Translate

lunes, 20 de octubre de 2014

La perla de toledo

IMITADO DEL ESPAÑOL

¿Quién me dirá si es más hermoso el sol que se hunde que el que nace? ¿Quién, si es más hermoso, entre los árboles, el olivo que el almendro? ¿Quién, si es el andaluz más valiente que el valenciano? ¿Quién me dirá cuál es la más hermosa de entre todas las mujeres?
-Yo seré quien te diga que es Aurora de Vargas, la Perla de Toledo, la más bella de entre todas las mujeres.
El negro Tuzani pide su lanza y su escudo; su mano diestra blande la lanza; su escudo pende del pecho. A sus cuadras desciende, y sus cuarenta yeguas, una a una, examina, y dice:
-La más vigorosa es Berja; en su amplia grupa llevaré a la Perla de Toledo, o nunca Córdoba, por Alá, ha de volver a verme,
Monta, parte y a Toledo llega, y halla a un anciano en el Zacatín.
-Anciano de la nívea barba, anciano, esta misiva a don Gutierre lleva, a don Gutierre de Saldaña. Si es caballero, combatirá conmigo junto a la fuente de Almamí. La Perla de Toledo es preciso que sea suya o mía.
Ha cogido la carta el buen anciano y al conde de Saldaña se la entrega, al conde de Saldaña, que juega al ajedrez con la Perla de Toledo. Lee la carta el conde, el cartel de desafío el conde lee, y es tan fuerte el golpe que descarga su mano en el tablero que las piezas se derrumban. Se alza al punto, y pide su lanza y su mejor caballo. Temblorosa, la Perla se levanta también, porque presiente que un duelo se avecina.
-Don Gutierre de Saldaña, don Gutierre, yo os ruego que os quedéis y el juego prosigamos.
-Ya no debo jugar al ajedrez; jugar quiero, junto a la fuente de Almamí, al juego de las lanzas.
Y las lágrimas de Aurora no aciertan a detenerle, porque nada puede detener al caballero que a la liza se laza.
La Perla de Toledo, entonces, su velo ciñe, y en su mula monta, y a la fuente de Almamí sus pasos encamina.
Rojo es el césped que en torno de la fuente brota, roja es el agua que de la fuente fluye; no es de cristiano la sangre que ensangrienta el césped y la linfa de la fuente. El negro Tuzaní, de cara al cielo, yace tendido. La lanza del conde don Gutierre se quebró en su pecho, y el negro Tuzaní, poco a poco, se desangra. Berja, su yegua, llorando le contempla, pues no puede curar la herida de su dueño.
La Perla de Toledo de la mula desciende.
El ánimo recobre el caballero; aun debe vivir para rasarse con una bella mora; las heridas que abre la mano de mi galán, yo sé cerrarlas con la mía.
-¡Oh perla hermosa, tan hermosa! ¡Oh blanca perla, tan blanca! ¡Arranca el trozo de lanza que en mi pecho se hunde! ¡El frío del acero me hiela y me traspasa!
Ella, sin temor, se le aproxima; el negro Tuzaní fuerzas recobra, y el bello rostro de la bella desfigura su cimitarra de tajante filo.

1.078. Merimee (Prospero) - 046

No hay comentarios:

Publicar un comentario