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jueves, 23 de enero de 2014

La familia raton - Cap. XVI

Y entonces, a nadie sorprenderé yo diciendo que todo aquello acabó en una apoteosis, para la completa satisfacción de la vista, del oído y hasta del gusto y del olfato. El ojo admira los más bellos paisajes del mundo bajo un cielo de Oriente; el oído se llena de armonías paradisíacas; la nariz aspira perfumes embriagadores, destilados por millares de flores; y los labios se perfuman con un aire cargado del sabor de los frutos más delicados.  En fin, toda la venturosa familia se encuentra en éxtasis, hasta el punto de que Ratón, el mismo padre Ratón, ha dejado de sentir su gota. ¡Está curado y envía noramala su vieja muleta!
¡Hombre! -grita la duquesa Ratona. ¿No estáis ya gotoso, querido mío?
Así parece -dijo Ratón, y heme aquí sin muletas.
¡Padre mío! -exclama alegremente Ratina.
¡Ah, señor Ratón! -añaden Rata y Ratana.
En seguida se adelanta el hada Firmenta, diciendo:
En efecto, Ratón, ahora sólo de usted depende el ser hombre, y si quiere, yo puedo...
¿Hombre, señora hada...?
Sí -replica la señora Ratona, sí, hombre y duque, como yo soy mujer y duquesa...
A fe mía -responde nuestro filósofo, ratón soy y ratón me quedaré; esto es preferible, a mi juicio, y como decía, o lo dirá el poeta Menandro: «Perro, caballo, buey, asno, todo es preferible a ser hombre, mal que os pese...»

1.016. Verne (Julio)

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