En cierto
lugar de Palestina vivían dos hermanos: el uno rico y el otro pobre.
El
hermano pobre fue a pedirle al rico un caballo prestado para traer leña del
bosque. El rico le prestó el caballo. El pobre le pidió entonces una collera
también. El rico se indignó con su hermano y no le dio la collera.
Al
hermano pobre se le ocurrió entonces la idea de atar la leña a la cola del
caballo. Y marchó al bosque a cortar leña, y cortó tanta como podía arrastrar
el caballo, y volvió a su casa y abrió el portón. Pero se olvidó de abrir las
dos hojas. El caballo se lanzó por el hueco que veía, y se quedó sin cola.
El
hermano pobre llevó entonces al rico el caballo sin cola. Viendo al caballo sin
cola, el rico no quiso aceptarlo de vuelta y fue al juez Shemiaka[1] a
presentar humildemente querella 30 contra el pobre. Este, viendo el mal que se
le venía encima, pues le harían pagar las costas, y de siempre es sabido que
quien nada tiene nada puede dar, marchó detrás de su hermano.
Así
llegaron los dos a pedir albergue para la noche en casa de un rico campesino.
Este campesino se puso a comer y a beber y a charlar alegremente con el hermano
rico, pero sin invitar al pobre a que se uniera a ellos. Y sucedió que el
pobre, mientras los contemplaba desde el rellano de la estufa, se cayó de
pronto, matando a un niño que estaba acostado en su cuna.
El
campesino marchó también a presentar humildemente querella contra el pobre ante
el juez Shemiaka.
Iban
juntos camino de la ciudad (el hermano rico y el otro campesino delante, y tras
ellos el pobre) y hubieron de atravesar un puente muy alto. Convencido el pobre
de que no saldría con vida del juicio de Shemiaka, se arrojó desde el puente
con la intención de matarse. En esto, por debajo del puente pasaba un hombre
que llevaba a su padre enfermo a tomar un baño de vapor. El pobre cayó sobre el
trineo y aplastó al enfermo. El hijo, entonces, fue a presentar humildemente
querella ante el juez Shemiaka contra el pobre por haber aplastado a su padre.
El
hermano rico llegó humildemente ante el tribunal de Shemiaka y presentó
querella contra el hermano que le había arrancado la cola al caballo. El pobre
agarró una piedra, la envolvió en el pañuelo y se la enseñó al juez por detrás
del hermano pensando: «Si el juez no falla en mi favor, le mato de una
pedrada.»
Entonces
el juez dictaminó que las costas del juicio serían de cien rublos y dispuso que
el rico le cediera al pobre el caballo mientras no volviera a crecerle la cola.
Luego
llegó el campesino a presentar humilde-mente querella contra el pobre por la
muerte del niño, y empezó a exponer humildemente los hechos.
El pobre
sacó la misma piedra y se la enseñó al juez.
Entonces
el juez dictaminó que las costas del juicio serían de cien rublos y dispuso que
el campesino le entregara al pobre su mujer hasta que diera a luz una criatura.
-Y tú
volverás a llevarte entonces a tu mujer y a la criatura a tu casa.
Llegó el
hijo a denunciar humildemente la muerte de su padre y presentó querella contra
el pobre por haberle aplastado. Entonces el juez dictaminó que las costas del
juicio serían de cien rublos y dispuso que el hijo fuera al puente.
-Tú -dijo
al pobre- ponte debajo del puente. Y tú -añadió dirigiéndose al hijo- salta
desde el puente sobre el pobre y aplástalo.
El juez
Shemiaka despachó a un servidor suyo a pedirle al pobre los trescientos rublos
de las costas.
El pobre
le mostró la piedra al servidor y dijo:
-Si el
juez no hubiera fallado en mi favor, yo le habría matado con esta piedra.
El
servidor volvió donde el juez y le repitió lo dicho por el pobre:
-Si no
hubieras fallado en su favor, él te habría matado con esta piedra.
-¡Gracias
a Dios que fallé en su favor! -se santiguó el juez.
Fue el
hermano pobre a casa del rico a llevarse el caballo, según había dispuesto el
tribunal, hasta que le creciera la cola.
El rico,
que no quería desprenderse del caballo, le dio cinco rublos en dinero, más tres chetveriki[2] de
grano, más una cabra lechera y luego hizo las paces con él para siempre.
Fue el
hermano pobre a casa del campesino a llevarse a su mujer, según había dispuesto
el tribunal, hasta que diera a luz una criatura. El campesino quiso entonces
hacer las paces con el pobre y le dio al pobre cincuenta rublos, más una vaca
con un ternero, más una yegua con un potro, cuatro chetveriki de grano y luego
hizo las paces con él para siempre.
Fue el
pobre a casa del hijo por lo de la muerte del padre y se puso a decirle:
-Según el
fallo del tribunal, tú debes subirte al puente y yo
ponerme
debajo, y tú debes tirarte encima de mí y aplastarme.
El hijo
se puso a pensar para sus adentros:
«¿Y si
salto del puente, no le aplasto a él y, en cambio, me mato yo del golpe?»
Y se dijo
que mejor sería hacer las paces con el pobre. Le dio doscientos rublos en
dinero, más un caballo, más cinco chetueriki de grano y luego hizo las paces
con él para siempre.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
[1] La
expresión rusa es mucho más gráfica. Se dice presentar (o ir con) una chelobítnaia, vocablo compuesto por la
palabra cheló= frente, y el verbo bit= pegar, golpear. Significa que, al
presentar la querella, la solicitud, etc., el demandante se prosterna y pega
con la frente en el suelo.
[2]Chetvérik (pl.
chetuériki): Literalmente, «cuartillo». Medida de capacidad igual a 26,239 litros.
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