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miércoles, 21 de agosto de 2013

Una historia de san nikólai

Vivía en una ciudad un ladrón que había cometido ya muchas fechorías.
Una vez desvalijó a un hombre rico, pero fue descubierto y empezaron a perseguirle.
Después de correr mucho tiempo por el bosque, se encontró frente a una estepa lisa de lo menos diez verstas[1] de extensión. Y allí se detuvo, en el lindero del bosque, sin saber qué hacer. Si se lanzaba a la estepa, pronto le alcanzarían, porque se veía todo en dos verstas a la redonda y, según oía, sus perseguidores estaban ya muy cerca. Entonces rezó:
-Señor: ten piedad de mi alma pecadora. San Nikolái bendito, protégeme y te prometo un cirio de los grandes.
De repente apareció como por ensalmo un hombre de edad y le preguntó al ladrón:
-¿Qué acabas de decir?
-Acabo de decir: «San Nikolái bendito, protégeme.» Y le he prometido un cirio de los grandes.
Luego le confesó al viejo sus pecados. Y el viejo dijo:
-Métete en esa carroña si quieres.
Porque allí cerca había un animal muerto. Al ladrón no le quedaba otro remedio si no quería que le apresaran. Conque se metió en la carroña y el anciano desapareció al instante. Porque aquel anciano era el propio San Nikolái.
En esto desembocaron los perseguidores en el lindero del bosque, se lanzaron a la estepa, recorrieron cosa de media versta y, al no ver a nadie, volvieron para atrás.
Todo ese tiempo estuvo el ladrón metido dentro de la carroña, sin poder respirar apenas de la peste que despedía.
Salió por fin cuando sus perseguidores se alejaron y vio nuevamente al mismo anciano, que estaba allí cerca recogiendo cera.
El ladrón fue a darle las gracias por su salvación, y el viejo preguntó:
-¿Qué le prometiste a San Nikolái cuando le pedías protección?
-Le prometí un cirio de los grandes -contestó el ladrón.
-¿Sí, verdad? Pues has de saber que tanto como te ha repugnado a ti estar metido dentro de esa carroña le repugnaría a San Nikolái tu cirio.
Luego le advirtió:
-Nunca les pidas a Dios ni a sus santos que intercedan por las malas acciones, porque Dios no bendice las malas acciones. Conque recuerda mis palabras y diles también a los demás que nunca pidan a Dios por las malas acciones.
Dicho lo cual, desapareció de su vista.

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)



[1] Versta: Antigua medida igual a 1,06 km.

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