Translate

sábado, 15 de junio de 2013

Cuentos de muertos (4)

Eranse un hombre y una mujer que vivían en una aldea, siempre contentos, en paz y armonía. Todos los vecinos los envidiaban y a las buenas gentes se les alegraba el corazón de verlos.
La mujer se quedó preñada, trajo un hijo al mundo y murió del parto. El pobre hombre lloró y lo sintió mucho, sobre todo pensando en la criatura: sin la madre, ¿cómo iba ahora a alimentarla y a criarla? De manera que buscó a una vieja para cuidarla: al fin y al cabo, estaría mejor atendida.
Pero entonces sucedió un hecho curioso. El niño se pasaba el día sin aceptar ningún alimento, llorando horas y horas desconsolada-mente; pero cuando llegaba la noche, dormía callada y plácidamente, como si no hubiera niño en la casa.
-¿Por qué será? -se preguntaba la vieja. Esta noche me quedaré en vela a ver si me entero.
Conque, justo a la medianoche, oyó que alguien abría la puerta con mucho cuidado y se acercaba a la cuna. La criatura se calmó como si estuviera mamando. A la segunda noche ocurrió lo mismo y a la tercera también.
La vieja se lo contó al padre, que llamó a sus parientes para pedirles consejo. Entre todos decidieron pasarse una noche sin dormir para ver quién venía a dar de mamar a la criatura.
Se acostaron todos en el suelo y cada uno puso a su cabecera una vela encendida tapada con un puchero.
A medianoche se abrió la puerta de la casa, alguien se acercó a la cuna y el niño se quedó callado.
Uno de los familiares le quitó entonces el puchero a su vela y todos pudieron ver a la difunta madre, vistiendo la misma ropa con que la habían enterrado, de rodillas junto a la cuna dándole el pecho al niño.
Apenas brilló la luz, la madre se incorporó, miró tristemente a su criaturita y se alejó lentamente, sin decirle a nadie ni una palabra.
Todos los que la habían visto quedaron convertidos en piedra y al niño le encontraron muerto.

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)


No hay comentarios:

Publicar un comentario