Éranse una liebre y una
zorra. La zorra vivía en una cabaña de hielo y la liebre en una choza de líber[1].
Llegó la primavera, y los rayos del Sol
derritieron la cabaña de la zorra, mientras que la de la liebre permaneció
intacta. La astuta zorra pidió albergue a la liebre, y una vez que le fue
concedido echó a ésta de su casa.
La pobre liebre se puso a
caminar por el campo llorando con desconsuelo, y tropezó con unos perros.
-¡Guau, guau! ¿Por qué
lloras, Liebrecita? -le preguntaron los Perros.
-¡Déjenme en paz, Perritos!
¿Cómo quieren que no llore? Tenía yo una choza de líber y la Zorra una de hielo; la suya
se derritió, me pidió albergue y luego me echó de mi propia casa.
-No llores, Liebrecita -le
dijeron los Perros-; nosotros la echaremos de tu casa.
-¡Oh, no! Eso no es posible.
-¿Cómo que no? ¡Ahora verás!
Se acercaron a la choza y los
Perros dijeron:
-¡Guau, guau! Sal, Zorra, de
esa casa. ¡Anda!
Pero la Zorra les contestó,
calentándose al lado de la estufa:
-¡Si no se marchan en seguida
saltaré sobre ustedes y los despedazaré en un instante!
Los Perros se asustaron y
echaron a correr. La
pobre Liebre se quedó sola, se puso a andar llorando
desconsoladamente, y se encontró con un Oso.
-¿Por qué lloras, Liebrecita?
-le preguntó el Oso.
-¡Déjame en paz, Oso! -le
contestó-. ¿Cómo quieres que no llore? Tenía yo una choza de líber y la Zorra una cabaña de hielo;
al derretirse la suya, me pidió albergue y luego me echó de mi propia casa.
-No llores, Liebrecita -le
contestó el Oso; yo echaré a la
Zorra.
-¡Oh, no! No podrás echarla.
Los Perros intentaron hacerlo y no pudieron; tampoco lo lograrás tú.
-¿Cómo que no? ¡Ahora verás!
Se encaminaron hacia la choza
y el Oso dijo:
-¡Sal, Zorra, de la casa!
¡Anda!
Pero la Zorra contestó
tranquilamente:
-¡Espera un ratito, que
saldré de casa y te despedazaré en un instante!
El Oso se asustó y se marchó.
Otra vez se puso a caminar la
Liebre llorando, y encontró a un Toro, que le dijo:
-¿Por qué lloras, Liebrecita?
-¡Oh, déjame en paz, Toro!
¿Cómo quieres que no llore? Tenía yo una choza de líber y la Zorra una de hielo; después
de derretirse la suya, me pidió albergue y luego me echó a mí de mi propia
casa.
¡Por qué poco lloras! Vamos
allá, que yo la echaré de tu casa.
-¡Oh, no, Toro! No podrás
echarla. Los Perros quisieron echarla y no pudieron; luego el Oso intentó
hacerlo y no pudo; tampoco tú lo conseguirás.
-¡Ya verás!
Se acercaron a la choza y el
Toro gritó:
-¡Sal de casa, Zorra!
Pero ésta le contestó,
sentada al lado de la estufa:
-¡Aguarda un poquito, que
saldré de casa y te despedazaré en un abrir y cerrar de ojos!
El Toro, a pesar de su
valentía, tuvo miedo y se marchó. Otra vez quedose sola la pobre Liebre y se
puso a caminar vertiendo amargas lágrimas, cuando tropezó con un Gallo que
llevaba consigo una guadaña.
-¡Quiquiriquí! ¿Por qué
lloras, Liebrecita?
-¡Déjame en paz, Gallo! ¿Cómo
quieres que no llore? Tenía yo una choza de líber y la Zorra una de hielo; después
de derretirse la suya, me pidió albergue y luego me echó a mí de mi propia
casa.
-¡Vámonos, que yo la echaré
de allí!
-No, Gallo, no podrás
echarla. Los Perros quisieron echarla y no pudieron; el Oso quiso hacerlo y no
pudo; al fin el Toro lo intentó, pero sin resultado; tampoco tú podrás hacerlo.
-Ya verás como sí. ¡Vamos!
Se acercaron a la choza y el
Gallo cantó:
-¡Quiquiriquí! ¡Llevo conmigo
una guadaña y quiero despedazar a la
Zorra ! ¡Sal en seguida de casa! ¡Anda!
-Aguarda un ratito -dijo;
estoy vistiéndome.
El Gallo cantó por segunda
vez.
-¡Quiquiriquí! ¡Llevo conmigo
una guadaña y quiero despedazar a la
Zorra ! ¡Sal de la casa! ¡Anda!
-Estoy ya poniéndome el
abrigo.
El Gallo cantó por tercera
vez:
-¡Quiquiriquí! ¡Llevo conmigo
una guadaña y quiero despedazar a la
Zorra ! ¡Sal de la casa! ¡Anda!
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
[1] Líber: Tejido vegetal que
se encuentra en la parte profunda de la corteza del tronco y de las ramas.
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