Translate

sábado, 15 de junio de 2013

Cuentos de brujas (1)

Un cosaco que iba caminando llegó a una aldea al anochecer.
Se detuvo junto a la primera casa y llamó:
-Oye, amo, ¿podría pasar aquí la noche?
-Entra si no le temes a la muerte.
«¿Qué querrá decir con eso?», se preguntaba el cosaco.
Conque dejó el caballo debajo del cobertizo, le echó pienso y entró en la casa. Se encontró con que todos los que allí vivían -hombres, mujeres y niños pequeños- lloraban a lágrima viva mientras le rezaban a Dios. Cuando terminaron de rezar, se pusieron todos camisas limpias.
-¿Por qué lloráis? -preguntó el cosaco.
Contestó el amo de la casa:
-Verás: la muerte viene por las noches a nuestra aldea y cada vez entra en una casa. Luego, ya se sabe: a todos los habitantes de la casa donde ha entrado, no hay más que meterlos en sendos féretros por la mañana y llevarlos al cementerio. Esta noche nos ha tocado a nosotros.
-No temas, hombre: si Dios no quiere, no te come el lobo.
Los dueños de la casa se acostaron; pero el cosaco, que no era tonto, permaneció en vela.
Justo a medianoche se abrió la ventana y apareció una bruja, toda vestida de blanco. Agarró un hisopo, metió el brazo dentro de la casa y, cuando iba a agitar el hisopo, el cosaco empuñó su sable y le cortó el brazo a ras del hombro. La bruja se puso a quejarse, a chillar, a ladrar, y final-mente escapó corriendo.
El cosaco recogió el brazo cortado, lo envolvió en su capote, limpió las manchas de sangre y se acostó a dormir.
Por la mañana se despertó la gente que habitaba en aquella casa y todos se llevaron una gran alegría viendo que estaban sanos y salvos.
-¿Queréis que os enseñe yo quién es la muerte? -preguntó el cosaco-. Pues que se reúnan todos los hombres y vamos a buscarla por la aldea.
Todos los hombres se reunieron al instante y empezaron a recorrer las casas. En una no encontraron nada, en otra tampoco... Hasta que llegaron a la casa del sacristán.
-¿Está aquí presente toda tu familia? -preguntó el cosaco.
-Pues no. Una de mis hijas ha caído enferma y está acostada en el rellano de la estufa.
El cosaco se asomó al rellano de la estufa y vio que la moza aquella tenía un brazo cortado. Entonces explicó a todos lo ocurrido, desenvolvió el brazo y se lo enseñó.
La asamblea del pueblo recompensó al cosaco en dinero y condenó a la bruja a morir ahogada.

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)


No hay comentarios:

Publicar un comentario