A D. José Mª. Vidal y Pallejá
La
aldea entera resonó
como una carcajada;
larga, hiriente; maligna.
Rieron los
viejos y los
jóvenes; los ignorantes
y los menos ignorantes, porque como se trata de un
"pueblín", sabios no había.
Y desde aquel día le llamaron,
"El Tonto del Manzano".
¡Casi nada lo que acababa de
acontecer! Gasparín -así se llamaba antes
del remoque- había
cometido -después de
otras muchas tonterías como
prestar dinero sin interés, proporcionar semillas a los necesitados, donar
ganados a los pobres, llevar gratis el médico a la cabecera del
labriego enfermo, reconstruir
la iglesia amena-zando ruinas, etc.
-la inaudita locura
de injertar en
un tronco joven
de espino, veinte clases
de púas de
otras tantas variedades
de manzanas: desde la
Raneta blanca, pasando por la de Valsain, hasta la de
Repinaldo grande y Rabullongo.
Con
tamaño disparate, el
desdichado Gasparln ya medio
considerado como el tonto del lugar, pasó a ser por antonomasia, EL TONTO DEL
MANZANO.
Era
éste, de mediana
edad y estatura,
patizambo, jorobado y contrahecho. Caminaba a zancadas
irregulares, figurando una cojera que en realidad no poseía. Sobre la misma
joroba, hallaba base y asiento su enorme
cabeza, con dos
chichones, grandes como medianas calabazas, que a bien decir de
las malas lenguas, habían nacido, crecido y permanecido, como perenne
testimonio, al conjuro del palo del Maestro de su infancia y gracias a cuya
virtud, habíanse llegado a fijar en su cerebro las cuatro reglas aritméticas,
además de las veintiocho letras
del alfabeto. Su
rostro, como el
de la generalidad de los tontos
vulgares, estaba formado por una masa de carne inexpresiva, muerta, Sin
embargo, alcanzaban un descomunal relieve sus ojillos vivarachos, medio ocultos
por las largas cerdas de las
pestañas. Ojos de
mirar profundo, penetrante,
hiriente, de anormal inteligencia
o también de
mirada sagaz en
órbitas de candidez.
Sus
padres, los hacendados
más ricos de
todo el contorno, murieron de pena cuando en el
transcurso de los días comprendieron con vergüenza, la desdichada falta total
de belleza en su única obra creadora. Al quedar solo Gasparín en el mundo,
vióse convertido de pronto, en un
tonto muy rico-
según opinión del
lugar- aunque nosotros opinemos
en sentido inverso, al considerarlo, más rico que tonto,
Asevera nuestro parecer la
siguiente observación: En tan grosera envoltura
física, latía un
corazón siempre predispuesto
para dos cosas fundamentales; compasión
y caridad. Mas,
también en él podían
anidar, las pasiones
del odio y
la venganza, dos
aspectos totalmente opuestos, pero que, rigen por lo general la vida de
los seres enteramente normales.
Ya solo Gasparín en la vida, inició
sus salidas de ridícula persona, en carácter de amo y protector. Repartió a
manos llenas gracias y favores... Pero los labriegos, en su malicia aldeana, pronto
calaron en lo hondo
de aquel corazón tan
bueno e incautó
y vieron en la
bondad, al TONTO,
que lo da
todo, ignorando el
precio de sus favores...
Por eso el pueblo era, una
extendida carcajada.
-Buena "xatina" llevas
amigo Juan.
-Me la dió el "Tonto del
Manzano". ¡Ja! ¡Ja! iJa!
-Es bueno. ¿Le diste las gracias?
-¿A un tonto?
-Tienes razón.
¡Ja! ¡Ja! Un
tonto nada dá,
porque nada le
vale cuanto tiene.
Mientras el pueblo reía burlón,
Gasparín, seguía su obra, aunque, ignorando por qué conductos, a sus oídos
llegaba el eco zumbón de la aldea en
chanzas de su
tontería, lejos de
pagar su bondad.
A manera de cosquilleo,
brotó en su
corazón un torrente
de sensaciones extrañas. Pensó por vez primera que se reían de él... y
no quiso creerlo.
La aldea continuaba sus tareas
entre carcajadas de gozo. Caras socarronas
de los deudores,
pedíanle más. En
pleno día asaltaban sus pomares,
para momentos más tarde ir a venderle las manzanas a el
mismo robadas. Sus
ganados, eran apaleados
cuando no apropiados
indebida-mente.
En su corazón, el torrente de las
primeras dudas e impresiones decepcionantes, se desató en furia invencible de
fuego insoportable, viéndose retratado con todo el amargo tinte de la
desilusión, como el verdadero, "Tonto del Manzano", hazmerreír de la
aldea.
Entonces, su fisonomía repugnante,
acusó aún más fuertemente los caracteres de grosera fealdad y sus ojillos
vivarachos brillaron en siniestra mirada.
Y pronto, muy pronto, la aldea
quedó asombrada. En el picacho más elevado del monte que circundaba al poblado,
dos ingenieros a las órdenes del Tonto, dirigían a un centenar de obreros
trabajando febrilmente en una descomunal obra.
-¿Qué vas a hacer Gasparín?
-Interrogóle la voz del pueblo.
-Un mundo para el "Tonto del
Manzano". -Replicó impasible.
Así
fué. Sobre un
formidable eje base,
creció vertiginosa-mente una
gigantesca bola, vacía en su interior, con un solo hueco a guisa de puerta.
Una vez terminada,
daba el aspecto
exacto de nuestro planeta, sostenido sobre las espaldas
de Atlante. A él se fué a vivir nuestro "Tonto", habiendo llevado
previamente una buena provisión de viandas.
Sin embargo, ante aquella inaudita idea fue corto
el pasmo del poblado. A lo insospechado, le perdieron el respeto, se
llegaron a él, lo apedrearon...
Un audaz lanzó la idea:
¡Derribemos al mundo del
"Tonto"!
A cuya voz la pelota gigantesca no
tardó en verse Amenazada por los picos de los labriegos y dinamita de los mineros,
horadando su base.
Mas antes... llegó un día, en que
repleto de heno dorado, brillaba al
sol el campo
de Asturias. Por
doquier, heno esparcido,
bálagos enhiestros, henales repletos y carros cargados entre canciones.
La aldea vivía entre sudores la
alegría del campo mirando al cielo con
el sol del
estío, Al oscurecer,
volvían el aprisco
los ganados, anunciados por la
esquila, bebiendo en el riachuelo brillante por la luna y puro es su leche.
También los
mozos retozaban y
cantaban ante la
mirada nostálgica de los ancianos,
¡Horas hermosas de la aldea,
envuelta entre canciones de amor y emanaciones del heno!
-¡Hoy se cae el mundo del
"Tonto"! -Entre gritos anunciaba uno.
-¡De esta noche no sale!
-¡La base se tambalea! -Coreaba el
resto.
Y
a la mañana...
Despavoridos, locos, aterrados,
corrían los lugare-ños sin
dirección ni meta, en danza trágica de espanto.
-¡Fuego! ¡Fuego!
Ardía la aldea en toda su
extensión. Pajares en ascuas, bálagos en llamas, casas en pleno derrumbamiento.
Gritos tétricos de mujeres, mugidos dolientes de las reses, maldiciones y rezos
de los hombres.
La
voracidad del fuego
nada respetaba. Ardían
los hórreos y ardían los campos resecos por los calores
del verano. Por sobre la gran tragedia, resonó una sobrecogedora carcajada.
-¡El tonto! ¡El tonto! -Como
reguero de pólvora se extendió la voz de la aldea.
¡Un
día ya lejano,
había resonado todo
el pueblo como
una carcajada; hoy en todo el pueblo, resonó una verdadera carcajada!
¡Paradojas de la vida!
Entonces, las
cabezas de los
labriegos presas de
terror se inclinaron. En
el mismo momento,
las últimas cenizas
cubrían piadosamente los restos
del pueblo. Allá
en lo alto,
el mundo del "Tonto", se inclinaba y caía,
en la zanja profunda que ellos mismos habían abierto para derrumbarlo. Una
explosión tremenda hizo volar hecho añicos la mole de piedra y con ella su
habitante.
Entre sus
ruinas fué hallado,
escrito sobre, una
piedra, las siguientes palabras,
esculpidas por el TONTO DEL MANZANO:
''Ni aún en el mundo para él construido, halla reposo el
bueno. Pero destruidlo y os destruiréis"
Cuento asturiano[1]
1.017. Busto (Mariano)
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