AHORA, no se me ocurre nada, me
envuelve un vacío casi total, aquí sentado en la huerta de este pueblecito
asturiano. Este paisaje solo puede calificarse de bonito, o guapo como aquí
dicen al ver cómo se multiplican las tonalidades de los verdes mecidos y
suavizados por esta brisa fresca. Arriba pasa un reactor como una nube
deshilándose.
Así no se puede pensar y lentamente
me adormilo. Y pronto sueño y en esta ocasión el sueño me extraño.
“Paseaba yo por un pasillo largo, muy largo y
a mi lado una perra pastor alemán, rubio canela, que yo poseía y a la que
llamaba Dacha. Dimos dos o tres vueltas y en una de ellas se nos enfrenta un
gato con intención de mordernos. Dacha y yo lo alejamos y proseguimos nuestro
paseo. De pronto en uno de los giros miro a la perra y observo con sorpresa que
era un león. No obstante continuamos nuestros paseos. De nuevo nos ataca el
gato y el león y yo lo alejamos una vez más, pero el felino vuelve a atacar y
el león lanza un bocado y lo atraviesa en la garganta, quedando la cabeza
dentro. El león no sabe que hacer y me mira como diciendo ¿y ahora qué hago? Y
yo sin dudarlo, encogiéndome de hombros, contesto:”trágatelo, ya no hay nada
que hacer”. El león y yo nos miramos de nuevo y sin más comentarios iniciamos
una vez más este largo, largo pasillo.”
Un grito me despierta.
“La comida está en la mesa”.
Todos a comer.
Y aún medio dormido me dirijo a
comer con un extraño nudo en la garganta.
Hoy, quince días después, me
comunican que mi perra ha muerto.
1.009. Eguileor (Felix de)
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