Un
molinero tenía un bracero apañado. El molinero le mandó echar trigo en la tolva
y él lo echó en la muela. Al ponerse el molino en marcha, todo el trigo se
desparramó. Cuando el amo llegó al molino y vio el trigo desparramado, despidió
al bracero.
El
bracero volvió a su casa. Camino de su aldea, se extravió. Conque se metió
entre unos matorrales y allí se quedó dormido. Llegó un lobo, vio al bracero
dormido, se acercó mucho a él y empezó a olisquearle. Entonces el bracero lo
agarró por el rabo, lo mató y lo desolló.
Iba el
bracero caminando monte arriba, y en lo alto del monte había un molino
desierto. En aquel molino se quedó a pasar la noche. Al poco rato vio venir a
tres hombres, que eran bandoleros. Entraron en el molino, hicieron lumbre y se
pusieron a charlar.
-Mi parte
-dijo uno de ellos- voy a esconderla debajo del molino.
-Pues yo
meteré la mía debajo de la rueda -dijo otro. Y el terceró:
-Yo la
guardaré en la tolva.
El bracero,
que estaba precisamente metido en la tolva, temió que los bandoleros le
mataran. Entonces se le ocurrió ponerse a gritar:
-iDenis!
¡Tú, quédate abajo! ¡Tú mira para aquel lado, Ivoka! ¡Tú, pequeño, ojo hacia
aquella parte! Y yo me pondré aquí. ¡A ellos, muchachos! ¡Que no se escapen!
Los
bandoleros, asustados, abandonaron su botín y echaron a correr.
El
bracero salió de la tolva, recogió todo lo que habían tirado los bandoleros y
se marchó a su casa. Allí les contó al padre y a la madre:
-Esto es
todo lo que he ganado en el molino. Vamos ahora al mercado, padre, y nos
compraremos una escopeta para dedicarnos a la caza.
Fueron al
mercado, compraron una escopeta y cuando regresaban le dijo el bracero al
padre:
-Abre
bien el ojo por si aparece una liebre, un zorro o una marta.
Al cabo
de un rato de camino empezaron los dos a dar cabezadas, hasta que se durmieron
del todo. De repente aparecieron dos lobos, mataron al caballo y se lo
comieron.
En esto
se despertó el padre, pegó un latigazo pensando que le arreaba al caballo, pero
le atizó a un lobo. El lobo pegó un salto, fue a meterse de cabeza en la
collera y echó a correr tirando del carro conducido por el padre del bracero.
El otro
lobo corría detrás, intentando clavarle los dientes al bracero. Este lobo tenía
una mella. El bracero le largó un latigazo. El lobo quiso agarrar el látigo con
los dientes. Pero el látigo tenía un nudo y se quedó atascado en la mella. El
bracero tiró y lo llevó a rastras detrás del carro. De manera que un lobo
tiraba del carro y otro iba arrastrando detrás.
Llegaron
por fin delante de la casa. Los perros corrieron hacia el carro ladrando. Los
lobos se asustaron. Uno pegó una espantada tan brusca, que el carro se volcó.
El bracero y su padre cayeron al suelo. El lobo que se había metido en la
collera logró librarse de ella y al bracero se le escapó el látigo de las
manos. Así escaparon los dos lobos mientras el bracero y su padre se quedaban
con tres cuartas de narices.
Desde
entonces, vivieron tan ricamente en una casa abierta a todos los vientos, hecha
de tres varas empalmadas y tres postes mal clavados, con el cielo por tejado y
una sombra de cercado.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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