carrera.
Dijo el lobo:
-Yo soy el más veloz. Cuando corro, sólo veo pasar las matas por mi lado a toda velocidad y oigo el viento silbar en mis oídos.
-¡Quia, hombre! -objetó el oso. El más veloz soy yo.
Cuando corro, muevo las patas tan aprisa que ni siquiera las veo. La liebre se quedó mirándolos a todos.
-No sé a qué viene tanta discusión -dijo. El animal más veloz, desde luego, soy yo. Cuando corro, voy a tal velocidad que ni veo nada ni oigo nada.
Siguieron discutiendo mucho rato hasta que decidieron organizar una carrera. Se alinearon y se lanzaron a correr hasta un monte que había a lo lejos. La liebre llegó hasta la meta, dio media vuelta y emprendió a toda prisa el regreso.
La liebre volvió muy pronto al punto de partida y allí se sentó a esperar a sus compañeros.
El lobo volvió al atardecer; la zorra, ya entrada la noche y el oso, jadeando, al día siguiente.
Conque entre todos decidieron que la liebre era la más veloz y cada cual se marchó a sus ocupaciones.
Llena de alegría, la liebre empezó a pegar volteretas y a cantar:
-Soy la más veloz. Nadie corre como yo...
Un ratón que la vio sintió envidia. Fue hacia la liebre, la saludó y dijo:
-En eso de que tú eres la más veloz, se han equivocado.
-¿Qué es eso de que se han equivocado? -protestó la liebre. Hemos echado una carrera y yo he vuelto antes que ninguno. ¡Los he vencido a todos!
-Porque no me llamasteis a mí.
-Si quieres, hacemos la prueba tú y yo -propuso la liebre.
-¿Cómo corres tú? -preguntó el ratón.
-Muy deprisa -contestó la liebre. Como que, cuando echo a correr, ya no veo ni oigo nada. iFijate si seré veloz!
Quedaron en echar una carrera. El ratón corrió un poquito, se acurrucó junto a una pella de tierra y ya no se lo veía.
La liebre seguía a todo correr, sin ver nada, sin oír nada... Llegó hasta el monte, dio media vuelta, ¡y a correr con todas sus fuerzas! Cuando regresó al lugar de partida, allí estaba el ratón en un altozano, dándose aire con las patas.
-Hace mucho calor para organizar carreras en un día así -dijo.
La liebre, muy sorprendida de que el ratón la hubiera ganado, propuso:
-¿Probamos otra vez?
Probaron otra vez: el ratón hasta la primera pella de tierra y la liebre hasta el monte.
Y así tres veces: la liebre ida y vuelta al monte y el ratón hasta la primera pella de tierra.
Siempre que volvía la liebre, rendida, con la lengua fuera y los ojos desorbitados, casi sin aliento, se encontraba al ratón en el altozano, riendo a todo reír.
-¡Vaya un vencedor! Ni siquiera puede ganar a un ratón. Después de reírse así un buen rato, le dijo a la liebre:
-Voy a contarles a los demás animales cómo te he ganado. Nos reiremos todos juntos.
La liebre estaba toda avergonzada. Agachó las orejas y se escondió entre la hierba.
El ratón se marchó tan campante.
Desde entonces, la liebre agacha las orejas en cuanto oye el menor ruido: piensa que los otros animales están riéndose de ella.

1.098.1 Naguishkin (Dmitri D.) - 074

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