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miércoles, 19 de junio de 2013

El tonto del manzano

A D. José Mª. Vidal y Pallejá
     
La  aldea  entera  resonó  como  una  carcajada;  larga,  hiriente; maligna.
Rieron  los  viejos  y  los  jóvenes;  los  ignorantes  y  los  menos ignorantes, porque como se trata de un "pueblín", sabios no había.
Y desde aquel día le llamaron, "El Tonto del Manzano".
¡Casi nada lo que acababa de acontecer! Gasparín -así se llamaba antes  del  remoque-  había  cometido  -después  de  otras  muchas tonterías como prestar dinero sin interés, proporcionar semillas a los necesitados, donar ganados a los pobres, llevar gratis el médico a la cabecera  del  labriego  enfermo,  reconstruir  la  iglesia  amena-zando ruinas,  etc.  -la  inaudita  locura  de  injertar  en  un  tronco  joven  de espino,  veinte  clases  de  púas  de  otras  tantas  variedades  de manzanas: desde la Raneta blanca, pasando por la de Valsain, hasta la de Repinaldo grande y Rabullongo.
Con  tamaño  disparate,  el  desdichado  Gasparln  ya  medio considerado como el tonto del lugar, pasó a ser por antonomasia, EL TONTO DEL MANZANO.
Era  éste,  de  mediana  edad  y  estatura,  patizambo,  jorobado  y contrahecho. Caminaba a zancadas irregulares, figurando una cojera que en realidad no poseía. Sobre la misma joroba, hallaba base y asiento  su  enorme  cabeza,  con  dos  chichones,  grandes  como medianas calabazas, que a bien decir de las malas lenguas, habían nacido, crecido y permanecido, como perenne testimonio, al conjuro del palo del Maestro de su infancia y gracias a cuya virtud, habíanse llegado a fijar en su cerebro las cuatro reglas aritméticas, además de las  veintiocho  letras  del  alfabeto.  Su  rostro,  como  el  de  la generalidad de los tontos vulgares, estaba formado por una masa de carne inexpresiva, muerta, Sin embargo, alcanzaban un descomunal relieve sus ojillos vivarachos, medio ocultos por las largas cerdas de las  pestañas.  Ojos  de  mirar  profundo,  penetrante,  hiriente,  de anormal  inteligencia  o  también  de  mirada  sagaz  en  órbitas  de candidez.
Sus  padres,  los  hacendados  más  ricos  de  todo  el  contorno, murieron de pena cuando en el transcurso de los días comprendieron con vergüenza, la desdichada falta total de belleza en su única obra creadora. Al quedar solo Gasparín en el mundo, vióse convertido de pronto,  en  un  tonto  muy  rico-  según  opinión  del  lugar-  aunque nosotros opinemos en sentido inverso, al considerarlo, más rico que tonto,
Asevera nuestro parecer la siguiente observación: En tan grosera envoltura  física,  latía  un  corazón  siempre  predispuesto  para  dos cosas  fundamentales;  compasión  y  caridad.  Mas,  también  en  él podían  anidar,  las  pasiones  del  odio  y  la  venganza,  dos  aspectos totalmente opuestos, pero que, rigen por lo general la vida de los seres enteramente normales.
Ya solo Gasparín en la vida, inició sus salidas de ridícula persona, en carácter de amo y protector. Repartió a manos llenas gracias y favores... Pero los labriegos, en su malicia aldeana, pronto calaron en  lo  hondo  de  aquel corazón  tan  bueno  e  incautó  y  vieron  en  la bondad,  al  TONTO,  que  lo  da  todo,  ignorando  el  precio  de  sus favores...
Por eso el pueblo era, una extendida carcajada. 
-Buena "xatina" llevas amigo Juan.
-Me la dió el "Tonto del Manzano". ¡Ja! ¡Ja! iJa! 
-Es bueno. ¿Le diste las gracias?
-¿A un tonto?
-Tienes  razón.  ¡Ja!  ¡Ja!  Un  tonto  nada  dá,  porque  nada  le  vale cuanto tiene.
Mientras el pueblo reía burlón, Gasparín, seguía su obra, aunque, ignorando por qué conductos, a sus oídos llegaba el eco zumbón de la  aldea  en  chanzas  de  su  tontería,  lejos  de  pagar  su  bondad.  A manera  de  cosquilleo,  brotó  en  su  corazón  un  torrente  de sensaciones extrañas. Pensó por vez primera que se reían de él... y no quiso creerlo.
La aldea continuaba sus tareas entre carcajadas de gozo. Caras socarronas  de  los  deudores,  pedíanle  más.  En  pleno  día asaltaban sus pomares, para momentos más tarde ir a venderle las manzanas a  el  mismo  robadas.  Sus  ganados,  eran  apaleados  cuando  no apropiados indebida-mente.
En su corazón, el torrente de las primeras dudas e impresiones decepcionantes, se desató en furia invencible de fuego insoportable, viéndose retratado con todo el amargo tinte de la desilusión, como el verdadero, "Tonto del Manzano", hazmerreír de la aldea.
Entonces, su fisonomía repugnante, acusó aún más fuertemente los caracteres de grosera fealdad y sus ojillos vivarachos brillaron en siniestra mirada.
Y pronto, muy pronto, la aldea quedó asombrada. En el picacho más elevado del monte que circundaba al poblado, dos ingenieros a las órdenes del Tonto, dirigían a un centenar de obreros trabajando febrilmente en una descomunal obra.
-¿Qué vas a hacer Gasparín? -Interrogóle la voz del pueblo.
-Un mundo para el "Tonto del Manzano". -Replicó impasible.
Así  fué.  Sobre  un  formidable  eje  base,  creció  vertiginosa-mente una gigantesca bola, vacía en su interior, con un solo hueco a guisa de  puerta.  Una  vez  terminada,  daba  el  aspecto  exacto  de  nuestro planeta, sostenido sobre las espaldas de Atlante. A él se fué a vivir nuestro "Tonto", habiendo llevado previamente una buena provisión de viandas.
Sin embargo,  ante aquella inaudita idea fue  corto  el pasmo del poblado. A lo insospechado, le perdieron el respeto, se llegaron a él, lo apedrearon...
Un audaz lanzó la idea: 
¡Derribemos al mundo del "Tonto"!
A cuya voz la pelota gigantesca no tardó en verse Amenazada por los picos de los labriegos y dinamita de los mineros, horadando su base.
Mas antes... llegó un día, en que repleto de heno dorado, brillaba al  sol  el  campo  de  Asturias.  Por  doquier,  heno  esparcido,  bálagos enhiestros, henales repletos y carros cargados entre canciones.
La aldea vivía entre sudores la alegría del campo mirando al cielo con  el  sol  del  estío,  Al  oscurecer,    volvían  el  aprisco  los  ganados, anunciados por la esquila, bebiendo en el riachuelo brillante por la luna y puro es su leche.
También  los  mozos  retozaban  y  cantaban  ante  la  mirada nostálgica de los ancianos,
¡Horas hermosas de la aldea, envuelta entre canciones de amor y emanaciones del heno!
-¡Hoy se cae el mundo del "Tonto"! -Entre gritos anunciaba uno.
-¡De esta noche no sale!
-¡La base se tambalea! -Coreaba el resto.
 Y  a  la  mañana...  Despavoridos,  locos,  aterrados,  corrían  los lugare-ños sin dirección ni meta, en danza trágica de espanto.
-¡Fuego! ¡Fuego!
Ardía la aldea en toda su extensión. Pajares en ascuas, bálagos en llamas, casas en pleno derrumbamiento. Gritos tétricos de mujeres, mugidos dolientes de las reses, maldiciones y rezos de los hombres.
La  voracidad  del  fuego  nada  respetaba.  Ardían  los  hórreos  y ardían los campos resecos por los calores del verano. Por sobre la gran tragedia, resonó una sobrecogedora carcajada.
-¡El tonto! ¡El tonto! -Como reguero de pólvora se extendió la voz de la aldea.
¡Un  día  ya  lejano,  había  resonado  todo  el  pueblo  como  una carcajada; hoy en todo el pueblo, resonó una verdadera carcajada!
¡Paradojas de la vida!
Entonces,  las  cabezas  de  los  labriegos  presas  de  terror  se inclinaron.  En  el  mismo  momento,  las  últimas  cenizas  cubrían piadosamente  los  restos  del  pueblo.  Allá  en  lo  alto,  el  mundo  del "Tonto", se inclinaba y caía, en la zanja profunda que ellos mismos habían abierto para derrumbarlo. Una explosión tremenda hizo volar hecho añicos la mole de piedra y con ella su habitante.
Entre  sus  ruinas  fué  hallado,  escrito  sobre,  una  piedra,  las siguientes palabras, esculpidas por el TONTO DEL MANZANO:

''Ni aún en  el mundo para él construido, halla reposo el bueno. Pero destruidlo y os destruiréis"

Cuento asturiano[1]

1.017. Busto (Mariano)

[1] Publicada en la revista «CERES» de Valladolid.

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