Translate

sábado, 13 de septiembre de 2014

Pinocho - Cap. XXX

Pinocho, se escapa con su amigo Espárrago al país de los juguetes.

Pinocho pidió al Hada que le permitiese dar una vuelta por la población, a fin de invitar a sus compañeros, y el Hada le dijo:
-Vete, pues, a invitar a todos tus amigos y compañeros para la merienda de mañana; pero ten cuidado de volver a casa antes de que sea de noche. ¿Has comprendido?
-Te prometo que dentro de una hora estaré de vuelta -replicó el muñeco.
-¡Ten cuidado, Pinocho! Todos los muchachos prometen en seguida, pero raras veces saben cumplir lo ofrecido.
-Pero yo no soy como los demás: cuando yo digo una cosa, la sostengo.
-¡Ya lo veremos! Si no obedeces, tanto peor para ti.
-¿Por qué?
-Porque a los niños desobedientes les pasan muchas desgracias.
-¡Ya lo sé, ya! ¡Bien caro me ha costado ser tan travieso! Pero ya he cambiado y siempre seré bueno -dijo Pinocho.
Sin decir una palabra más saludó el muñeco a la buena Hada que le servía de mamá, y cantando y bailando salió de la casa.
En poco más de una hora quedaron hechas todas las invitaciones. Algunos muchachos aceptaron en seguida y con mucho gusto; otros se hicieron rogar algo; pero cuando supieron que los panecillos con que se iba a tomar el café con leche no sólo estarían untados de manteca por dentro, sino también por fuera, acabaron por decir:
-¡Bueno!; ¡pues iremos también, por complacerte!
Ahora conviene saber que entre los amigos y compañeros de escuela Pinocho había uno a quien quería y distinguía sobre los demás.
Llamábase este amigo Ricardo; pero todos le llamaban por el sobrenombre de Espárrago, a causa de su figura seca, enjuta y delgada como un espárrago triguero.
Espárrago era el muchacho más travieso y revoltoso de toda la escuela; pero Pinocho le quería entrañablemente; así es que no dejo de ir a su casa para invitarle a la merienda. Como no le encontró, volvió segunda vez, y tampoco; volvió una tercera, y también perdió el viaje.
¿Dónde encontrarle? Busca por aquí, busca por allí, por fin le halló escondido en el portal de una casa de labradores.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó Pinocho, acercándose.
-Espero a que sea media noche para marcharme.
-¿Adónde?
-Lejos, lejos; muy lejos.
-¡Y yo que he ido a buscarte tres veces a tu casa!
-¿Qué me querías?
-Que mañana te espero a merendar en mi casa.
-Pero, ¿no te digo que me marcho esta noche?
-¿A qué hora?
-Dentro de poco.
-¿Y dónde vas?
-Voy a vivir en un país que es el mejor país del mundo. ¡Una verdadera Jauja!
-¿Y cómo se llama?
-Se llama "El País de los Juguetes" ¿Por qué no te vienes tú también?
-¿Yo? ¡No por cierto!
-Haces mal, Pinocho. Créeme a mí. Si no vienes, te arrepentirás algún día.
¿Donde vas a encontrar un país más sano para nosotros los muchachos? Allí no hay escuelas; allí no hay maestros; allí no hay libros. En aquel bendito país no se estudia nunca. Los jueves no hay escuela, y todas las semanas tienen seis jueves y un domingo. ¡Figúrate que las vacaciones de verano empiezan el primer día de Enero y terminan el último de Diciembre! ¡Ese es un país como a mí me gusta!
¡Así debieran ser todos los países civilizados!
-Pero, entonces, ¿cómo se pasan los días en "El País de los Juguetes"?
-Pues jugando y divirtiéndose desde la mañana hasta la noche. Después se va uno a dormir, y a la mañana siguiente vuelta a empezar.
-¿Qué te parece?
-¡Hum! -hizo Pinocho moviendo la cabeza, como si quisiera decir: ¡Esa vida también la haría yo con mucho gusto!
-¡Conque, vamos, decídete! ¿Quieres venir conmigo, si, o no?
-¡No, no y no! He prometido a mi mamá ser bueno, y quiero cumplir mi palabra.
Ya se está poniendo el Sol y tengo que irme. ¡Conque adiós, y buen viaje!
-¿Adónde vas con tanta prisa?
-A casa. Mi mama me ha dicho que vuelva antes de anochecer.
-¡Espera dos minutos más!
-¡Se va a hacer tarde!
-¡Tan sólo dos minutos!
-¿Y si el Hada me regaña?
-¡Déjala que regañe! Ya se cansará, y acabará por callarse -dijo aquel bribonzuelo de Espárrago.
-Y qué, ¿te vas solo o acompañado?
-¡Solo! ¡Pues si vamos a ser más de cien muchachos!
-¿Hacéis el viaje a pie?
-No. Dentro de poco pasará por aquí el coche que ha de llevarnos a ese delicioso país.
-¡Daría cualquier cosa por que pasara ahora ese coche!
-¿Para qué?
-Para veros marchar a todos juntos.
-Pues quédate un poco más, y podrás verlo.
-¡No, no! ¡Me voy a mi casa!
-¡Espera otros dos minutos!
-He perdido mucho tiempo. El Hada estará ya con cuidado.
-¡Dichosa Hada! ¿Es que tiene miedo de que te coman los murciélagos?
-Pero, dime la verdad -preguntó Pinocho, que parecía estar pensativo: ¿estás bien seguro de que en aquel país no hay escuelas?
-¡Ni sombra de ellas!
-¿Ni maestros tampoco?
-¡Mucho menos!
-¿Y no hay obligación de estudiar?
-¡Ni por asomo!
-¡Qué país tan hermoso! -dijo Pinocho, haciéndosele la boca agua. ¡Qué país tan hermoso! Yo no he estado nunca, pero me lo figuro.
-¿Por qué no te vienes?
-Es inútil que quieras convencerme. He prometido a mi mamá ser un muchacho juicioso, y no quiero faltar a mi palabra.
-Pues entonces, adiós, y muchos recuerdos a todos los amigos y compañeros de escuela.
-Adiós, Espárrago; que tengas buen viaje; diviértete mucho, y que te acuerdes alguna vez de los amigos.
Dicho esto se separó el muñeco y anduvo dos pasos, como para marcharse; pero se paró de pronto, y volviéndose hacia su amigo le preguntó.
-Pero, ¿estas bien seguro de que en aquel país todas las semanas tienen seis jueves y un domingo?
-¡Segurísimo!
-¿Y sabes también de cierto que las vacaciones de verano empiezan el primer día de Enero y terminan el último de Diciembre?
-¡Claro que lo sé!
-¡Qué hermoso país! -repitió Pinocho como para consolarse.
Por último, hizo un esfuerzo y dijo apresuradamente:
-¡Vaya, adiós, y buen viaje!
-¡Adiós!
-¿Cuándo os vais?
-Dentro de poco.
-¡Qué lástima! ¡Si sólo faltase una hora, me esperaba para veros marchar!
-¿Y el Hada?
-De todos modos, ya se ha hecho tarde. Lo mismo da que llegue una hora antes que una hora después.
-¡Pobre Pinocho! ¡Y si el Hada te regaña!
-¡Psch...! Después de todo acabará por cansarse y se callará.
Mientras tanto se había hecho completamente de noche. A poco rato vieron moverse a lo lejos una lucecita, y oyeron ruido de cascabeles y el sonido de una bocina; pero tan débil, que parecía un zumbido.
-¡Aquí está! -gritó Espárrago, poniéndose de pie.
-¿Qué es? -preguntó Pinocho en voz baja.
-El coche que viene por mí. ¡Te vienes por fin, o no!
-Pero, ¿es de verdad, de verdad -preguntó el muñeco, que en aquel país no tienen que estudiar los niños?
-¡Nunca, nunca, nunca!
-¡Qué hermoso país! -repitió Pinocho, ¡Que hermoso país!

1.032 Collodi (carlo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario