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sábado, 15 de junio de 2013

Cuentos de sueños (1)

Eranse un viejo y su mujer. Llamó un sirgador a su puerta y pidió albergue para la noche. El viejo le dejó entrar.
-Pasa si quieres, pero con la condición de que estés toda la noche contando cuentos.
-De acuerdo.
Conque el viejo y el sirgador se tumbaron en la litera mientras la vieja hilaba, sentada en el rellano de la estufa.
«Voy a gastarle una broma», pensó el sirgador, y él se convirtió en lobo y convirtió al viejo en oso.
-Vámonos de aquí -dijo luego, y echaron a correr hacia el campo.
En esto vio el lobo a la yegua del viejo y dijo:
-Vamos a comernos esta yegua.
-No, que es la mía.
-Sí, claro, pero el hambre no repara en nada.
Se comieron la yegua y siguieron corriendo. En esto vieron a una vieja, que era la mujer del viejo, y otra vez dijo el lobo:
-Vamos a comernos a esta vieja.
-¡Pero si es la mía! -protestó el oso.
-¡Qué va, hombre!
Y se comieron a la vieja. De esta manera se pasaron el oso y el lobo todo el verano. Llegó el invierno.
-Tenemos que buscar una guarida -dijo el lobo. Tú te metes al fondo y yo me quedaré cerca de la entrada. Si nos encuentran los cazadores, dispararán primero contra mí. Pero tú estate alerta. Cuando me hayan matado y empiecen a desollarme, sal tú corriendo, pega una voltereta por encima de la pelleja y recobrarás tu forma humana.
Así estuvieron agazapados en su guarida hasta que dieron con ellos unos cazadores, mataron al lobo y empezaron a desollarle. Inmediatamente salió el oso, pegó una voltereta por encima de la piel del lobo... ¡y allá fue el viejo, cayéndose desde la litera de cabeza!
-¡Ay, ay! -gimió-. ¡Me he partido la espalda!
-¿Pero qué te pasa, maldito inútil? -gritó la vieja. ¿Cómo te has caído? ¡Ni que estuvieras borracho!
-¡Pero si tú no sabes lo que nos ha pasado! -replicó el viejo. El sirgador y yo nos habíamos convertido en animales: él era un lobo y yo un oso. Hemos andado todo el verano y el invierno por ahí. Nos hemos comido nuestra yegua, y también a ti te hemos comido, vieja...
La vieja se echó a reír con todas sus ganas:
-¡Vaya con el sirgador! ¡Qué bromas tiene!

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)


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