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miércoles, 21 de agosto de 2013

Un bracero apañado

Un molinero tenía un bracero apañado. El molinero le mandó echar trigo en la tolva y él lo echó en la muela. Al ponerse el molino en marcha, todo el trigo se desparramó. Cuando el amo llegó al molino y vio el trigo desparramado, despidió al bracero.
El bracero volvió a su casa. Camino de su aldea, se extravió. Conque se metió entre unos matorrales y allí se quedó dormido. Llegó un lobo, vio al bracero dormido, se acercó mucho a él y empezó a olisquearle. Entonces el bracero lo agarró por el rabo, lo mató y lo desolló.
Iba el bracero caminando monte arriba, y en lo alto del monte había un molino desierto. En aquel molino se quedó a pasar la noche. Al poco rato vio venir a tres hombres, que eran bandoleros. Entraron en el molino, hicieron lumbre y se pusieron a charlar.
-Mi parte -dijo uno de ellos- voy a esconderla debajo del molino.
-Pues yo meteré la mía debajo de la rueda -dijo otro. Y el terceró:
-Yo la guardaré en la tolva.
El bracero, que estaba precisamente metido en la tolva, temió que los bandoleros le mataran. Entonces se le ocurrió ponerse a gritar:
-iDenis! ¡Tú, quédate abajo! ¡Tú mira para aquel lado, Ivoka! ¡Tú, pequeño, ojo hacia aquella parte! Y yo me pondré aquí. ¡A ellos, muchachos! ¡Que no se escapen!
Los bandoleros, asustados, abandonaron su botín y echaron a correr.
El bracero salió de la tolva, recogió todo lo que habían tirado los bandoleros y se marchó a su casa. Allí les contó al padre y a la madre:
-Esto es todo lo que he ganado en el molino. Vamos ahora al mercado, padre, y nos compraremos una escopeta para dedicarnos a la caza.
Fueron al mercado, compraron una escopeta y cuando regresaban le dijo el bracero al padre:
-Abre bien el ojo por si aparece una liebre, un zorro o una marta.
Al cabo de un rato de camino empezaron los dos a dar cabezadas, hasta que se durmieron del todo. De repente aparecieron dos lobos, mataron al caballo y se lo comieron.
En esto se despertó el padre, pegó un latigazo pensando que le arreaba al caballo, pero le atizó a un lobo. El lobo pegó un salto, fue a meterse de cabeza en la collera y echó a correr tirando del carro conducido por el padre del bracero.
El otro lobo corría detrás, intentando clavarle los dientes al bracero. Este lobo tenía una mella. El bracero le largó un latigazo. El lobo quiso agarrar el látigo con los dientes. Pero el látigo tenía un nudo y se quedó atascado en la mella. El bracero tiró y lo llevó a rastras detrás del carro. De manera que un lobo tiraba del carro y otro iba arrastrando detrás.
Llegaron por fin delante de la casa. Los perros corrieron hacia el carro ladrando. Los lobos se asustaron. Uno pegó una espantada tan brusca, que el carro se volcó. El bracero y su padre cayeron al suelo. El lobo que se había metido en la collera logró librarse de ella y al bracero se le escapó el látigo de las manos. Así escaparon los dos lobos mientras el bracero y su padre se quedaban con tres cuartas de narices.
Desde entonces, vivieron tan ricamente en una casa abierta a todos los vientos, hecha de tres varas empalmadas y tres postes mal clavados, con el cielo por tejado y una sombra de cercado.

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)

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