Una gallina y un gallo
fueron al bosque a recoger avellanas. Llegaron a un soto, y el gallo se subió a
un árbol para arrancar las avellanas con el pico, dejando a la gallina abajo para
recogerlas. Así estuvieron un rato, el gallo tirando las avellanas y las
gallina recogiéndolas, cuando el gallo tiró una con tan mala puntería, que le
pegó a la gallina en un ojo y se lo saltó. La gallina se marchó de allí
llorando. En esto se cruzó con unos hombres que le preguntaron:
-¿Por qué lloras,
gallinita?
-Porque el gallito me ha
saltado un ojito.
-Oye, gallito, ¿por qué le
has saltado a la gallinita un ojito?
-Porque el avellano me ha
roto los pantalones.
-Oye, avellano, ¿por qué le
has roto al gallito los pantalones?
-Porque las cabras se comen
mis brotes.
-Y vosotras, cabras, ¿por
qué os coméis los brotes del avellano?
-Porque los pastores no
tienen cuidado de nosotras.
-Y vosotros, pastores, ¿por
qué no tenéis cuidado de las cabras?
-Porque el ama nos da mal
de comer.
-Oye, ama, ¿por qué das mal
de comer a los pastores?
-Porque la cerda ha echado
a perder la masa.
-Oye, cerda, ¿por qué has
echado a perder la masa?
-Porque el lobo me robó un
lechoncito.
Oye, lobo, ¿por qué le
robaste un lechoncito a la cerda?
-Porque tenía hambre y Dios
me lo mandó.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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