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martes, 24 de diciembre de 2013

Milton y bolita

Adquirí un perro de muestra, para cazar faisanes. Se llamaba Milton. Era alto, delgado, de pelaje gris con man­chas, de largas orejas y muy fuerte e in­teligente. No se ha peleado con Bolita. Ningún perro se ha peleado nunca con Bolita. En cuanto enseña los dientes, todos se acobardan y se alejan. Una vez fuí a cazar faisanes con Milton. De pron­to, Bolita vino, corriendo, detrás de mí. Quise echarlo, pero no me hizo caso. Y ya estábamos muy lejos de casa para vol­ver con él hasta allí. Pensé que no me molestaría, y seguí camino adelante. Pero, en cuanto Milton olfateó las huellas de los faisanes en la hierba y comenzó a buscarlas, Bolita corrió, avanzando y me­tiendo sus narices por doquier. Quería ser el primero en levantar a los faisanes. Percibía cierto olor en la hierba y daba vueltas por todos lados; pero no tenía bastante buen olfato para encontrar lis huellas por sí solo. Por eso miraba a Milton y corría en la misma dirección que éste. En cuanto Milton emprendía una pista, Bolita se le adelantaba. Yo lo llamaba y le pegaba; pero era inútil. Cada vez que Milton empezaba a bus­car, Bolita, adelantándose, le molestaba. Me dispuse a volver a casa, creyendo que la cacería había fracasado; pero Mil­ton se las ingenió para engañar a Bolita. He aquí lo que hizo: en cuanto Bolita echaba a correr delante, Milton abando­naba la pista y se volvía hacia otro lado fingiendo olfatear. Bolita corría al lugar en que estaba Milton y éste, volviéndose hacia mí, meneaba la cola y seguía la pista verdadera. Bolita acudía de nuevo junto a Milton y echaba a correr delante de él; entonces éste daba unos cuantos pasos hacia un lado para engañarlo; y, después, seguía adelante. Así fué como consiguió que no nos estropeara la ca­cería.

Cuento para niños

1.013. Tolstoi (Leon)

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