A la mañana siguiente no se encontró más que un cadáver en la casa
del Seis-Cuatro: el del doctor Trifulgas. Lo colocaron en un féretro, y fue
conducido con gran pompa al cementerio de Luktrop, junto a tantos otros a
quienes él había enviado según la fórmula.
En cuanto al viejo Hurzof, se dice que, desde aquel día, recorre
sin cesar la landa, con la linterna encendida en la boca, aullando como un
perro perdido.
Yo no sé si es así; ¡pero pasan cosas tan raras en el país de
Volsinia, precisamente en los alrededores de Luktrop!
Por otra parte, se los repito, no busquen esta villa en el mapa.
Los mejores geógrafos aún no han podido ponerse de acuerdo sobre su situación
en latitud, ni siquiera en longitud.
1.016. Verne (Julio)
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