Eranse un
viejo y su mujer. Llamó un sirgador a su puerta y pidió albergue para la noche.
El viejo le dejó entrar.
-Pasa si
quieres, pero con la condición de que estés toda la noche contando cuentos.
-De
acuerdo.
Conque el
viejo y el sirgador se tumbaron en la litera mientras la vieja hilaba, sentada
en el rellano de la estufa.
«Voy a
gastarle una broma», pensó el sirgador, y él se convirtió en lobo y convirtió
al viejo en oso.
-Vámonos
de aquí -dijo luego, y echaron a correr hacia el campo.
En esto
vio el lobo a la yegua del viejo y dijo:
-Vamos a
comernos esta yegua.
-No, que
es la mía.
-Sí,
claro, pero el hambre no repara en nada.
Se
comieron la yegua y siguieron corriendo. En esto vieron a una vieja, que era la
mujer del viejo, y otra vez dijo el lobo:
-Vamos a
comernos a esta vieja.
-¡Pero si
es la mía! -protestó el oso.
-¡Qué va,
hombre!
Y se
comieron a la vieja. De esta manera se pasaron el oso y el lobo todo el verano.
Llegó el invierno.
-Tenemos
que buscar una guarida -dijo el lobo. Tú te metes al fondo y yo me quedaré
cerca de la entrada. Si nos encuentran los cazadores, dispararán primero contra
mí. Pero tú estate alerta. Cuando me hayan matado y empiecen a desollarme, sal tú
corriendo, pega una voltereta por encima de la pelleja y recobrarás tu forma
humana.
Así
estuvieron agazapados en su guarida hasta que dieron con ellos unos cazadores,
mataron al lobo y empezaron a desollarle. Inmediatamente salió el oso, pegó una
voltereta por encima de la piel del lobo... ¡y allá fue el viejo, cayéndose
desde la litera de cabeza!
-¡Ay, ay!
-gimió-. ¡Me he partido la espalda!
-¿Pero
qué te pasa, maldito inútil? -gritó la vieja. ¿Cómo te has caído? ¡Ni que
estuvieras borracho!
-¡Pero si
tú no sabes lo que nos ha pasado! -replicó el viejo. El sirgador y yo nos
habíamos convertido en animales: él era un lobo y yo un oso. Hemos andado todo
el verano y el invierno por ahí. Nos hemos comido nuestra yegua, y también a ti
te hemos comido, vieja...
La vieja
se echó a reír con todas sus ganas:
-¡Vaya
con el sirgador! ¡Qué bromas tiene!
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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