Si quisiéramos ventilar la cuestión de ciertas
explotaciones incongruentes, deberíamos llamar a asamblea universal los elementos:
agua, tierra, aire y fuego; los minerales, las plantas, los animales y, más que
todos, el hombre.
Hasta cierto punto, es una tarea ya realizada en la
magna reunión de la
Cuchilla Grande cuando los vivientes, de la hormiga al
elefante y al hombre expusieron sus grandes méritos (modestia aparte) y sus
puntos de vista ante el Padre Noé.
Con todo, ya que Abstemius nos da el tema de un nuevo
requisitorio, vamos al terreno. Oigamos a los reos.
-"Haga el favor misiá Agua de no extralimitarse
¿quiere?" le dice la
Tierra al húmedo elemento "Bastantes islas y costas me
ha comido ya, sin contar la
Atlántida ¡caramba!"
Pero los mares, los ríos, los grandes lagos, y hasta
las míseras cañadas, siguen extralimitándose en playas, campos y ciudades.
-“¡Qué modo de bufar, caray! ¿No puede controlarse un
poco, don Ventarrón de la
Fosca Vista ?" pregunta ingénuamente la llama de un
farol colonial, o de un candil, que brota de una pella o amasijo de grasa de
potro. "Me parece que se puede usted pasear por la redondez de la tierra
sin tanto aspaviento... Porque mire que llevarse techos, arrancar de cuajo los
árboles añosos, tumbar chimeneas, es una colosal extralimitación?"
-"¡Oiga usted, señor fantasioso de las ardientes
leguas! ¿No le basta el carbón y la leña seca que cada día le cedemos, que ha
de venir a incendiar los bosques?" susurraba en su ramaje una joven acacia
florida. "Ya la vida se ha vuelto imposible con estos aprovechadores y ni
Diana puede con ellos, ni Neptuno", suspiró, viendo acercarse la llama que
la devoraría.
-"íQué barbaridad y crueldad! ¿Háse visto
salvajismo mayor que la de este planeta ridículo que no sabe echar un poco de
lava y fuego de sus entrañas, ni hacer un movimiento, sin que destruya
ciudades, devaste regiones enteras, asesine poblaciones a granel? ¡Si esto no
es el colmo de la extralimitación, levántense ahora mismo Herculano y Pompeya,
Lisboa y Messina, Mendoza, San Francisco y Valparaíso, levántese con ellos
todo Chile, y díganlo!" Así exclamaba una nube blanca navegando por el
espacio zafirino.
Podríamos seguir así de arriba abajo la jerarquía de
los seres, y siempre toparíamos can escenas análogas.
Para el bien y para el mal, los entes, muy de
ordinario, se pasan a la otra alforja, ignoran, o casi, el justo medio.
Los cereales se van en vicio, y hay que soltar el
ganado en las sementeras para raparlos; las flores y las plantas y los árboles
brotan, echan ramas y crecen lujuriosamente, obligando al hombre a servirse del
hierro y del fuego para delimitar los reinos de Flora, de Céres, de Pomona y de
Baco.
En cuanto a los animales, peor es meneallo: si habrán
tragado sangre humana y comido lomo y pulpa de bosquimano, de pigmeo, de zulú!
Pero no sabían con quien las iban a haber... ¡Bonito es el hombre para dejar
extralimitarse a los irracionales! (Ver El
Hombre y la Víbora ;
El Hombre y los Animales). Han desaparecido del globo géneros, especies,
razas y familias enteras de animales aéreos, terrestres y acuáticos por las extralimitaciones
del rey de la creación... ¡Menos mal que ya comienza a reaccionar, aunque más
no sea que por interés! Pero los desaparedidos no volverán, ni llamándolos por
onda corta. Ni para ellos ni para el mortal, puede la Edad de oro volver; como
cantara Ovidio:
Aurea prima
sata est ae,tas, quae, víndice nullo,
Sponte sua,
sine lege, fidem rectumque colebat.
... ... ...
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Y como canta Virgilio en las Geórgicas:
"Antes de Jove manos no se hallaron
Que tratasen los campos; aun entónces
Partirlos ni acotarlos fué costumbre;
Que era todo de todos, y la tierra
El fruto anticipaba a los deseos.
Jove a las negras sierpes su nociva
Ponzana dió; por él a ser rapaces
Los lobos-se enseñaron; manda al ponto
Revolverse y bramar; las ricas mieles
Agosta que las hojas goteaban;
Esconde el gérmen de la luz, y extingue
El vino natural que antes huía
Como agora las aguas, en arroyos;
Porque, recursos meditando, el hombre
Paso tras paso a la invención se alzase
De las útiles artes, a los surcos
Pidiendo espigas, y en secretas venas
Del pedernal herido hallando el fuego.
Entonces sobre sí, no antes usados,
Huecos troncos nadar sienten los ríos;
Sigue el nauta en su anhelo
Las estrellas del cielo,
Y de él Pléyades, Híadas, la clara
Artos de Licaón, nombre reciben".
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Ille malum
virus serpéntibus addidit atris
Praedarique
lupos jussit, pontumque mover¡.
Volviendo a nuestro tema, confesemos que la moderación
es virtud rara, porque los apetitos reinan en el hombre desordenadamente y lo
impelen con fuerza a lo vedado: nítimur
in vétitum, decía un antiguo. La "áurea mediocridad" del cantor
de Venusa, el "nada en demasía" de Terencio, el "modo en las
cosas" de la sátira horaciana, son ideales-límites de los que aún estamos
lejos... aun los que nos creemos de muy allá, y hacemos profesión de
"amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nostoros
mismos".
1.087.1 Daimiles
(Ham) - 017
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