Erase un
hombre llamado Buslav que, a los noventa años, pasó a mejor vida, dejando en
ésta a su joven y amada esposa, llamada Vanilfa Timoféievna, y a su hijo Vasili
Buslávich[1]. Conque Vasili
Buslávich se puso a jugar con chicos de su edad, pero de tales juegos resultaba
que a éste le arrancaba un brazo, al otro le partía la cabeza...
Vanilfa
Timoféievna llevó a su amado hijo a casa del anciano Ugrúmische[2] para que
aprendiera a escribir en los folios. Pero lo que aprendió Vasili Buslávich no
fue a escribir en los folios, sino a volar como un halcón.
Una vez
que hubo banquete y plática en casa del anciano Ugrúmische, el anciano no
invitó a Vasili Buslávich, su discípulo predilecto.
El propio
Vasili Buslávich se personó por su propia voluntad en el banquete y la plática
y empezó a arrojar a los invitados del lugar de honor que ocupaban, a
arrancarlos de sus asientos, hasta que los echó a todos con cajas destempladas.
El
anciano Ugrúmische se enfadó con él, aunque era su discípulo predilecto, y le
dijo:
-¡No te
jactes, joven jactancioso! Tú no beberás agua del Obí ni echarás a la gente de
aquí. Cuando hayas bebido agua del Obí, cuando hayas echado a la gente de aquí,
quinientos rublos serán para ti.
Marchó
nuestro Vasili Buslávich a casa de su madre y dijo:
-¡Ay, mátushka[3] querida! En razón de mis pocos
años he sido jactancioso y he tenido querella con el anciano Ugrúmische.
La madre
agarró, le hizo beber hasta emborracharle y le encerró en una celda oscura. En
esto la gente se aprestó a combatirle, pero él dormía en la celda oscura sin
enterarse de nada. Una mujer que iba por agua le gritó por la ventana.
-¿Cómo es
que duermes, Vasili Buslávich, sin enterarte de nada, mientras que yo, al ir por
agua, he dejado a tanta gente malparada con el balancín de mis cubos?
Al
escuchar estas palabras, Vasili Buslávich echó abajo el muro de piedra de su
encierro y se lanzó a pelear con la gente. El anciano Ugrúmische le interpeló
entonces:
-¡Oh tú,
Vasili Buslávich! Aplaca tu fogoso corazón y dales descanso a tus hombros de
bogatir. Te había prometido quinientos rublos, pero ahora te daré un millar
entero.
Entonces
Vasili Buslávich sintió pesadumbre y fue donde su madre.
-¡Ay, mátushka querida! -dijo. Hoy he vertido
mucha sangre y he destruido a mucha gente.
Su madre
se enfadó entonces con él, mandó construir un barco, buscó a hombres que lo
tripularan y envió a Vasili al mar. Le dijo que pusiera rumbo hacia donde
quisiera y le despidió con ademán de mal talante.
Vasili
Buslávich arribó a unos prados verdes. Allí cerca había un profundo abismo
marino. Vasili anduvo alrededor de aquella sima, pegándole con la punta del
pie, hasta que ella dijo:
-No me
pegues así, Vasili Buslávich, que también acabarás aquí.
Luego sus
hombres empezaron a solazarse saltando por encima del abismo marino. Todos
saltaron; pero, al saltar Vasili Buslávich, que saltó el último, no hizo más
que rozarlo con un dedo del pie derecho y murió allí mismo.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
[1] Héroe de
bilinas del ciclo de Nóvgorod (como también Sadkó, por ejemplo). En este ciclo
no se suele emplear la apelación de bogatir. Se trata de un héroe de fuerza y
valor extraordinarios, que no le teme a nada, ajeno a las supersticiones
medievales. impelido por el afán de alterar el orden de cosas establecido.
[2]Ugrúmische: Hombre tristón.
[3]Mátushka: Literalmente, madrecita.
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