He aquí, queridos niños, el
desenlace de este cuento. La familia Ratón ya nada tiene que temer para lo
sucesivo ni de Gardafur, estrangulado por el príncipe Kissador, ni del príncipe
Kissador.
Dedúcese, pues, de aquí que van a
ser muy felices y a gozar, como suele decirse, de una felicidad sin nubes.
Por lo demás, el hada Firmenta
siente por ellos verdadero afecto, y no habrá de escatimarles sus beneficios.
Tan sólo el primo Raté tiene cierto
derecho a quejarse, toda vez que no ha llegado a una metamorfosis completa. No
puede, en manera alguna, resignarse, y aquel rabo de asno causa su desesperación.
En vano trata de disimularlo. ¡Siempre
se le descubre!
Por lo que hace al sensato Ratón,
será ratón toda su vida, a despecho de la duquesa Ratona, que le reprocha sin
cesar su descortés negativa a elevarse hasta el rango de los humanos. Y cuando
la enojada gran dama le abruma demasiado con sus recriminaciones, se contenta
con replicarla, aplicándole la frase del fabulista:
¡Ah, mujeres, mujeres, hermosas
cabezas a veces, pero seso..., ni chispa!
Por lo que hace al príncipe Ratín y
a la princesa Ratina, fueron muy felices y tuvieron muchos hijos.
Así es como acaban ordinariamente
los cuentos de hadas, y yo me atengo a esta manera de terminar, que es la
buena.
1.016. Verne (Julio)
[1] Revisada
por Elisenda Bachs
[2] Raté en
francés significa fracasado, frustrado.
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